AUTOR : Fabio Vélez Correa
Licenciado en Filosofía y Letras
Tomado de:
Revista Impronta. Año 11, volumen 3, No. 11
ISSN 1794-0559
Páginas 155-200
Manizales, 2013
EVOLUCIÓN HISTÓRICA
Licenciado en Filosofía y Letras
Tomado de:
Revista Impronta. Año 11, volumen 3, No. 11
ISSN 1794-0559
Páginas 155-200
Manizales, 2013
RESUMEN
El departamento de Caldas, después de cien años de existencia, ha demostrado ante la faz del país intelectual, que no sólo es un departamento creador de riqueza agropecuaria y que brilla por su industria cafetera, sino que también posee numerosos creadores del intelecto: poetas, cuentistas, novelistas y ensayistas.
Estos escritores han realizado una obra seria, acorde con los tiempos y con intenciones artísticas profundas. Su difusión empieza a ser creciente en los círculos intelectuales, no sólo de la comarca sino también del país.
Muchos de ellos ya tienen un renombre nacional, siendo publicados por editoriales de circulación hispanoamericana, lo cual refleja su valor. Todo ello aparece en este estudio, simplificado por la circunstancia de ser un artículo de revista.
Palabras: Escritores caldenses, Grupos literarios de Caldas, literatura en Caldas.
SUMMARY
Through its one hundred years of existence, Caldas has shown to the intellectual face of the country that it is not just a department that creates agricultural richness and shines because of its coffee industry, but it also has several creators of intellect, such as poets, storytellers, novelists and essayists.
These authors have done a serious work, according to the time and their deep artistic intentions. It begins spreading throughout the intellectual circles of not only the region, but also the country.
Many of them are already well-known in the country, and have been published by publishing houses of vast circulation in Latin America, which shows their literary value. All of this appears in this research work, simplified due to this being a magazine.
Key words: Writers from Caldas, Literary groups in Caldas, Literature in Caldas.
Cuentistas Caldenses (1993): Fabio Vélez C., Néstor Galeano, Octavio Escobar, Helizélder Hernández, Antonio Leyva, Adalberto Agudelo, Manuel Fernando Jiménez, Octavio Arbeláez, Antonio Mejía, Jaime Echeverri, Norberto Cuesta, Uriel Giraldo, Antonio María Flórez y Flobert Zapata.
Cuentistas Caldenses (1993): Fabio Vélez C., Néstor Galeano, Octavio Escobar, Helizélder Hernández, Antonio Leyva, Adalberto Agudelo, Manuel Fernando Jiménez, Octavio Arbeláez, Antonio Mejía, Jaime Echeverri, Norberto Cuesta, Uriel Giraldo, Antonio María Flórez y Flobert Zapata.
INTRODUCCIÓN
El departamento de Caldas, una centuria después de su creación institucional, puede enorgullecerse de cobijar en su seno a un grupo amplio de creadores que en poesía, cuento y novela, han dado lustre a su imagen intelectual, a nivel nacional y, en algunos casos, internacional.
Son escritores que han elaborado una obra seria, profunda y acorde con los cánones estéticos de las distintas épocas históricas. Por ello, no es posible calificarla desde una perspectiva actual, sino con base en lo que pensaba y analizaba la crítica en el momento de su aparición ante los lectores.
El presente ensayo pretende hacer un análisis aproximado sobre esa literatura, tomando como base las generaciones en que se desarrolló, los movimientos literarios de entonces y los posibles grupos que se fueron formando entre los escritores, afines en su pensamiento y visión existencial.
Lo anterior, complementado con los periódicos y revistas que, generación tras generación, fueron y son el medio empleado para que los escritores difundieran sus poemas o textos literarios, antes de tener la profundidad y riqueza que les permitieran verse librificados.
Es un estudio que no pretende ser final, sino aproximado, abriendo la puerta para que otros ensayistas o historiadores lo amplíen, refuten o complementen. Lo importante es dejar en claro que Caldas, antes la “Mariposa verde” de Luis Carlos González, y hoy parte del Triángulo del Café, es un territorio donde las buenas Letras son recurrentes y generadoras de libros que enriquecen el patrimonio regional y nacional.
EVOLUCIÓN HISTÓRICA
Con las migraciones de Antioquia, Cauca y el Tolima Grande, comienzan a asentarse en las faldas y valles de la región los nuevos pobladores, construyendo tiendas camineras, caseríos y poblados, acompañados de las innumerables leyendas y mitos, como los de la Madremonte, la Patasola, la Llorona, el Sombrerón, los duendes, el Judío errante, el Chucho, el Mohán y pare de contar... Todo un mundo de seres míticos que creció entre la selva primigenia, desmontada por el hacha viril y el afán agricultor de los colonizadores.
Así comienza a tomar forma la literatura caldense. Primero con los mitos aborígenes que pasaron de generación en generación a través de la tradición oral; después, los espantos y endriagos de la arriería, la minería y los nacientes poblados. Y por último, la cultura que se va a insertar desde las ciudades, ya inmersas en el mundo cosmopolita y permeadas por los libros, la lectura y las revistas y periódicos de circulación frecuente.
Es el caso de Victoriano Vélez quien en su novela Del socavón al trapiche “cuenta los viejos cronicones de la comarca, historias y leyendas de minería, de antiguos tesoros, de arrieros y tipos populares; es él quien narra las costumbres y los amores de las gentes del campo, los agüeros que circulan de boca en boca en las montañas, las peleas y los juegos en las fondas camineras, las conversaciones y las trovas rústicas al son de los tiples y las guitarras, a la luz de la tarde cuando ya los labriegos descansan de sus faenas en los corredores y en los patios de las casas campesinas”, según Jaramillo Meza (Escritores de Caldas,1977)
O de Bernardo Arias Trujillo, quien “narra las trovas y los bailes de garrote, el amor y los celos, los vaqueros sembrados en los caballos, con la soga cuando lidian los toros en los yerbales; las mujeres color canela y elásticas, son así expertas con el macho valiente”, como anota Javier Arango Ferrer (Horas de Literatura Colombiana, 1968).
Y, lo propio hace Iván Cocherín en sus novelas donde el hombre marginal, pobre y segregado socialmente vive su vida, en medio de las necesidades y las inclemencias del entorno, ya sea la mina profunda, el arrozal húmedo, el río corrientoso o la misma ciudad industrializada.
Por lo anterior puede afirmarse, en gran parte, que la literatura caldense fue heredada de Antioquia la Grande, la de Tomás Carrasquilla, de Francisco de Paula Rendón, de Efe Gómez, de Epifanio Mejía, de Baldomero Sanín Cano, de Gregorio Gutiérrez González y Luis López de Mesa, según un comentario de José Naranjo Gómez en un reportaje a la revista Ronda Libre. Y hay que aceptarlo así porque fue en estos autores donde se inspiraron nuestros primeros escritores, que traían de Antioquia la cultura oral y escrita en su errabundaje por las nuevas tierras de colonización.
De los inicios
Con los poblados funcionando, la presencia de algunos ricos, las escuelas impartiendo educación y con las facilidades económicas para brindar estudios universitarios a los hijos en las ciudades (Medellín, Cali, Popayán), en la capital o fuera del país, se genera también un afán por escribir, por plantear inquietudes y por tomar decisiones en torno al funcionamiento y crecimiento de los poblados.
En este grupo sobresalieron José Ignacio Villegas, Emilio Robledo, Daniel Gutiérrez Arango, Alejandro Gutiérrez y Aquilino Villegas; pero había también intelectuales en la mayoría de los pueblos grandes de la región (Valencia Llano, 2012, pag. 96).
Ahora bien, hay que anotar que los primeros focos culturales de Caldas se formaron por la influencia de directores de escuela o de rectores de colegio, lectores convencidos y generadores de afán cultural en sus alumnos que, en la mayoría de los casos, eran pertenecientes a las clases pudientes de la población. En Manizales don José María Restrepo Maya fue fundador de un colegio por cuyas aulas pasaron hombres que más tarde dieron lustre a la ciudad y al país.
La vida literaria de Caldas tuvo sus comienzos en 1885. Por ese entonces se fundó en Manizales una tertulia, llamada Sociedad Literaria, a la cual asistían jóvenes intelectuales, bajo la dirección del educador José María Restrepo Maya. Funcionó en la casa de don Luis Mejía González, en una pieza de la esquina, en la Plaza de Bolívar, esquina de la Catedral, donde tuvo colegio don José María. Posteriormente se ubicó en la casa del hombre más rico de la ciudad, don Pablo Jaramillo.
Entre sus miembros estaban lo más destacados jóvenes intelectuales de la época, entre ellos: Silverio A. Arango Villegas, José María Restrepo Maya, Daniel Restrepo B., José Manuel Restrepo, José Ignacio Villegas, Luis María Mejía J., Manuel Hoyos, Pompilio Gutiérrez, Victoriano Vélez, Félix A. Salazar J., Alfonso Villegas, Pedro Mejía, Benjamín Villegas y Valerio Hoyos, Pedro Arango y Ramón Gómez Gaviria.
Según Valencia Llano, la tertulia funcionó sin problemas pues no tenía angustias económicas, contaba con buena biblioteca y, al año de fundada (1986), empezaron a editar el periódico La Primavera, publicado en la imprenta de Ramón Gómez G., en un formato de cuatro páginas, bajo la dirección de Silverio A. Arango.
La importancia de la Sociedad Literaria se puede medir por los resultados: varios de sus miembros fueron gobernadores del departamento, como José Ignacio Villegas y Pompilio Gutiérrez, otros se convirtieron en destacados escritores como Victoriano Vélez y Alfonso Villegas y, la mayoría, se transformó en excelentes empresarios. Del seno de la famosa tertulia salieron las ideas y los hombres que fundaron otras instituciones, centros de estudios y revistas, como los Juegos Florales, la Revista Nueva, el Centro de Estudios Históricos de Manizales, la Sociedad de Mejoras Públicas, la Sociedad de San Vicente de Paúl y la Cámara de Comercio de Manizales (Jaramillo Isaza, “La Sociedad Literaria de Manizales. 1885”, 1919, citado por Valencia Llano).
Es bueno anotar que, según José Miguel Alzate, “Otto Morales Benítez, nuestro más reconocido escritor, sostiene que en 1885, treinta y seis años después de haber sido fundada Manizales, se organizó en esta ciudad el Centro Iberoamericano. Esta era una especie de institución donde se reunían prestantes figuras de la época para hablar de literatura, de arte, de política, de economía. Su misión era incentivar la actividad intelectual, la inquietud mental, el amor por el arte.” (Alzate, 2012) Parece ser la misma Sociedad Literaria mencionada párrafos atrás.
Posteriormente la Sociedad Literaria tomó el nombre de Zapatería Literaria, según lo refiere Emilio Robledo: “Por espacio de más de diez años se reunieron en Manizales, primero en el local de una oficina bancaria y más tarde en el de una antigua zapatería, Alfonso Robledo, José Ignacio y Aquilino Villegas, Alfonso Villegas Arango, Basilio Uribe, Juan Pinzón, Félix Salazar J., Samuel Velásquez, Ramón Jaramillo, Luis Zea Uribe y transitoriamente, Victoriano Vélez y el ilustre profesor José María Restrepo Maya”.
Todo el proceso anterior que permite la integración de la juventud pensante en el quehacer literario, hace que se inicie entonces la publicación de textos en hojas periódicas y folletines, que más adelante van a dar paso a publicaciones de mayor alcance, como relatos de las guerras civiles, conflictos de tierras, la vida cotidiana, los oficios, personajes y costumbres. Surge así el costumbrismo o “nativismo”, como lo denomina Javier Ocampo López en su prólogo al libro El Putas de Aguadas (1979).
Ese costumbrismo, heredero del antioqueño de Carrasquilla, Efe Gómez y Rendón, parte de los aspectos anecdóticos de los personajes típicos de los pueblos, mitos, leyendas, espantos, supersticiones y escenas pueblerinas, que se convierten en cuentos, novelas y relatos de fácil y sugestiva difusión oral.
Respecto a esta etapa de la literatura caldense, va a exponer sus conceptos el ensayista Jaime Mejía Duque, en los siguientes términos:
“El ocio específicamente urbano empezaría a dar sus frutos intelectuales en el ‘refinamiento’ de los miembros de las familias dominantes, algunos de los cuales recibían ya periódicos y libros extranjeros, cuando no los traían de sus viajes a Bogotá y a Europa. Los primeros doctores, especialmente abogados y médicos, educados en Popayán, Medellín y en las antiguas facultades bogotanas, fueron creando, siempre dentro del marco de la clase propietaria a la que pertenecían en su casi totalidad, un círculo cultivado cuyo cosmopolitismo –privilegio absoluto en medio tan predominantemente rural– integró bien pronto lo que de hecho debía considerarse una ‘aristocracia del talento’” (Mejía Duque, 1980, pp. 9-10),
Estos profesionales, con buenos conocimientos teóricos, fueron los encargados de asumir las gestiones políticas, eclesiásticas y administrativas de la región. Eran simultáneamente escritores, políticos, administradores y financieros, es decir, “hombres de acción, burócratas e intelectuales; hombres orquestas” (Suárez Corrales, 1993).
La cultura que impera es la de los colonizadores, aún incipiente y pragmática y que busca desligarse de la vida agraria y aldeana. “Aquilino Villegas y Victoriano Vélez podrían citarse quizás como exponentes en quienes perduraban las últimas elaboraciones intelectuales de aquel período durante el cual sería exagerado hablar de la existencia de una literatura” (Suárez Corrales, 1993, pág. 16) A ellos les corresponde, con su tarea literaria y política, la fase de la consolidación y expansión de la ciudad (Manizales).
Por otro lado, en nuestra literatura inicial se reconocen como escritores costumbristas a Aquilino Villegas, Victoriano Vélez, José Ignacio Villegas y Rafael Arango Villegas. De José Ignacio Villegas y Victoriano Vélez se dice que fueron “los dos primeros cuentistas de más reconocida fama en el sur de Antioquia y en todo el occidente colombiano”, (Jaramillo Meza, Escritores de Caldas, 1977). Más adelante van a ser escritores costumbristas Benjamín Ángel Maya, Adel López Gómez, Juan Ramón Grisales Echeverri, y Leonidas Amaya.
Rafael Arango Villegas, Adel López Gómez y Bernardo Arias Trujillo.
De Periódicos y Revistas
Con la aparición del primer periódico de Manizales, fundado por don Alejandro Restrepo R., cuya primera página decía: "Año 1. Estado Soberano de Antioquia - Número 1 - EL RUIZ - Periódico científico, literario e industrial - Manizales 21 de septiembre de 1874", se inició una importante y valiosa vida cultural y periodística.
La fundación de este periódico, El Ruiz, permitió generar en las gentes un deseo de estar comunicados, de expresar sus inquietudes y de valorar lo escrito como medio de formación cultural.
Surgen entonces varios periodistas en ciernes, como Alejo María Patiño, quien fundó La Serenata, apareciendo luego otras publicaciones, tales como: El Boletín de la Guerra (1877); La Frontera (1879); Ecos del Ruiz (1880); El Aviso (1880); La Idea (1882), a cargo de Cupertino Salgado; Los Apuntes (1887); La Voz del Sur (1890); El Amigo del Hogar (1891); El Imparcial (1891); El Trompetero (1892); La Actualidad (1893); El Sur (1893), dirigido por un consejo de redacción integrado por Jesús María Guingue, Jesús Londoño Martínez, Antonio María Restrepo, Nazario Peláez, José Ignacio Villegas y Rudesindo Ocampo; El Editor (1894); El Eco Juvenil (1895); El Iniciador (1897); y El Correo del Sur (1897), dirigido por don Jesús María Guingue.
De este periódico escribió Félix Henao Toro (2010, págs. 4-5): “A fines del siglo pasado (XX) apareció El Correo del Sur, fundado por don Jesús María Guingue Carvalho, quien fue también rector del colegio de Santo Tomás. Esta publicación ya tenía tipo de diario mo¬derno. Daba información imparcial sobre los sucesos ocurridos en la ciudad, en el país y en el extranjero y contaba con una lúdica nómina de colaboradores. Su aporte a la cultura es indiscutible.”
Los periódicos anteriores permitieron a los escritores, poetas y periodistas, contar con medios escritos para publicar sus obras literarias e ir generando una cultura del libro y la escritura creativa, a la vez que tener un medio de expresión política y cívica local. Asimismo, se publicaron artículos sobre los intereses de la ciudad, inquietudes relacionadas con la industria, textos de tópicos pedagógico-literarios y de interés general.
De los Juegos Florales
Al lado de la educación surgió la cultura. Desde principios del siglo XX se iniciaron los “Juegos Florales”, concursos literarios que orientaron los afanes intelectuales de manizaleños y caldenses. También surgieron las publicaciones especializadas, donde se expresaron los escritores de la región. Estos primeros pasos hacia un desarrollo de la cultura estuvieron orientados por los Modernistas y por los de la Generación del Centenario; ambos movimientos ejercieron influencia decisiva en los intelectuales del departamento (Valencia Llano, 2012).
Sobre este aspecto anotó el escritor Juan Bautista Jaramillo Meza que
A imitación de El Mosaico, el viejo cenáculo intelectual que formaron en la capital de la república, en tiempos ya lejanos, José María Vergara y Vergara, Felipe Pérez, Ezequiel Uricoechea y otros escritores eminentes; a semejanza de La Gruta Simbólica integrada por poetas y letrados como Julio Flórez, Carlos Villafañe, Clímaco Soto Borda y otros muchos, en Manizales surgió también un fervor lírico, numerosos grupos y tertulias que participaron en periódicos y revistas (Jaramillo Meza, Estampas del Viejo Manizales, 1955).
En esta dirección fue muy importante el papel de los Juegos Florales iniciados en noviembre de 1904. En la primera justa floral triunfó el doctor Aquilino Villegas con la traducción de un texto de Gabriel D’Annunzio, titulado “Agonía”. Los otros ganadores fueron el escritor Jorge S. Robledo y el general Carlos Jaramillo Isaza. Otros juegos florales se realizaron en 1910, con motivo del Centenario de la Independencia; aquí resultaron vencedores Jorge S. Robledo, con dos sonetos a la bandera colombiana; Rafael Arango Villegas, con el cuento “De por acá” y Aníbal Arcila con “La Ermita”. La Reina de la Fiesta fue la señorita Inés Jaramillo Montoya, hija del rico empresario Francisco Jaramillo Ochoa, futura esposa de Aquilino Villegas (Valencia Llano, 2012).
Los Juegos Florales se siguieron realizando con alguna regularidad hasta su decadencia en 1923, pero su importancia radica en que consagraron a numerosos escritores de la región: Tomás Calderón, Jesús Arenas, Mariano Zuluaga, Roberto Londoño Villegas, Arturo Suárez, María Macía, Juan Bautista Jaramillo Meza y Ricardo Arango (Gaviria Toro, 1924, pág. 141).
Concursos y Juegos Florales de Salamina
Los Juegos Florales y los Concursos Literarios, fiestas del espíritu, señalan para Salamina una nueva dimensión de su cultura, a comienzos del siglo XX, así lo plantea el Pbro. Guillermo Duque Botero (Historia de Salamina, Tomo II, 1976). Se realizaron así: Los Primeros en 1906, fueron ganados por Pablo Emilio Gutiérrez, con su novela corta Otilia -Gemido de un alma-. En los segundos, en 1912, volvió a ganar Gutiérrez con el cuento "Conquista Escarlata". En los Terceros en 1916, los vencedores fueron: Eusebio Robledo, primer premio en poesía, Lira de Oro, con su canto "A los ancianos del terruño"; Segundo premio, Medalla de Oro, a Tomás Calderón, por su poesía "Alta invocación", que sustituyó a la prosa, declarada desierta por el Jurado.
En agosto de 1922 se celebraron los Cuartos Juegos Florales. Los vencedores fueron: en poesía, Tomás Calderón, primer premio con "Numen Risueño" y Eduardo Botero Mejía, segundo premio con "Bíblica"; primer premio en prosa, Ignacio Gómez Calderón con el cuento "Uno de tantos". Actuó como mantenedor el Dr. Emilio Arias Mejía.
Con motivo de la celebración del Centenario de la fundación de la ciudad, que tuvo lugar en diciembre de 1927, la Tertulia Literaria, organizó los Quintos Juegos Florales. Los vencedores fueron: Gustavo Mejía Jaramillo con el poema "Salamina", don Ramón Escobar Álzate, con su "Canto a Salamina", Marco E. Agudelo, con su poesía, "Simbólica". El mantenedor fue el poeta Tomás Calderón.
Luego de una pausa de varios años, en 1946, se realizaron los Sextos Juegos Florales. Ganaron la poesía "Ventana Muerta", de Gustavo Mejía Jaramillo; el cuento "Tierra Negra", de Daniel Echeverri Jaramillo; y el Tema Libre en Prosa "Los Arrieros'', de Antonio Bernal. El Mantenedor fue el Doctor Hernando Duque Maya.
En 1961, se programan los Séptimos Juegos Florales. El escritor Rafael Maya, actuó como Mantenedor. Los ganadores fueron: en Poesía, Rogelio Maya López, por su libro: "Canciones de otros días". Guillermo García Niño, con su libro "Diez ciclos humanos y una sorpresa" y Fernando Mejía M., salamineño, con su poema "Padre". En Cuento: Mario Francisco Restrepo L., con "Manuel José", Boabdil Maya Z., con “El Escondrijo” y Gabriel Acevedo Uribe, autor de “Desdoblamiento”. En Ensayo: ganó el Pbro. Guillermo Duque Botero, con su obra: “Apuntes para la historia del Combate de la Esponsión de Manizales”; y Daniel Ceballos Nieto, con su trabajo “Programa para una Antropología Filosófica.
Los Juegos Florales de Salamina marcaron una época valiosa para el quehacer literario de Caldas, donde esta población jugó un papel importante y reflejó cómo también en la provincia aleteaba el amor por las Letras.
Primera Generación Intelectual.
Revista Nueva
Para 1904 estaba en ebullición el fervor literario, y es la ocasión para que se piense en la publicación de un folleto, editado por Guingue, Salazar & Molina Editores. De 62 páginas, sin fecha y sin dirección, impreso en la Tipografía Caldas, aparece el contenido: "Leticia y Piedra Finas", de Samuel Velásquez; "La Samaritana", de Emilio Robledo; "Oda al P. Evasto Rebagliati", y "La vaca", por Alfonso Robledo; "Belkiss (Reina de Saba) y el viejo", de Aquilino Villegas; "Confesiones de un reo y dos rosas", por Victoriano Vélez; y "En la caída", de Alfonso Villegas.
Su publicación constituyó una exitosa salida que indujo a sus editores y colaboradores a hacer una nueva edición, que salió con el hombre de "Revista Nueva" en marzo de 1904, con una junta redactora integrada por Samuel Velásquez, Alfonso Villegas Arango, Emilio Robledo Correa, Victoriano Vélez, Aquilino Villegas, Alfonso y Emilio Robledo Jaramillo, Juan Pinzón y Juan B. Gutiérrez. Su formato de tamaño medio oficio era impreso en los talleres de la Tipografía Municipal, a cargo de Jesús María Franco O. Se editaron 33 revistas entre los años 1904 y 1907 (Hoyos Editores, 2004)
Esta publicación marcó un hito en la historia periodística de Manizales; dedicó sus páginas exclusivamente al tema literario logrando recoger colaboraciones de grandes escritores nuestros y foráneos. Dos épocas tuvo la revista habiendo circulado en la primera bajo la dirección de Jesús Londoño Martínez y Jesús María Guingue y en la segunda (1904) bajo la dirección de Alfonso Robledo J. y Victoriano Vélez, a quienes se les atribuye la mayor activación literaria, hasta tal punto que consiguieron para esta publicación el comentario de haber sido en esa época la primera en su género en Colombia.
En sus páginas se formaron los verdaderos precursores de las letras caldenses, no sólo por la regularidad y permanencia en el tiempo, sino porque recibieron las colaboraciones de un grupo amplio formado en “pequeñas tertulias de jóvenes entusiastas que consagraron la flor de sus años a las tareas del espíritu” (Jaramillo Meza, 1956).
Gilberto Alzate Avendaño, Silvio Villegas y Otto Morales Benítez
Entre los escritores que publicaron sus textos literarios en esta revista, cabe mencionar a: Samuel Velásquez (1865-1942), pintor, ensayista y cuentista, autor de los cuentos “Noche Blanca” y “Con marco blanco” y de la novela corta Madre (1896). Alfonso Villegas Arango (1872-1938), poeta y periodista, con su estilo literario va a influenciar a su hijo Silvio y los futuros grecolatinos. Emilio Robledo (1876-1962), médico ensayista, historiador y escritor científico. Victoriano Vélez (1871-1956), poeta de carácter romántico, autor de los libros De mis breñas y Del socavón al trapiche. Aquilino Villegas (1880-1940), poeta y prosista; redacta las crónicas de los sucesos internacionales para la revista. Juan Pinzón (1872-1937), historiador y ensayista de temas jurídicos. Juan Bautista Gutiérrez G. (1871-1919), médico y ensayista. Y Alfonso Robledo Jaramillo (1877-1935), poeta y ensayista. (Hoyos Editores, pág. 19-22)
El éxito de esta revista estriba, también, en que logró juntar los talentos de la llamada “primera generación de letrados manizaleños de cuna”. Por ejemplo el primer número de la revista incluía los trabajos literarios de personas tan notables como Emilio Robledo, José Ignacio Villegas, Alfonso Villegas Arango, Juan Pinzón y Aquilino Villegas (Valencia Llano, 2012).
De Periódicos y Revistas
En esta época se publican los periódicos y revistas: El Remo (1905), de dos épocas, siendo dirigido en la primera por Pedro Luis Rivas y Eleázar Gómez Latorre y en la segunda (1907) por Ricardo Mejía. La orientación que se le dio fue de carácter literario y jocoso. Albores (1906), revista fundada por Pedro Luis Rivas S., con Jesús Arenas en la dirección con¬junta, dedicada a estimular el intercambio literario de Manizales con otras ciudades, publicando artículos sobre literatura, filosofía e historia. En ella escribieron entre otros: Samuel Velásquez, Max Grillo, Victoriano Vélez, Adolfo León Gómez y Olimpo Montes.
El Parnaso (1907). Uno más que se sumó a la época de periodismo jocoso que vivía Manizales. Lo dirigió don Eleuterio Villegas. Sagitario. Hugo Gärtner lo fundó y dirigió dedicándose más que todo a la crítica del diario acontecer; sirvió también el tema literario. El Cadete, el tema estudiantil fue el de su preferencia, lo dirigió Roberto Botero T. pero lo manejó un grupo de jóvenes inquietos por los temas literarios. Hogar y Escuela, trató el tema literario y estuvo su dirección y manejo a cargo del colegio Santo Tomás de Aquino.
Y Lecturas Populares (1905), el educador Juan José Molina fundó y dirigió esta revista que dedicó sus páginas más que todo a los temas literario, histórico y científico. Él era con Jesús María Guingue y Carlos E. Salazar, director del Colegio Santo Tomás de Aquino, por lo que en ella colaboraron varios estudiantes. En 1907 se transforma en periódico, con el subtítulo de “Paz y Progreso”. Circulaba cada mes. Entre sus colaboradores estuvieron: Samuel Velásquez, José María Gabriel y Galán, José Nogales, Manuel Lassa y Amado Nervo (Díaz, 1989, págs.. 116-117).
Segunda Generación Intelectual.
Revista Motivos
En 1910 fue organizado el Círculo Bergerac por varios intelectuales y algunos aficionados a las letras. Su fundador fue Jorge S. Robledo y le acompañaron Tobías Jiménez, Aníbal Arcila, Óscar Arana y otros. En todos ellos había el fervor por la literatura.
Los unos la escribían, los más eran buenos lectores, comprensivos y atentos. En sus frecuentes reuniones se preocuparon siempre por el sentido de la propaganda cultural. Con tal fin promovieron concursos literarios, llevaron a cabo magníficas veladas artísticas y rindieron culto también al buen humor, en procesos que aún se recuerdan. Los diálogos eran excelentes, las lecturas también. En sus ágapes fraternales, entre copas y música y declamaciones, sostuvieron encendida por varios años la antorcha espiritual. (Jaramillo Meza, 1951, pág. 31).
De estos afanes literarios surgió la revista Motivos, bajo la dirección de Jorge S. Robledo, fundada en 1913 y desaparecida en enero de 1916. En sus páginas escribieron Victoriano Vélez, Óscar Arana, Tomás Calderón, Aníbal Arcila, Alfonso Robledo y muchos otros (Valencia Llano, 2012).
Los intelectuales caldenses de la primera generación, irrumpieron como tales desde principios del siglo XX y se caracterizaron porque, en su gran mayoría, venían de la clase dirigente. Los sectores acomodados fueron desarrollando un estilo de vida refinado y se pulieron culturalmente debido a los viajes al extranjero y por la participación en círculos literarios, periódicos y revistas. Sobre ellos escribió Keith Christie que:
La traducción de un poema del inglés, francés e italiano llegó a ser casi tan importante como explotar una finca productivamente u oponerse en forma constante a los adversarios políticos. Estas actividades proporcionaban la manera de reunirse de igual a igual con figuras literarias y políticas de la talla de Guillermo Valencia. Esto reforzaba el sentido del carácter distintivo de las buenas familias frente a las masas, sin necesidad de aislarse físicamente de los pobres por los que continuaban exhibiendo una preocupación paternal (Christie, 1986, pág. 191).
Según Albeiro Valencia Llano,
“a estos intelectuales miembros de la élite hay que abonarles su preocupación por las publicaciones periódicas y que abrieron las páginas para que se expresaran los otros intelectuales que venían del pueblo y de las capas medias. En este marco intelectual surgieron los escritores ligados con el desarrollo regional y con el ambiente costumbrista; entre ellos se destacaron Arturo Suárez, con sus obras Montañera (1916), ganadora de unos Juegos Florales, y Rosalba (1924); Rómulo Cuesta con su novela Tomás y Rafael Arango Villegas con páginas costumbristas. También aparecieron los estudios regionales. Dos trabajos marcaron la ruta a seguir: el libro Apuntes para la historia de Manizales (1914) de José María Restrepo Maya y Geografía Médica y Nosológica del Departamento de Caldas (1916), del doctor Emilio Robledo Correa.”
Pero fue la publicación del Archivo Historial del Centro de Estudios Históricos de Manizales, la brújula que señaló el nuevo rumbo. El Centro de Estudios Históricos de Manizales y de Caldas se creó en 1911, a sugerencia de La Academia Colombiana de Historia, y estuvo impulsado por el Maestro José María Restrepo Maya y por prestantes miembros de los sectores dirigentes de la comarca. Pero el período cumbre se inició en 1918, cuando la Asamblea de Caldas autorizó a la Imprenta Departamental para editar obras de carácter científico. Sobre esta base el Centro de Estudios Históricos fundó el órgano de difusión, el Archivo Historial, bajo la dirección del presidente del Centro, doctor Emilio Robledo Correa y del director de la Revista, doctor Enrique Otero D’Costa.
El Archivo Historial se publicó con alguna regularidad durante los años 1918-1923; esta es la primera época de la Revista y la más prolífera, debido al nuevo ambiente cultural creado por la situación económica y social. Manizales brillaba en el contexto regional y nacional y su clase dirigente estaba interesada en fortalecer la identidad mediante la creación de un sistema de valores. Aquí jugaron destacado papel los historiadores. Había mucha información histórica acumulada en baúles y anaqueles: documentos de archivos, crónicas, biografías familiares, cartas personales, testamentos; una gran cantidad de “papeles viejos” que esperaban ser desempolvados (Valencia Llano, 2013)
También es conocida como la “Generación del Centenario”, el republicanismo, la primera Asamblea Departamental, las polémicas con el P. Fabo, los diarios, los juegos florales y sus reinas, la estética de la época, rica y novedosa. En ella se ubican además: Aquilino Villegas, Francisco Marulanda Correa, Emilio Robledo, Tomás Calderón Ramírez (1881-1955), Eusebio Robledo Correa (1872-1926), Juan Bautista Jaramillo Meza (1892-1978), Blanca Isaza de Jaramillo Meza (1898-1967) y Nazario Restrepo Botero (1877-1931), tuvo como medios de difusión a diversas revistas y periódicos, “Motivos”, la más importante de ellas.
De la generación del 20 hicieron parte escritores de carrera, políticos, oradores, abogados, psicólogos, sacerdotes y diplomáticos, que aparte del idioma español también conocieron el inglés, el portugués, el italiano, el francés, el latín y el griego, es decir, eran humanistas en todo el sentido de la palabra.
Círculo Bergerac
"Hacia 1910, un grupo de intelectuales y aficionados a las letras organizaron un círculo de arte y bohemia elegante, en el que la lectura, la conversación y la difusión cultural se convirtieron en actividades esenciales… el Círculo Bergerac”, anota Hernando Salazar Patiño.
Su fundador y principal animador fue el poeta Jorge S. Robledo, el humorista de las “Metepatologías”, de “Fisgón”, antecedente de Luis Donoso, y lo acompañaron Óscar Arana, periodista contumaz y batallador; Tobías Jiménez, jurista y poeta antioqueño; el por entonces combativo Pedro Luis Rivas, “Virsa”, director de El Taller y El Eco; el poeta de “La Ermita”, Aníbal Arcila, “el primer poeta maldito de la ciudad”, el primero en abrirse voluntariamente para la eternidad, el joven suicida de este círculo de bohemios, periodistas y poetas y la primicia de sus versos inéditos; Hugo Gärtner, un riosuceño de altiva inteligencia; Luis Alberto Patiño “francotirador del escuadrón de los soñadores”, periodistas de tono crítico e intención cívica como Ignacio Gómez Calderón y Eleazar Gómez Latorre, en fin, la nómina no fue nunca definitiva porque cuando alguno se ausentaba llegaba otro a reemplazarlo. A la vez periodistas y poetas, casi todos, la literatura constituía su pasión fervorosa. Unos la escribían, los más, eran sus buenos lectores.
Las reuniones del Círculo Bergerac eran frecuentes. Promovían concursos literarios, realizaban veladas artísticas y en especial, el humor ingenioso campeaba en litigios y procesos en verso que fueron famosos. Es que al grupo pertenecieron también los hermanos Londoño Villegas, Eduardo, poeta primero y luego narrador, militar y fundador de pueblos, y Roberto, que se convirtió después en el célebre Luis Donoso; el cronista de nuestra picaresca Rafael Arango Villegas; el escritor y jurista José Macía; el popular Negro Díaz (Nicolás); el poeta Mariano Zuluaga; el empresario artístico Aristides Amaya; él en su tiempo popularísimo cantor Tres Palacios, y Miguel Gutiérrez, Edgar Larra, Ernesto Mejía D., Pablito Jaramillo G., Miguel Robledo e inclusive el Mayor Acevedo.
Era una época de super sensibilidad, de encuentros fraternales que entre copas, música, lecturas y declamaciones, mantuvieron activo, animado, lleno de inteligente entusiasmo, el ambiente intelectual de Manizales en las primeras décadas de este siglo.
Su magnífico esfuerzo quedó en parte cristalizado con la fundación de la revista Motivos, bajo la dirección de Jorge S. Robledo, cuyo primer número circuló el 16 de agosto de 1913 de la que alcanzaron a publicar 24 ediciones.
Periódicos y revistas de aquellos años guardan las producciones de estos propagadores de cultura y caballeros de la vida que en sus actividades aspiraron, como Cyrano de Bergerac, a dejar impreso el sello de su grandeza”, concluye Salazar Patiño (Enciclopedia Caldas Ayer y Hoy, 1986).
Antonio María Restrepo (“Abel Farina”), Danilo Cruz Vélez y Fernando Arbeláez
De Periódicos y Revistas
Se publicaron: Crepúsculos (1910), Vicente Rivas es citado como su director-fundador, se dedicó a difundir la literatura juvenil. Minerva, revista de orden literario, fundada y dirigida por Alfonso Mejía Robledo y Arturo Robledo. Arlequín, Óscar Arana lo fundó y dirigió, quien alternó con acierto en la presentación jocosa, la partidista y la literaria. En especial se le señala haber destinado su primera página a publicar únicamente avisos.
Palabras (1913). Revista literaria de excelente calificación, fundada y dirigida por Roberto Londoño Villegas (Luis Donoso); en su primer número, publicado en enero de 1913, salieron artículos de Francisco Villaespesa, Emilio Arias Mejía, Hugo Gärtner, J.B. Posada Cano y un cuento del escritor peruano Ricardo Palma; alcanzaron a salir 8 entregas, cada ejemplar tenía un costo de $0.05 y circuló mensualmente.
Los Tiempos, Enrique Castro fundó y dirigió este periódico partidista, otro que recibiera censura eclesiástica. Germinal, revista literaria que tuvo como director-fundador a Jesús Arenas. Labor y Paz, Álvaro Carvajal fue su director y la orientación que tuvo fue de índole literaria. Motivos, ya mencionado, Jorge S. Robledo fundó y dirigió esta revista literaria que alcanzó circulación y renombre en todo el país. Chantecler, Fundador-director fue J.B. Posada Cano. Alternó el periodismo literario con el de información general.
Renacimiento (1914), fundado en 1914 por don Justiniano Macía, que se inició como bisemanario y más tarde llegó a ser el primer diario aparecido en Caldas. Fue apolítico. Colaboraron en él ciudadanos de todas las tendencias. Apoyó todas las iniciativas que se tomaban en pro del avance de la ciudad y el departamento y era selecto su material literario (Félix Henao Toro, 2010).
Alma Nueva (1915), revista Literaria al frente de cuya dirección estuvo Gonzalo Restrepo con Luis Eduardo Puerta y Eduardo Correa Uribe. El Eco Literario (1916). En algún relato que lo menciona se le atribuye su dirección a Pedro Luis Rivas.
Archivo Historial (1918). Enrique Otero D'Costa fundó esta que fue revista del Centro de Historia de Manizales. Por el material que recogió y difundió, testimonios y citaciones valiosas que dio a conocer, ésta señalada entre las más importantes publicaciones que tuvo nuestra ciudad. Azul (1919), revista literaria fundada y dirigida por Juan Bautista Jaramillo Meza (Díaz, 1989, pág. 118).
Tercera Generación, Años 30
En las décadas de los 20 y 30 Manizales gozaba de un buen ambiente cultural y periodístico; funcionaban entonces los periódicos: El Universal, de Gonzalo Restrepo, en 1923 tuvo como Jefe de Redacción a Jorge S. Robledo. De clara tendencia liberal, contó con una valiosa planta de intelectuales colaboradores. Tuvo fuertes enfrentamientos con el presbítero Darío Márquez, quien, desde el púlpito de la Catedral, todos los domingos, lanzaba anatemas contra los integrantes de la logia Nieves del Ruiz. Gonzalo Restrepo desde el periódico formó una trinchera para defender a sus amigos. También lo dirigió, por cerca de cien ediciones, Bernardo Arias Trujillo, quien publicó páginas citadas como memorables en los anales de las letras caldenses.
El vespertino La Voz de Caldas empezó a circular en 1926, periódico fundado por Arturo Zapata y bajo la orientación de Eudoro Galarza Ossa. De orientación partidista pero acogiendo temas de interés general, promoviendo actividad de corresponsales e incluyendo en sus primeras páginas la mayor parte de sus temas editoriales. Tuvo una meritoria vida hasta 1939 año en que fue cerrado cuando iba en el Número 3.546.
(...) A mediados de 1921 apareció La Patria, diario fundado y dirigido por Francisco José Ocampo y que ha perdurado hasta hoy. Tiene bandera política pero sirve los intereses de la comunidad y ha señalado con su vida la evolución técnica para el periodismo manizaleño así como también ha estado al tanto de campañas y obras que ha defendido o por las cuales ha propendido ahincadamente.
Según Félix Henao Toro, “sus orientaciones han cambiado de acuerdo con las distintas personas que lo han dirigido, entre ellas Silvio Villegas, pero siempre ha cooperado en las empresas cívicas y ha mantenido abiertas sus columnas a quienes desean expresar algo que convenga a los intereses de los colombianos.”
El número elevado de escritos de corte literario y el afán de los escritores por dar a conocer su pensamiento, por lo demás interesante en la época, en las páginas de estos periódicos, hizo que se empezara a conocer a la ciudad como el Meridiano intelectual de Colombia.
Ahora bien, son las páginas de La Patria y las de la revista Cervantes, en asocio con la Editorial Zapata y luego la revista Atalaya, de Gilberto Agudelo, donde se va a dar el campo de difusión y testimonio de la inteligencia caldense, en su literatura, en su ideario político y en sus gestas cívicas.
Grecolatinismo o Grecoquimbayismo
Es en esta generación (Tercera) donde se da el grecolatinismo o grecoquimbayismo, según Mejía Duque (otros autores llaman a sus cultores grecocaldenses o grecobarrocos). Es bueno acotar lo que Octavio Jaramillo Echeverri plantea sobre este grupo literario:
“Esta generación trascendió al plano nacional y cuenta con magníficos escritores, profundos filósofos, inspirados poetas, connotados ensayistas, excelentes cuentistas y escultores espléndidos. Generación ésta que junto con la de Aquilino, se ha incrustado en la historia de Caldas y del país, observándose que un buen número de sus representantes han sido hombres públicos de figuración nacional. El balance de la Generación del 30, apenas va a comenzarse. (...) Aunque todos se han destacado como castizos escritores, no hay que dejar de reconocer que algunos han sido alambicados y majestuosos”. (Jaramillo Echeverri, 1988, págs.. 31-32).
Deben su nombre al escritor boyacense José Mar, quien oyó en el parlamento una de aquellas oraciones magistrales de Silvio Villegas, llenas de citas de autores griegos y latinos, y derramó sobre ellos el agua bautismal: “los grecolatinos”. Y cuando se escuchó en el Quindío la elocuencia encendida de Joaquín Estrada Monsalve, traductor de Valery, surgió el nuevo apelativo de “los grecoquimbayas”. (Suárez Corrales, 1993, pág. 26)
Una síntesis de las características del “Grecolatinismo”, escrita por Sulma Inés Suárez (1993), nos ayuda a tener una visión más clara de este estilo. Veamos:
• Fue tenido como un “grupo” intelectual y político que hizo su aparición en Manizales, a las alturas de 1930.
• Rafael Maya fue tal vez, el primero en ubicar a “ciertos” escritores dentro del calificado “Grecolatinismo”.
• En ciertos momentos fue tenido como sinónimo de maléfico, hueco, de relumbrón.
• En efecto, sus integrantes fueron un séquito de gentes retóricas y pomposas, oradores metafísicos, estremecidos y concursantes.
• No interpretaron en su literatura al pueblo, ni esclarecieron sus problemas. Fueron titanes de la metáfora y al parecer, nada más, según Antonio Álvarez Restrepo.
• Tuvieron al poeta Guillermo Valencia por espejo, lo mismo que a los simbolistas.
• Antes que grecolatinos deben llamarse “Neo parnasianos”, anota Octavio Jaramillo Echeverri.
• En Caldas, el fenómeno es analizado desde diferentes ángulos: económico-social y cultural, por Jaime Mejía Duque; arquitectónico y cultural, por Octavio Jaramillo Echeverri; y arquitectónico y literario, por Javier Calderón Rivera, quedando otros enfoques no menos importantes de José Vélez Sáenz, Antonio Mejía Gutiérrez y otros.
• El Grecolatinismo es tenido como el culpable de la pérdida del “yo” de la tragedia colectiva en la arquitectura, al trasplantar estilos y características ajenas al proceso histórico de la región. Acabando con lo nuestro e imponiendo otros estilos fuera del tiempo y el contexto histórico-cultural de Caldas.
• Mientras los antioqueños se aferraban a la fidelidad de sí mismos, los caldenses nos perdíamos por los vericuetos de una imitación literaria, arquitectónica y social imposible.
• He ahí pues, la pérdida del “yo” detectada dolorosamente en la arquitectura de Manizales.
• La transformación humanística de la ciudad se inició a raíz del centenario, cuando los Grecolatinos aún estaban en el cénit.
• Una verdadera cultura no puede alejarse de la realidad. Pero, paradójicamente, los Grecolatinos, que tuvieron el privilegio, en un medio pastoril y sin recursos en abundancia, de leer los clásicos, viajar y ocupar las altas dignidades que dispensa el Estado, en lugar de atender y dar nuevos impulsos vitales a su medio, se alejaron de él y dieron comienzo al proceso de alienación.
• Los Grecolatinos nos daban la impresión de poseer la cultura universal, y efectivamente, andaban por doquier recitando a los clásicos. Pero, ¿quien dijo que los clásicos existen para ser recitados?, tomarlos únicamente para eso, es lo que produce el corte, la inversión de valores, que nos aleja de nosotros mismos.
• La formación literaria de nuestros Grecolatinos se realizó en las escuelas del decadente modernísimo, bajo la sombra aplastante y no siempre benéfica del maestro Guillermo Valencia. Hay un verso de éste que es como una radiografía de todo el problema: “Sacrificar un mundo para pulir un verso”. “Mundo” aquí debe entenderse por realidad. Y a cambio ¿de qué puede sacrificarse la realidad? Muy simple: sólo a cambio de la irrealidad.
• Es por otra parte la renuncia a la crítica como elemento sine qua non de toda literatura que se aprecia de auténtica.
• Es en la arquitectura de la capital caldense donde se detecta mayormente esa pérdida del yo colectivo.
• Pero en la narrativa también es palpable esa pérdida del yo, de una manera que muchos ni sospechan: por exclusión. Es decir, la narrativa moderna ni siquiera existe hoy en Caldas. Mientras en otras partes de Colombia (a partir de Cien Años de Soledad) se palpa un cierto florecimiento de ese género, como un intento para atrapar la compleja realidad colombiana, los caldenses brillamos en ese panorama por nuestra ausencia.
• A propósito: coincidimos con Jaime Mejía Duque, en que el mejor escritor caldense es Rafael Arango Villegas. Hubiera habido varios como él, y de prurito no estaríamos en la encrucijada donde nos llevaron los Grecolatinos. El humor fue su arma, la que le permitió tomar conciencia (muy rudimentaria, pero la única posible en ese momento) de su realidad, sin escaparse de ella.
• Arango Villegas se metió entre lo nuestro y lo agarró por la cola con humor descomplicado, como éramos nosotros. Cumplió una labor en cierta manera semejante a la de Carrasquilla en Antioquia. Sólo que este último marcó en ese momento la cultura en su región, mientras que aquél lo sepultaron las solemnidades y pedanterías de los Grecolatinos, que con el pecho inflado, un aire como de poseer toda la cultura universal y las manos entre el chaleco, se fugaban a la estratosfera, arrastrando consigo a los caldenses.
• Pero con este sentido anecdótico podemos agregar que cuando Arias Trujillo escribió su célebre carta a una reina de belleza (Josefina Dugand), y publicó su Risaralda, el Grecolatinismo pasó a ser “Grecoquimbayismo” por el fuerte contenido indiano, tropicalista, de la obra de Arias, según José Vélez Sáenz.
Sobre este movimiento se dieron diversas opiniones, algunas positivas y otras negativas. Veamos:
Para Adalberto Agudelo Duque, era "un grupo minoritario, aristocrático y burgués, compuesto por políticos doblados de escritores que cambiaron ruana por corbatín de seda, comían caviar y se emborrachaban con aguardiente de caña".
José Jaramillo Mejía lo califica como un “estilo rico en expresiones ampulosas, y abundante en adjetivos y en citas de Virgilio, de Horacio y de Ovidio”.
Para Javier Calderón Rivera fue un movimiento literario que trabajó "una literatura escapista que negaba o simplemente desconocía la realidad circundante. Su formación literaria se realizó en la escuela del decadente modernismo, bajo la sombra aplastante del maestro Guillermo Valencia".
Jaime Mejía Duque, uno de nuestros más consagrados ensayistas, denomina a este grupo como Grecoquimbayas, buscando sus raíces en nuestra propia fisonomía étnica. Para él, el movimiento grecolatino fue "el resultado de exigencias primordialmente retóricas y oratorias. En sentido lato era una literatura ociosa".
Para Otto Morales Benítez son "altos símbolos de lo que es la grandeza en la literatura del departamento. No hay para qué derrumbarles el plinto. Son, sin ninguna duda, nuestro orgullo". Y en otro escrito agrega: “Gozaban de un sentido estético empinado y exigente... estaban para anotaciones acerca de las campanas europeas o para contar, con fina gracia mental, cómo eran los sentimientos más nobles del hombre... pero escapaban de lo propio sumergiéndose en lo estético sublimado”.
Según Belisario Betancur: “Los grecolatinos disentían y volcaban su discrepancia arrebatada sin mirar las glorias patrias, no obstante las salvaguardias, en favor de los ismos de la vanguardia europea. Y lo hacían para liberarse. Aquella nueva generación caldense tuvo tal peso específico que a cada muchacho que nacía bajo la herencia de aquel verbo le resultaba necesario, como en el sicoanálisis freudiano, matar a los padres fundadores.”
Abel Naranjo Villegas dice: "tuvieron un poder de suscitación formidable y emanciparon la mentalidad para atreverse con autores, problemas, imágenes y estilos".
Estos conceptos comprueban el interés que su estilo literario despertaba. Sin embargo, todos coinciden en que fue un grupo de hombres inquietos, con una mentalidad abierta hacia las expresiones culturales europeas, que recogía un poco de los postulados estéticos del modernismo, concluye José Miguel Alzate (2002).
En el grupo sobresalieron: Silvio Villegas, de verbo huracanado; Fernando Londoño Londoño, orador magistral; Antonio Álvarez Restrepo, escritor de estilo aquilatado; Arturo Arango Uribe, consumado periodista; Gilberto Álzate Avendaño, tribuno prodigioso; Arturo Zapata, editor destacado; Rodrigo Jiménez Mejía, eminente magistrado; Ramón Marín Vargas, periodista virtuoso; Francisco José Ocampo, brillante expositor y Alberto Mendoza Hoyos, experto administrador. Fue una generación brillante, sin lugar a dudas.
A todos los integrantes de este grupo los identificaba una misma preocupación: escribir bien, en un lenguaje altisonante, con adjetivos precisos, con citas de autores griegos y latinos. Todos eran seres humanos dotados de grandes virtudes, entre ellas la inteligencia. Su inquietud mental se irradiaba en todos los campos del saber.
Sobre su oratoria escribe José Miguel Alzate (2002):
“La elocuencia, el brillo de las metáforas, la elegancia de los períodos, el rigor gramatical, el buen manejo de los adjetivos, fueron una constante en la obra de estos valores caldenses. En Silvio Villegas la palabra tomaba connotaciones artísticas. Porque jugaba con los sustantivos, con la sonoridad de la frase, con la contundencia de los adjetivos. Cuando Silvio Villegas hablaba se silenciaba el auditorio. Fernando Londoño Londoño, por su parte, fue un verdadero esteta de la palabra. En su oratoria se destacaba, además del timbre magnífico de la voz, su versación literaria; el verbo resplandecía en sus labios.
Gilberto Alzate Avendaño, igualmente, estremecía los cimientos del capitolio con su verbo huracanado. Su palabra era como una lanza al viento que se disparaba en todas direcciones, demostrando su carácter indómito; con su fuerza expresiva se congraciaba con las multitudes que lo aclamaban, y con su inteligencia promovía debates históricos en el parlamento. Estos tres nombres fueron, de su generación, los que más sonaron en el país”.
Los demás se quedaron en la provincia, entre sus recuerdos, apegados a sus montañas caldenses. Marcaron, definitivamente, una época en la política nacional. Los grecolatinos se tomaron las páginas del diario La Patria para dictar desde allí verdaderas cátedras literarias. Al decir de Hernando Salazar Patiño, simbolizaban "el esteticismo aristocratizante, el afrancesamiento, la tendencia intelectual derechista". Se les señala, incluso, como admiradores de Hitler, Franco y Mussolini.
Los autores y obras más representativas de esta Generación, son: Silvio Villegas Jaramillo (1902-1972, De Ginebra a Río de Janeiro, Ejercicios Espirituales, La Imitación de Goethe, La Canción del Caminante y No hay enemigos a la derecha), Fernando Londoño Londoño (1910- El Proceso de Cereté), Arturo Arango Uribe (Ciento ochenta días en el frente), Gilberto Alzate Avendaño (1910-1960, Las Mejores Páginas, Elogio de las campanas, 40 años de opinión, y Las memorias de un Grecolatino arrepentido), Bernardo Arias Trujillo (1903-1938, Risaralda, En carne viva, Por los caminos de Sodoma, Diccionario de emociones), Jaime Robledo Uribe (Antología en Prosa y Verso), Adel López Gómez (1900-1989, Claraboya, Por los caminos de la tierra, El Costumbrismo, La noche de Satanás, El hombre, la mujer y la noche, Ellos eran así y El retrato de Monseñor), Rodrigo Jiménez Mejía (1904-1978, Tierra Buena, y Conferencias), Luis Alzate Noreña (1889-1939, Símbolos rotos), Luis Donoso o Roberto Londoño Villegas (1893-1957, De reojo y de perfil. Por el lado flaco y Charlas), Francisco Jaramillo Montoya (Angustias) y Daniel Echeverri Jaramillo (1908-2002, Tierra negra, La muñeca mágica, El alma en el carriel y Poemas).
Gilma de los Ríos Tobón, Maruja Vieira y Gloria Inés Peláez
De Periódicos y Revistas
Renacimiento Literario (1920). Revista que estuvo a cargo de Roberto Londoño Villegas -Luis Donoso- y Tomás Calderón -Mauricio-. Bolívar, otra publicación que dirigió Horacio Botero Isaza, su orientación fue literaria y pretendió circulación internacional. Revista Colombiana de Revistas (1924), Guillermo Camargo la fundó y estuvo al frente de la dirección. Se ocupó preferencialmente del tema literario y le encontramos la citación de haber sido la primera revista ilustrada con la cual contó Manizales.
Cervantes (1929), con este sugestivo, escueto y comprometedor nombre, salió el primer número en abril de 1929, bajo la dirección del editor y hombre de letras Arturo Zapata. Primera revista lujosa que tuvo Manizales tanto por su presentación editorial como por la planta selecta de colaboradores con la cual contó. Su portada y contraportada siempre fueron a color y contenía, además de un excelente material y de su pulcra presentación gráfica, fotografías de la ciudad y de las más lindas mujeres de la región.
En su primer número, presentado por Aquilino Villegas, se dice que la revista “busca presentar unas cuantas páginas de lectura agradable, de entretenimiento discreto y de buen gusto, y sobre todo un trabajo editorial impecable que mostrará ante propios y extraños hasta dónde puede llegar la preparación de nuestros obreros y empresarios en esta clase de labores artísticas.” Y de verdad así fue.
Los primeros escritos fueron de: Tomás Calderón, Nazario Restrepo Botero, Roberto Pizano, Armando Palacios, Raquel Sáenz, entre otros. El valor de cada ejemplar, que salía cada mes, era de $0.20. A partir del número 23, de abril de 1931, se empezó a publicar en Bogotá donde sólo subsistió hasta el número 27, de agosto del mismo año, donde su propietario, Arturo Zapata, en un sentido editorial de despedida, afirmó que:
“… renunciamos a Manizales, a la acaricia amable y fresca de los nuestros y vinimos a Bogotá a consagrar nuestros deseos, resueltos a sofocar con valor y escepticismo todas las inclemencias. Hoy, aclimatados ya al cilicio y resueltos a ser constantes con nosotros mismos, ensayamos un paréntesis de silencio a nuestra labor en Cervantes… Cervantes inicia una discreta temporada de silencio, cuyo diámetro acortaremos en beneficio de nuestros ideales permanentes.”
Así, con estas emocionadas palabras, se despidió de sus numerosos lectores una revista que por espacio de tres años deleitó a los amantes de la buena literatura y a los admiradores de la belleza. Se cerró, de esta manera, una revista que fue orgullo de los intelectuales manizaleños (Arboleda González, 1999, pág. 6)
Asimismo, es bueno anotar que Arturo Zapata, según palabras de Adel López Gómez:
“(…) fue el único editor de Colombia. El único por cuanto en aquellos días ya lejanos sólo existían en esta patria nuestra los simples impresores de cuadernos, opúsculos, afiches, etiquetas y papeles comerciales y aún de libros, por cuenta de los comerciantes y los autores de obras mayores, con la total responsabilidad de quienes tales quijotadas económicas acometían, con los consiguientes peligros –me refiero a los escritores– que a tan descabelladas aventuras publicitarias correspondían.
Arturo fue el primer impresor que, por sus propios medios, asumió la empresa de editar libros por cuenta propia, en una pequeña ciudad de provincia, a sabiendas de lo que ello significaba ruinosamente desde el punto de vista del dinero. Una heroicidad increíble a la cual nadie hubiera escatimado el calificativo de absurda (López Gómez, s.f.).”
Ilustración (1931), revista literaria cuya fundación y dirección correspondió a don Víctor M. López. Apareció en 1931, a los pocos días de haber desaparecido Cervantes y su formato y características editoriales, lo mismo que sus colaboradores, fueron casi los mismos de aquella. Se han conocido varios ejemplares, entre ellos el número 24. No se sabe en qué fecha dejó de circular.
Caldas Contemporáneo. Revista de orientación literaria, fundada y dirigida por Alberto Trujillo Escobar, el día 16 de marzo de 1935. Su primer número publicó textos de: J.B. Jaramillo Meza, José H. García, Roberto T. Velásquez, Leonardo Quijano, quien fue un colaborador constante, Alberto Cardona Jaramillo, Antonio Álvarez Restrepo, Emilio Paredes y Luis Alberto Sánchez.
Aparecieron 10 revistas, la última en diciembre 23 de 1935. Tenía como Cervantes e Ilustración, una agradable sección de fotografías, denominada “Belleza Colombiana”, dedicada a exaltar a la mujer. Otros de sus asiduos columnistas fueron: Blanca Isaza de Jaramillo, Rogelio Escobar Ángel, Bernardo Mejía Rivera, Félix Henao Toro, José Manuel Cardona, Camilo Orozco, Antonio J. Arango, Gilberto Agudelo, Jorge Salazar y Ricardo Arango Franco, entre otros. Sus temas preferidos eran los de carácter literario, aunque también publicaba artículos sobre religión, ciencia e historia.
Crónica (1934). Primer radio-periódico en Manizales y en Colombia, lanzado a través de Radio Manizales; dirigido por Arturo Arango Uribe, quien tuvo redactora social en Lucrecia Villegas de Echeverri y redactor deportivo en Elías Quintero Vallejo.
Atalaya. El 26 de septiembre, bajo la dirección de Gilberto Agudelo, empezó a circular esta Revista literaria que llegó a ser tan famosa como la revista Cervantes, dado el valor de su contenido. Tuvo una vida medianamente larga para este tipo de publicaciones, casi 10 años. Reunió el llamado Grupo Atalaya, integrado por escritores nuestros y foráneos.
Los colaboradores del primer ejemplar fueron: José Jaramillo Giraldo, Camilo Orozco, Rogelio Escobar Ángel, Arturo Cañaveral, Benjamín Tejada, Jesús Rodríguez, Luis Cabal y Manuel Hernández. Su director siempre escribía artículos en la revista. Se publicaron hasta junio de 1944, 144 números.
Civismo. Revista de carácter cívico, de propiedad de la Sociedad de Mejoras Públicas, fundada por Roberto Londoño Villegas –Luis Donoso–. Tuvo un primer período de actividad literaria, pero luego se declaró en defensa de los intereses generales de ciudad y departamento (Díaz, 1989)
Cuarta Generación, Años 40
Más librepensadora, renovada por los aires de la revolución socialista rusa y de acentos indoamericanos, fue estimulada por Camilo Orozco y Antonio J. Arango. Tuvo como medios de expresión a la revista Atalaya y otras publicaciones fugaces. El periódico Diario de la Mañana, de Ramón Marín Vargas, le dio beligerancia en sus páginas.
En esta época empiezan a sonar nombres que años después logran su consagración literaria, como Ovidio Rincón Peláez, Otto Morales Benítez, José Hurtado García, Antonio Cardona Jaramillo, Adel López Gómez, Danilo Cruz Vélez y Rubén Sierra Mejía.
Según José Miguel Alzate, “esta generación se aparta un poco de la influencia grecolatina. Son menos grandilocuentes y no recurren a las citas de autores griegos y latinos con tanta frecuencia. De allí surge Uriel Herrera Giraldo, considerado el último grecolatino, que apenas en 1973 logra publicar su primer libro, Las cartas de Fray Gerardo. José Hurtado García se consagra como novelista al publicar su obra Ciudad sin río. Y Samuel Jaramillo Giraldo, autor de la novela Morrogacho, publicada en México en 1963, empieza a estrenar sus armas literarias.
Es a finales de esta década cuando Otto Morales Benítez publica su primer libro, Estudios críticos, que es bien recibido por la crítica literaria. Adel López Gómez se consagra como uno de los maestros del cuento con la publicación en 1927 de su libro Por los caminos de la tierra, título que es refrendado posteriormente con sus obras El niño que vivió su vida, Cuentos del lugar y la manigua, El diablo anda por la aldea y El retrato de Monseñor, entre otros”, concluye Alzate.
Esta Generación fue menos sofisticada y ya no es tan fuerte la influencia grecolatina. Sus exponentes ahondaron más en la cuestión social escribiendo con estilo castizo pero con más inteligencia y profundidad y cuando actuaron como oradores, sus discursos fueron pronunciados con menos teatralidad y sin tanta solemnidad académica (Fabio Vélez Correa, 1993, pág. 31)
De Periódicos y Revistas
Manizales (1940), segunda publicación con dicho nombre conocida en nuestra ciudad. Su fundador-propietario fue el poeta-periodista Juan Bautista Jaramillo Meza y su colaboradora permanente y co-directora su esposa Blanca Isaza. Es la revista que más ediciones ha alcanzado en la ciudad. Su primer ejemplar salió en octubre de 1940. Orientación netamente literaria y circulación tanto nacional como internacional.
Fernando Mejía Mejía, Óscar Jurado y Jaime Echeverri Jaramillo
La Mañana (1941). Director-fundador de este periódico fue el Dr. Ramón Marín Vargas, quien luego fue gobernador de Caldas. En épocas de censura llevó el nombre de Meridiano. La orientación que recibió fue partidista pero no por ello dejó de incluir páginas y temas relacionados con el diario acontecer. Sobrevivió hasta 1950. Virtud y Letras (1942), revista que tuvo aparición casi siempre con carácter trimestral; orientación religiosa y literaria, era enunciada bajo la responsabilidad de los Padres Claretianos departamento (Díaz, 1989)
Quinta Generación. Años 50. Grupo Milenios
Este grupo literario, también llamado “Generación del medio siglo”, surge en torno a la revista Milenios que pretendía hacer sentir la presencia de una juventud estudiosa que buscaba con fervor y con su conducta modificar a la burguesía y sus creencias, en un sincero movimiento al servicio de una revolución espiritual y estética. Siempre fueron guiados hacia un fin común: la Fe y la creencia en una iglesia alejada de toda mediocridad, de todo aburguesamiento, en donde todos deben compartir los mismos ideales sin existir superiores ni inferiores (Molina Franco, 1984, págs. 7-8)
Asimismo, según Otto Morales Benítez (Juegos Florales, 1996):
“Los milenios, como lo dice Hernando Salazar Patiño en su admirable página de crítica literaria, Dos Generaciones tenían ‘acendrado medievalismo intelectual... catolicismo intransigente y teologismo laico’. Se nos vuelve a presentar el problema religioso. Es aspecto que hay que escudriñar, sin que se enciendan voces de condena y de reprobación de los levitas. Matiz extrañísimo, al cual he querido agregar antecedentes esta noche, que demanda un pulso firme para juzgar tanto poder de contradicción entre los arrebatos místicos y los dulzuras paganas. Esta dicotomía singulariza la posición mental caldense”, concluye el ensayista.
El grupo fue conformado por Rafael Lema Echeverri (1912-1966, Elevación y Caldas en la poesía), Francisco Jaramillo Montoya, Samuel Ocampo Trujillo, Jorge Santander Arias (1924-1974, Óbice, El juicio particular, y Subrayados), Ovidio Rincón, Jesús María Castaño, Héctor Valencia Velásquez, Javier Ángel Maya y José Vélez Sáenz (1915-1997, Vidas de Caín, Las llaves falsas, De la tragedia del humor y del absurdo y El secretario de Honorio V), quienes contaron con la colaboración de Alberto Londoño Álvarez (1926-1992, De la música, la enfermedad y los perfumes, La siesta del fauno y Poemas de la ausencia y la presencia), Fernando Arbeláez (El humo y la pregunta, La estación del olvido y Serie China y otros poemas), Arturo Gómez Jaramillo (1922-1987, Cinco grandes odas de Paul Claudel y Las iluminaciones de Rimbaud,), Hernán y Mario Villegas Galarza.
El primer número de la revista Milenios salió en julio de 1950 y fue recibido con gran aceptación por la profundidad de sus temas y el enfoque filosófico de sus páginas. A mediados de 1951, con el número 6, terminó su vida literaria esta revista y sus gestores y seguidores debieron continuar con su labor intelectual en forma dispersa (Fabio Vélez Correa, 1993)
Y por último, de acuerdo con José Miguel Alzate: “Son muy profundos en su temática. Aunque se alejan un poco del uso continuo de la metáfora, utilizando un lenguaje más llano, conservan su devoción por la estética. Y se internan en la lectura de Federico Nietzsche y Miguel de Montaigne con la misma facilidad con que lo hacen con Marcel Proust o con Federico Holderlin. Es un grupo brillante, de ideas renovadoras, con una concepción nueva de la belleza literaria.”
De Periódicos y Revistas
Pago a Todos (1951), programa semanal lanzado por Adel López Gómez a través de la Emisora Electra. Su orientación básica es de sentido literario, pero también acoge temas de interés general. Motiva una anotación especial el hecho de que son los hijos de don Adel, el maestro Adel, quienes integran el cuerpo de redacción de este espacio radial.
Arte y Variedades, Revista de tipo netamente cultural; siempre circuló bajo dirección y orientación que le diera Juan de J. Giraldo. Revista de la Universidad de Caldas (1957), aparece cada cuatro meses y publica textos relacionados con investigaciones y ensayos de los estudiantes y profesores de las distintas facultades (Díaz, 1989)
Sexta Generación. Años 60. Revista Siglo 20
La generación de Siglo 20 buscaba un objetivo específico, poder expresar sus ideas, analizar lo cotidiano de la vida en las diferentes facetas de la cultura y tener su propia revista para publicar ensayos, cuentos y, en general, todas las expresiones del espíritu. Vivían en un mundo conflictivo con cambios protuberantes de la realidad cultural, siendo testigos mudos de la guerra de Vietnam, del hipismo, nuevo movimiento juvenil que surgía en medio de la angustia existencial de la sociedad de consumo, y de los cambios culturales bruscos.
Así lo analiza Otto Morales (1996):
“Los participantes de la Revista Siglo 20, están en medio del torbellino: los conflictos sociales que se evidencian en la vida colombiana; la miseria que grita sus pavorosos dolores colectivos; la guerrilla que inclusive vuelve víctimas a varios seres de la cultura, del deporte, de la juventud de este departamento. Que se apasionan por la soleada gracia de la revolución intransigente: el Che Guevara haciéndoles guiños desde la picardía de sus ojos de visionario continental. La música que los sacudía con otros ritmos; el teatro y la novela norteamericano, son ingredientes que los influyen y proyectan.”
Y lo confirma Hernando Salazar Patiño:
“En plena década de los sesentas entre el nadaísmo y el hipismo, el sicoanálisis y la droga, la revolución cubana y el mayo del 68, el existencialismo y los estructuralistas, las huelgas estudiantiles y el lanzamiento del "boom" latinoamericano, esta generación que nacionalmente ha sido designada en forma tonta como la generación "sin nombre" y en forma desencantada como la generación del "desencanto", tiene en Caldas un nombre propio, la de Siglo 20, por la trascendencia y duración de la publicación que la aglutinó” (Salazar Patiño, Diez Escritores. Dos Generaciones).
Como publicación, Siglo 20 no tuvo una orientación definida y más bien, fue heterodoxa en su contenido, por ello aunque en su época (años Sesenta), se hallaba de moda el existencialismo sartreriano y el nadaísmo, no permitió ser matriculada en ninguno de estos movimientos, aunque aceptaba sus escritos, al lado de artículos de carácter analítico-crítico sobre la religión y su liturgia. Por lo demás, no había preferencias por temas o ideologías políticas determinadas (Molina Franco, págs. 27-28)
Los fundadores de la revista Siglo 20: Jaime Ramírez Rojas, Ariel Franco Jiménez, Hernando Salazar Patiño y Eduardo López Estrada.
La revista Siglo 20 aglutinó toda una generación en Caldas y en Colombia. Tuvo vida en la Universidad de Caldas, Facultad de Derecho. La número 1 salió en mayo de 1963. La dirección inicialmente fue colegiada y estuvo a cargo de: Ariel Franco Jiménez, Jaime Ramírez Roja, Eduardo López Estrada y Hernando Salazar Patiño. A partir de los números 43 y 44, enero-febrero de 1967, aparece como director José Chalarca.
Alrededor de ella se vincularon: Jaime Echeverri, Herman de los Ríos, Adalberto Agudelo, Óscar Jurado, Antonio Mejía Gutiérrez, Néstor Gustavo Díaz, Néstor Galeano, Luis Fernando Mejía, Héctor Juan Jaramillo, William Ramírez Tobón, Jorge Gómez y Adolfo León Gómez, entre otros jóvenes intelectuales.
La revista fue importante porque permitió que muchos creadores tuviesen una tribuna disponible; puso en contacto a la juventud manizaleña con la cultura universal y era, además, pluricultural. De ahí su machote que decía: “Órgano que propende por la recuperación de la Juventud Colombiana”, anota Arboleda González.
Los escritores que escribieron en sus páginas en un principio fueron: Enrique Quintero Valencia (1942, La palabra desfigurada y Poemas de Máximo Gris), Jaime Echeverri (1946, Historias reales de la vida falsa y Reina de picas), José Chalarca (1941, Color de hormiga, El oficio de preguntar, y Marguerite Yourcenar o la profundidad), Alfredo Restrepo Álvarez y Hermann de los Ríos Tobón (cuentista, coautor de Escritores del Occidente de Caldas). A este grupo se sumaron Héctor Juan Jaramillo (1944, Ser Latinoamericano y El festín de un instante), Narcés Alfonso Trujillo, William Ramírez Tobón, Augusto León Restrepo, Antonio Mejía Gutiérrez y Néstor Gustavo Díaz.
También publicaron sus escritos en esta revista: Alba Lucía Orozco, Ángela Botero, Humberto de la Calle, Fernán Osorio A. Además de estos escritores de la generación siglo 20, hubo otros que sin ser contemporáneos, participaron en el auge de la revista, entre ellos: Rubén Sierra Mejía (1937, Ensayos filosóficos, y La responsabilidad social del escritor), Pablo González Rodas (Tres días de oscuridad y Premios Nobel latinoamericanos de Literatura), Jairo Maya Betancur, Hernando Murillo, Hernán Cubillos (1933, Espejismos, y Aguafuertes del trópico), César Londoño Garzón, Alberto Londoño Álvarez, José Vélez Sáenz, Edgardo Salazar Santacoloma, Fernando Mejía Mejía (La inicial estación) y Edgardo Salazar.
Roberto Vélez Correa, Eduardo García Aguilar y Antonio María Flórez Rodríguez
El Nadaísmo
Aunque el nadaísmo como movimiento no tuvo una mayor influencia en los jóvenes poetas caldenses de los Sesenta, si se dio su presentación en Manizales con una ligera reyerta entre los nadaístas y la policía y autoridades de la capital, enemigos de los cambios bruscos de la realidad cotidiana y, sobre todo, de los postulados nadaístas que iban contra el establecimiento y las creencias religiosas.
Al respecto hay un importante texto escrito por Humberto de la Calle que vale la pena incluir en este trabajo:
“El Nadaísmo, como nueva ruptura, un poco agresiva, demasiado irreverente, que vino después, en la época de Siglo Veinte y las Trece Pipas, mezclado de existencialismo y jazz. Un grito angustiado de la generación de los sesenta, que si bien pretendió abofetear al grecolatinismo, no siempre con justicia, tampoco retomó la estética telúrica, sino que más bien se atragantó de la expresión artística de la postguerra, se apropió del lenguaje angustiado del hombre del medio siglo y lo regurgitó en un experimento artístico de variopinto resultado.
(…)
Tratemos de ubicarnos en la década del sesenta, en Manizales. En el plano de lo estético, la literatura hasta entonces giraba alrededor de dos epicentros básicos; uno rural, casi pastoril, y el otro que, o bien atendía a lo lírico, en uno perspectiva idealista: una especie de utopía del amor que se desenvolvía por caminos de dicha con un final feliz inexorable, o se explayaba en añoranzas griegas y latinas.
De repente, la literatura comienza a encontrar a un hombre urbano angustiado, rodeado de miserias –a instancias de la herencia existencialista de la postguerra– con la idea de la destrucción final de la cultura humana, de un holocausto global; sentimiento que quizás no existía antes del descubrimiento de la bomba atómica. La literatura empieza o auscultar un nuevo camino, enmarcado siempre en el ámbito urbano, que se desenvolvía más en la noche, en el ambiente pesado de los bares, en las madrugadas frías; que trataba de descubrir a ese hombre solitario, envuelto en la nada, enfrentado al absurdo. Surgía una expresión lírica desesperanzada; no era el canto romántico tradicional, sino un grito de angustia por la soledad que comenzaba a aparecer en lo vida de los jóvenes de aquel entonces.
La tarea de estos jóvenes –y en esto juega un papel importante el nadaísmo– fue comenzar a romper mitos. No sólo en lo estético, sino también en lo cultural y en lo social. Los golpes del nadaísmo comenzaron a sentirse muy pronto en todas las estructuras sociales. El primer propósito que identificó a los nadaístas fue escandalizar. Era una táctica que buscaba romper la máscara, eliminar la mistificación, colocar a la sociedad en la necesidad de decir la verdad.
Es entonces, en pleno 1960, cuando se gesta la invasión a Caldas por parte del grupo fundador del nadaísmo, movimiento que en Bogotá no tuvo nunca ningún discípulo, como sí los tuvo en cambio en todas las ciudades y aldeas de Colombia, hasta en las más tradicionalistas como Manizales y Popayán, población ésta última que tanto influyó en nuestros 'grecolatinos', como se les llama con acierto, o 'grecoquimbayas', como se les apodaba con aún mayor precisión.
El mismo día de verano llegaron de Medellín Gonzalo Arango y Amílkar U., y de Cali Elmo Valencia y Jotamario, quienes se habían dado cita en la casa de Iván Cocherín.
Su primera intervención pública estaba programada en la Biblioteca Municipal. Pero cuando llegaron nuestros antihéroes la encontraron cerrada con un grueso candado. Entonces vinieron pronunciamientos oratorios en el Parque de Caldas, cercados por camiones llenos de soldados que les apuntaban desde la acera de la Catedral. Los militantes del entonces MRL los tomaron de su mano y los llevaron a beber al barcito que está al frente del periódico La Patria, en compañía del por entonces nuestro William Burroughs, José Vélez Sáenz, autor de Las Llaves Falsas, ahora todo un patriarca.
No faltó el consabido escándalo. Apareció la policía y se llevó a la inspección a los dos mayores, Gonzalo y Elmo, dejando por puertas a Amilkar y Jotamario, quienes en ese tiempo suplicaban a la Fuerza pública que les permitiera compartir el castigo con sus profetas. En vista de que la policía no accedió, Jotamario la sancionó con uno de sus poemas premiados años más tarde, La Policía de Manizales, que en alguna parte dice:
“La policía de Manizales es la policía
menos policía del mundo
es una policía robusta y alucinada
toda poseída de poesía
loca y virginal como una mujer de dos años
o la estampa de la pensión”
Por obra y gracia de su sacrificio y de intrigas de algunos de sus admiradores, los nadaístas fueron invitados como conferencistas de honor por la Universidad de Caldas. La sala está llena a rabiar. Cuando llegan los bárbaros esperados, se dan cuenta de la deferencia de la Universidad para con ellos, no sólo al cederles su salón principal, sino un poderoso micrófono y dos horas de cinta magnetofónica para grabar sus intervenciones. Ellos piensan que se trata al fin del reconocimiento a su genio.” (Humberto de la Calle, Juegos Florales, 1996)
Durante la permanencia de Gonzalo Arango en Manizales le acompañaron siempre Mario Escobar, el periodista y por un ladito Augusto León Restrepo. En cuanto a la obra de los poetas nadaístas de Caldas (si en realidad los hubo), es desconocida, porque ni los poemas de Humberto de la Calle (quien ha confesado en algunas entrevistas haber sido nadaísta y retractarse de los poemas “cometidos”) aparecen en ningún documento o libro de la época.
Las Trece Pipas
Este grupo surgió a mediados de la década de los Sesenta (febrero de 1964), como una respuesta contra el elitismo literario de la época, que giraba en torno a la Casa de la Cultura de Manizales. Así lo recuerda David Henao:
“Entonces apareció la Casa de la Cultura, dirigida por una ‘élite’ intelectual integrada por Emma Arcila, Beatriz Zuluaga, Gustavo Larrea y el locutor Eucario Bermúdez, desde donde se daba una imagen burócrata-cultural para otros que no podían ascender a sus estrados. Se reunían para presentar a alguno de sus consentidos y hacer exposiciones de pintura. Allí no aparecían los jóvenes poetas sin poderes ni pergaminos. Un grupo de éstos, convocado por Óscar Rubio Cárdenas, en franca rebeldía, quiso hacer presión y manifestar el descontento por el marginamiento de muchos que empezaban a destacarse en las letras, la pintura y el teatro”. (David Henao, “Las Trece Pipas y su época”)
Su fundador fue Óscar Rubio Cárdenas. El grupo nació en una pequeña cantina de licores en el barrio Colón. Fue el poeta Hernando Luchini Henao quien se atrevió a dar el primer recital en alegre y espontánea tertulia. Allí comenzó el surgimiento de jóvenes intelectuales como Enrique Quintero Valencia y Narcés Alfonso Trujillo (David Henao, 2009)
En el nuevo sitio, ubicado en la carrera 20 con calles 23 y 24, se fue consolidando la algarabía por las manifestaciones culturales. Vinieron exposiciones, recitales y conferencias, que motivaron la realización del primer concurso de poesía. “Después de un recital sobre poesía taurina presentado por Hernán Jaramillo Jaramillo, las copas abundaban y el grupo radiante, y alegre. Cocherín contó trece de los que al final quedamos, coincidiendo que la mayoría estábamos pipa en mano lanzando metáforas a diestra y siniestra y, con oportuna decisión, bautizó el grupo "Las Trece Pipas" (Henao, 2009).
La tertulia "Las 13Ppipas":
José Helisélder, Narcés Trujillo, César Castro y Dorian Uribe Botero.
El 6 de octubre de 1962, el jurado nombrado para el primer concurso de poesía, compuesto por Camilo Orozco, Octavio Jaramillo Echeverri y Samuel Ocampo Trujillo, dio como ganador a Jamid A. Jaramillo, con el poema "Eco de trompetas".
Durante los años siguientes los ganadores fueron Enrique Quintero Valencia, Luis Fernando Mejía, Fanny González Taborda, Carlos Gómez Cuartas, Pbro. Luis Enrique Sandoya, Alfonso Bonilla Naar, Julio Jáuregui (venezolano), Guido Vidal Rodríguez (peruano) y Carlos Cortés Amador.
Miembros principales fundadores del grupo fueron: Fernando Mejía Mejía, Jorge Santander Arias, Uriel Herrera Giraldo, Dorian Uribe Botero, Humberto de la Calle Lombana, Carmelina Soto, Lucy Puerta, Jesús González, Bernardo Pareja, Alfonso Trujillo Gallego, Samuel Ocampo Trujillo, Mario Villegas Galarza, Antonio Mejía Gutiérrez, Enrique Quintero Va¬lencia, Iván Cocherín, Bernardo Rojas Rojas, Gonzalo Ocampo Trujillo, Ebel Botero Escobar, Carlos Gómez Cuartas, Javier Arias Ramírez, David Henao Álvarez, Camilo Orozco, Jaime Mejía Duque, Mario Vásquez Posada, José Naranjo Gómez, Jorge Carvajal y Arturo Cañaveral.
También contó con la presencia física e intelectual de los siguientes escritores: Heliselder Hernández, Hernán Cubillos, Jaime Valencia Zuluaga, Néstor Galeano, Jahir Cañas Delgado, César Castro, Efe Restrepo y la visita esporádica de otros intelectuales, entre ellos: Alberto Londoño Álvarez, Antonio Mejía, Hernando Luchini, Narcés Alfonso Trujillo, Jaime Vargas y José Vélez Sáenz.
Cuando su fundador, Óscar Rubio Cárdenas, debió viajar a Bogotá por asuntos laborales, las Trece Pipas entraron en receso, pero en esta capital siguió el grupo con intelectuales del viejo y nuevo Caldas residentes allí, quienes se reunían regularmente en el antiguo Café Automático. Allí se creó La Pipa de Oro, un galardón para reconocer los méritos de los escritores nacionales y especialmente caldenses. Los primeros en recibirlo fueron el poeta Carlos Gómez Cuartas, el historiador y folclorista Javier Ocampo López, y el escritor y abogado Horacio Gómez Aristizábal.
En segundo lugar recibieron la Pipa de Oro, Carmelina Soto, Bernardo Pareja, y Alirio Quintero Gallego, este último fue el fundador de la Universidad del Quindío, poeta y escritor muy valioso de ese departamento. Posteriormente recibió la Pipa de Oro, Mario Sirony, y finalmente recibieron dicho galardón las escritoras y poetas Maruja Vieira y Beatriz Zuluaga. La Pipa de Oro era otorgada mediante consulta realizada entre miembros activos y simpatizantes de la Corporación Cultural Las Trece Pipas (Rubio Cárdenas, 2008).
Su producción intelectual se publicó en las páginas de La Patria y aunque no hubo una revista que los cohesionara, no por ello dejaron de marcar una huella en la vida cultural de Manizales y de Caldas.
DE LOS SETENTA EN ADELANTE
Luego del auge de la revista Siglo 20, de la tertulia de Las Trece Pipas que unía a los jóvenes intelectos y escritores de Caldas y el Grupo de Rigoletto, nombre tomado del de un bar que funcionaba frente al diario La Patria en el centro, donde se reunían de tarde en tarde los escritores Néstor Galeano Arias, Orlando Sierra, Adalberto Agudelo Duque, Jorge Eliécer Zapata Bonilla y los hermanos Roberto y Fabio Vélez Correa, para hablar de literatura, arte y libros, se va a dar un proceso de trabajo literario individual, ajeno a las confrontaciones de grupo para el análisis de las obras. Es por ello que ya no se puede hablar de una generación intelectual definida.
Sobre esta generación apunta Jorge Eduardo Vélez Arango: “Mi generación es un cruce de caminos, unos que vienen precisamente del grecolatinismo, otros que proceden del nadaísmo existencialista y otros más que diríase provienen de la pluma carrasquillera.”
También es bueno destacar que durante la generación del 70, hay un hecho importante dentro de la literatura caldense… el Concurso Caldas 75 Años, en el cual sus ganadores en Cuento y Poesía rompen con los cánones tradicionales. De una parte, en Cuento Óscar Jurado, José Chalarca y Adalberto Agudelo Duque plantean una ruptura con los esquemas de la narrativa; y los poetas Rodrigo Acevedo González, Arnobio Maya y Edgardo Escobar, llevan la poesía hacia estructuras más modernas, más vanguardistas.
Ya los autores empiezan a plantear nuevas formas de pintar la realidad y los productos literarios que surgen de sus mentes creativas. Dejan de ser imitadores de la literatura grecocaldense, del costumbrismo y de las formas clásicas de hacer poesía, brindando nueva frescura e imágenes al quehacer artístico.
Octavio Escobar Giraldo, Orlando Mejía Rivera y Adalberto Agudelo Duque
De la Narrativa
Por otra parte, la narrativa generada en Caldas en las últimas décadas del siglo XX y primera del XXI ha sido novedosa, ajena a los lineamientos y forma de los primeros años, cuando aún el nativismo y costumbrismo marcaban la pauta de los textos narrativos, sin verdaderos afanes de experimentación y cambios coyunturales en la forma de narrar. Ello permitió que los nuevos escritores lograran fijar su obra en los círculos literarios nacionales, con publicaciones, análisis críticos y, lo más importante, premios que la exaltaron.
Hay que destacar dentro de esos premios nacionales, los siguientes: Adalberto Agudelo Duque obtuvo en 1994 el Premio Nacional de Cuento convocado por Colcultura con su libro Variaciones. En 1998 este premio, convocado por el Ministerio de Cultura, lo obtuvo el médico escritor Octavio Escobar Giraldo con su libro De música ligera. Y Orlando Mejía Rivera, obtuvo en 1999 el Premio Nacional de Novela convocado por el mismo ministerio, con su libro Pensamientos de guerra. Además, el mismo Adalberto Agudelo Duque ganó en 1998 la Sexta Bienal de Novela convocada por la Fundación Tierra de Promisión de Neiva con su novela De rumba corrida y el Premio Nacional de Novela Ciudad de Bogotá en 2008 con Pelota de trapo. Gloria Inés Peláez Quiceno obtuvo el XXVI Premio Nacional de Literatura (2009), con su novela histórica La francesa de Santa Bárbara. Adrián Pino Varón, fue galardonado con el premio de la XII Bienal de Novela José Eustasio Rivera, por su novela El juego de Archer, en 2010. Y el premio XXVII Nacional de Novela Ciudad de Pereira 2011, resultó ser para Julián Chica Cardona, con la obra Mi querida enemiga.
MOVIMIENTOS LITERARIOS Y EVENTOS REGIONALES
En algunos pueblos del occidente caldense se dieron, por estos años, interesantes movimientos culturales que aglutinaron a los nuevos jóvenes interesados en el mundo de las Letras. Ellos, con los años, fueron los autores que iban a producir y promocionar la literatura de Caldas. La Reja en el Aire, en Anserma y el Círculo Cultural “Bernardo Arias Trujillo”, en Risaralda, fueron dos de esos movimientos. A continuación veremos una síntesis de su funcionamiento y obra desplegada.
La Reja en el Aire
La Reja en el Aire fue un Grupo generacional de Anserma – Caldas (1965 – 2005) que jalonó y buscó abrir un espacio cultural en la Anserma de ese entonces, el cual fue aprovechado para difundir masivamente las inquietudes espirituales, emocionales, culturales y políticas. Entre sus integrantes se recuerdan: Augusto Marín, Jorge Iván Ramírez, Gustavo Loaiza, Ángel Gómez Giraldo, Aníbal Gamboa Z., Edgardo Escobar, Carlos Arturo Ospina H., Darío Usma, Víctor Hugo Vallejo, Guillermo Navarro A., Mariano Ospina H., Fernaín Escobar, Guillermo Valencia, Luis Guillermo Ramírez R., Nancy Escobar, Álvaro Ramírez R. y José Clareth Bonilla Cadavid.
Para José Clareth Bonilla Cadavid:
“(…) A la Reja en el Aire le correspondió un momento histórico especial, la década de los 60s, década de la que tanto se habla y escribe, no somos responsables de nada, porque nos identifica el pacifismo y nuestras armas son las metáforas, no profesamos creencias especiales, por eso, nuestra tolerancia y nuestras alas de libertad, tampoco incursionamos en la política, por eso no fuimos ni somos cómplices del naufragio, nos ganamos la vida con lo que aprendimos, ninguno fue negociante ni generó plusvalores, pero si cometimos poemas y le cantamos al amor y a la vida a nuestra manera y con libertad.”
Según un escrito de Rubén Darío Usma: Entre 1964 - 1966 “La generación registra” se conforma y busca una identidad de grupo, asociación o círculo: AJCA (Asociación juvenil cultural Ansermita) fue su primera identificación adoptando como símbolo un búho “bizco”. A Ángel Gómez Giraldo sus tías le prestaron una pieza en la casa que se encontraba en la manzana de la Cárcel, para las primeras reuniones formales en 1965 y por entonces Fernaín Escobar, siempre matemático y recordado por haber escrito “Parodiado” un hermoso “padre nuestro”, que por muchos meses fue la oración oficial de “La Reja”, cambió el anterior nombre por el de LUPALNE, sigla que según su autor se interpretaba como un discurso panfletario de la época (La unión pro anserma luchando...)
A mediados de 1968 se integran en una sola generación coordinando “La primera semana cultural y artística del Occidente de Caldas” y programando (1969-1972) tres “Congresos de Juventudes Ansermeñas”; dirigiendo (1969-1973) algunos de ellos -Ángel Gómez, Aníbal Gamboa y Z. Álvaro Ramírez- cuatro muestras o festivales de teatro regional o municipal; coordinando (agosto 1969) una empresa cultural liderada por el poeta Herman Lema Atehortúa y denominada ASCULDA (Asociación Cultural, Deportiva de Anserma); constituida mediante resolución No. 1491 de octubre 11 de 1971, cuyo objetivo principal era construir el más grande centro cultural y deportivo del Occidente de Caldas.
– El Periodismo. La Reja en el Aire orientó y formó periodistas, así se concluye de la actual actividad de algunos de sus promotores: Víctor Hugo Vallejo se constituyó en el impulsor de la redacción periodística estimulado por la capacitación obtenida en Vanguardia de Pereira (su inquietud se reflejaría en 20 años como redactor y articulista de la revista nacional VEA). Ángel Gómez G., años después se dedicaría a la profesión de periodista como corresponsal, redactor y columnista, especialmente de los diarios El Otún y La Patria.
Augusto Marín Maldonado, tomaría también como profesión el periodismo en redacción, jefatura de corresponsales, asesorías de comunicaciones, en diferentes medios nacionales; entre ellos La Patria de Manizales y la Universidad de Caldas. Darío Usma Porras, entraría en 1973 a conformar el grupo de reporteros del noticiero radial Plataforma Informativa de la emisora Voz de Anserma. Héctor Londoño López, formado en La Hora, el periódico estudiantil del Colegio de Occidente y las iniciativas de la Reja, conformaría el equipo de redacción de La Patria. Carlos Arturo Ospina, ha llevado su inicial inquietud a colaborador en varias revistas nacionales, en especial de Tradición, familia y propiedad, grupo del cual es principal integrante.
– Publicaciones. Las publicaciones se reseñan así: Ideales, periódico mural 1965-1967. La Reja (1969) Dirigido por José Clareth Bonilla y Gerenciado por Aníbal Gamboa Z., de tinta morada, proceso de impresión de alcohol y cuatro páginas (el mimeógrafo lo había donado el Alcalde Jesús Marín, consumía como mínimo cinco (5) litros de alcohol por edición de veinte (20) ejemplares y de cada cinco (5) números solamente y por lo “borroso”, servían tres para vender a veinte centavos. Éxodo (197l), dos ediciones, cada una con dieciséis páginas, a tres tintas, impreso en Offset en La Patria, de Manizales, en un total de diez mil ejemplares, catalogado como “La obra maestra” de los de La Reja, tenía un valor de un peso. Como anécdota de este periódico, se tiene que solamente se vendieron dos mil ejemplares y el restante se guardó con mucho cuidado hasta que un día (1972), algunos miembros de La Reja lo cambiaron para tomar cerveza en el Club Santana, ante la crítica y estupor de sus compañeros, que no podían soportar el “sacrilegio cultural” de su amada obra. Éxodo se editó en noviembre y octubre de 1971 coincidiendo con el reinado departamental de María Teresa Hoyos Carmona, ansermeña y colaboradora de La Reja.
Papel de Oficio, órgano de difusión de la Casa de la Cultura de Anserma, Caldas, que empezó como periódico en el número 4 (noviembre de 1977) y terminó como revista. Es el medio cultural escrito que más continuidad y publicaciones ha tenido en la historia de Anserma, y la dirección estuvo a cargo de Enrique Quintero, Jaime Ramírez R. y Jorge Eliécer Zapata Bonilla. Contravía, formato de revista editada de octubre de 1985 a junio de 1986, en siete publicaciones, con dirección de José Giraldo M. El Centenario, periódico publicado en tres números de agosto a diciembre de 1987 y dirigido por Rafael Ramírez y J. Albeiro Rudas García. Anserma 450 Años, revista dirigida por Albeiro Rudas G., publicada en 1989, en única edición con motivo de la celebración de los 450 años de la fundación de Anserma.
Esa fue la Reja en el Aire, un movimiento que hizo historia en la cultura de Anserma y que contó en su seno con varios de los escritores que hoy en día juegan su papel trascendente en las Letras de Caldas.
Círculo Cultural “Bernardo Arias Trujillo”
El Círculo Cultural “Bernardo Arias Trujillo”, de Risaralda - Caldas, inició su vida institucional el 29 de mayo de 1970. Fueron sus fundadores Fabio Vélez, profesor del Colegio Integrado María Inmaculada, de quien surgió la idea; Fernando Escobar, Gustavo Cañas, Óscar Díez, Walter Arroyave, Luis Alberto Quiceno, Leonel Gutiérrez, sacerdote Coadjutor, Carlos Santa, Lucero Vélez, Cristina Vásquez, Amanda López, y otros.
Círculo Cultural “B.A.T.”: Gustavo Cañas, Martín Bermúdez,
Fernando Escobar, Fabio Vélez y Pbro. Leonel Gutiérrez
A lo largo de varios años veló por el incremento de la cultura entre las juventudes de Risaralda por medio de sus amenas tertulias, semanas culturales, biblioteca, grupos de teatro y su órgano informativo Ecos. Este era una hoja editada en la Imprenta Apolo, con apuntes relacionados con la historia de Risaralda, los primeros esbozos que más adelante originarían la Monografía publicada por Fabio Vélez Correa con Ovidio Rincón Peláez.
Estos Ecos de una hoja se publicaron así: el Nº 1 (una página), en agosto de 1972; el Nº 2 (una página), en septiembre del mismo año; el Nº 3 (una página) en diciembre; el Nº 4 (una página), en junio de 1973; y el Nº 5, edición mimeografiada de dos páginas, en agosto de 1973.
Luego hubo un largo espacio de tiempo en que dejó de publicarse en editoriales comerciales, porque el Círculo inició una empresa dispendiosa de elaborar a Ecos en hojas tamaño oficio, escritas en máquina de escribir, y las cuales eran fijadas en una cartelera que se ubicó en la entrada de la vieja Alcaldía… Allí se siguió informando, comentando y analizando la realidad de la vida pueblerina.
Vélez Correa fue el Jefe de Redacción de Ecos como Órgano Informativo de la Juventud para Risaralda, donde desplegó una labor intensa y rica de periodismo (como periodista aficionado), en que escribía noticias del pueblo, comentaba situaciones en serio y en broma, relataba algunos textos con corte literario y, para poder hacer todo esto, recurrió a diversos seudónimos que le permitieran escribir hasta dos y tres páginas por entrega.
En 1975 dejó de publicarse Ecos en cartelera… Y el Círculo se silenció durante varios años.
Hacia 1976, compró el Colegio Integrado María Inmaculada un mimeógrafo manual: una caja de madera con su malla de nylon, sobre la cual se colocaba el esténcil, el cual se imprimía pasando un rodillo sobre la tinta esparcida en la malla, hoja por hoja… era un trabajo arduo y sucio por lo de la entintada, luego de imprimir unas cien hojas, terminaba uno con tinta hasta en las orejas…
Esta “imprenta” rudimentaria fue la base para la labor periodística que iba a emprender el Círculo Cultural. Allí imprimió los primeros ejemplares de Ideas, el periódico estudiantil que marcó una época en la cultura de Risaralda (guardadas las proporciones), y que luego fue la simiente para Ecos, una gaceta cultural. Dirigida por Fabio Vélez Correa, contó con la colaboración de Gustavo Puerta Vásquez y de Roberto Vélez Correa, quien se iniciaba como periodista con su seudónimo Roan Vel.
Y en 1980, el colegio cambió el mimeógrafo manual por un Rex Rothary, una máquina que funcionaba con electricidad y que permitía hacer un trabajo mejor y con menos trabajo artesanal como con el anterior. Y surgió en el Círculo la idea de aprovechar este equipo para revivir a Ecos como una gaceta literaria. Ya no sería un periódico informativo sobre la realidad de Risaralda, sino el medio eficaz para dar a conocer los primeros textos literarios de los miembros del Círculo, poemas, comentarios de arte, ecología, salud y vida cultural de Risaralda.
Director de la Gaceta fue Fabio Vélez Correa y contó con la colaboración de Germán Ocampo Correa en la Redacción y de Jorge Vélez Correa, en los trabajos de ilustración.
El 23 de abril de 1983, ingresaron al Consejo Editorial de Ecos los jóvenes escritores Roberto Vélez Correa y Jorge Eliécer Zapata Bonilla, quienes ya empezaban a dar que decir en el ámbito literario de Caldas, por medio de sus colaboraciones periodísticas publicadas en el diario La Patria, y los libros que publicaron en ese tiempo. Asimismo, se recibieron escritos de los poetas Óscar Jurado e Ildefonso Buitrago Arango, y del novelista Adalberto Agudelo Duque.
Con su participación, Ecos empezó a vislumbrarse en los ámbitos culturales del occidente caldense, como un medio serio y valioso de edición del pensamiento y la creatividad de las juventudes de la región, asimismo, como la ventana positiva con que el Círculo Cultural se daba a sus lectores.
Los escritos de Amanda Ávila Cortés, Martha Cecilia Vinasco Guzmán, Germán Ocampo Correa, Carlos Eduardo Acevedo Ramírez, Gabriel y Jorge Vélez Correa, entre otros, fueron constantes y empezaron a definir sus estilos literarios y las temáticas afines a sus espíritus… Algunos de ellos, con los años crecieron y se dieron un nombre reconocido en el ambiente cultural de Caldas.
La Gaceta dejó de publicarse en 1984. Su proyección a las gentes fue la posibilidad de difundir el legado cultural, literario y cívico que dejara el Círculo Cultural “B.A.T.” para las generaciones futuras. Algunos de sus integrantes, los hermanos Fabio, Roberto y Jorge Vélez Correa y Germán Ocampo Correa, son reconocidos hoy en día como intelectuales y artistas de valía.
El Encuentro de la Palabra,
en Riosucio (Caldas)
Los "Encuentros de la Palabra" nacieron en el año de 1983, como una iniciativa para darle aliento a la vocación cultural de los riosuceños y desde su nacimiento se propusieron recrear y difundir el pensamiento, la cultura, la historia y los legados orales ancestrales. Cabe destacar que siempre se ha enfatizado su proceso de difusión entre los niños y jóvenes, permitiendo así que el legado no desaparezca, sino que por el contrario, permanezca vivo.
Lo anterior se ha logrado a lo largo de 28 versiones, destacando que en las primeras ocho ediciones, cuando existían la Imprenta Departamental de Caldas, se obtuvo la impresión y difusión de los libros con los temas, poemas y ensayos presentados por los escritores locales y los invitados especiales del orden nacional.
La importancia de este evento reside en que la comunidad es protagonista y testigo de su propio destino y memoria histórica, como lo señala el pensador Otto Morales Benítez, quien complementa diciendo que el Encuentro permite “... volver la mirada hacia el pasado no para apreciarlo con sentido estático, sino para señalar caminos hacia el porvenir. Es en consecuencia el papel de la microhistoria y la investigación regional, parte esencial para establecer el destino de la historia nacional...”
El escritor Rafael Humberto Moreno-Durán, quien asistió en dos oportunidades al Encuentro, afirmó:
“Pocas veces la provincia se arroga los más altos privilegios de la capital. Tradicionalmente ignorada, asediada por ancestrales urgencias, la provincia suele apoyar sus expectativas en lejanas y no siempre satisfactorias decisiones centralistas. De ahí que sorprenda cómo, de espaldas a la abulia metropolitana la provincia asuma un programa y lo lleve a feliz término en cumplimiento de una gestión autónoma que debería ser más frecuente y aleccionadora...”. (Tomado de Página del Encuentro en internet)
De otro lado, el escritor Álvaro Pineda Botero, en la presentación del libro Memorias del “VI Encuentro de la Palabra”, en el marco de la Feria Internacional del Libro en Bogotá, afirmó: “El Departamento de Caldas en general, y particularmente la ciudad de Riosucio, han sido abanderados de la causa regional. El cultivo de los valores comarcanos, la exaltación de los hombres de valía y de sus eventos colectivos, han sido objetivos importantes de sus dirigentes”.
El Encuentro de la Palabra ha contado con la presencia, entre otros, de los escritores y ensayistas: Otto Morales, Benítez, Julián Bueno Rodríguez, María Cristina Laverde, Manuel Mejía Vallejo, Augusto León Restrepo, Fernando Cruz Kronfly, Darío Ruiz Gómez, Orlando Mora, Alfredo Cardona Tobón, Jorge Eliécer Zapata Bonilla, César Valencia Trejos, José Manuel Arango, Silvia Aponte, Tobías Díaz, Carlos Héctor Trejos, Octavio Hernández Jiménez, Rafael Vinasco Trejos, Rafael Humberto Moreno-Durán, Raymond L. Williams, Isaías Peña Gutiérrez, Rocío Vélez de Piedrahita, Guiomar Cuesta Escobar, Hernando Restrepo Duque, Juan José Hoyos, Adalberto Agudelo Duque, Harold Alvarado Tenorio, Jaime Jaramillo Escobar y Juan Manuel Roca.
Juan Carlos Acevedo Ramos, Flóbert Zapata Arias y Conrado Alzate Valencia
Encuentro de Escritores de Filadelfia
El Primer Encuentro de Escritores Caldenses fue realizado el 23 de abril de 1987 en las instalaciones del Colegio Oficial Integrado con notable acogida por parte de la ciudadanía y con sonado éxito, gracias a la participación y acción del pueblo filadelfeño y al auspicio del Instituto Caldense de Cultura, dirigido en ese entonces por el señor Mario Amariles Ruíz.
Su finalidad era aglutinar y destacar a los escritores caldenses, permitiéndoles difundir y analizar su obra con los estudiantes y gentes del municipio, permitiéndoles generar proyectos creativos y motivarlos a una mejor promoción de la lectura.
La idea de su realización se debió a Misael Toro Arias, quien ha sido organizador y promotor de la mayoría de sus ediciones. Cabe destacar que este evento ha involucrado a muchas personas e instituciones y ha acogido a numerosos escritores de la región quienes han tenido la posibilidad de leer sus textos y compartirlos con docentes y estudiantes de las escuelas y colegios del municipio, en el área urbana y rural.
Ha contado con la presencia afectiva e intelectual de los escritores: Jorge Eliécer Zapata Bonilla, Ángel María Ocampo, Juan Alberto Rivera Gallego, Antonio José Gómez, Antonio María Flórez, y Conrado Cataño, Germán López Velásquez, Flóbert Zapata Arias, José Fernando Machado, Miguel Giraldo Rodas, Néstor Gustavo Díaz, Alberto Gallego Estrada, Antonio López Vélez, Fabio Vélez Correa, Alberto Zuluaga Giraldo, Germán Ocampo Correa, Ofelia Ramírez, Antonio Mejía Gutiérrez, Emilio Elíver Hoyos, Rafael Urrea, Leonidas Amaya, Juan Carlos Acevedo Ramos y Julián Chica Cardona, entre otros.
Concurso de Cuento Breve
“Municipio de Samaná”
En 1989, algunas personas, entre ellas, Alberto Urrego y Luis Ángel Loaiza, crearon el Concurso de Cuento Breve “Municipio de Samaná. Luego, en 1991, llegó de Bogotá a Samaná, a encargarse de la recién fundada Casa de la Cultura, la publicista samaneña Martha Gladys Arroyave Montoya, y el concurso tomó nuevos y definitivos rumbos.
En 1996 el Fondo Mixto para la Promoción de la Cultura y las Artes de Caldas, publicó el libro Concurso de Cuento Breve “Municipio de Samaná”. Casa de la Cultura, 7 años de vida literaria… Y los que vienen…, que reúne en sus páginas a los ganadores de los distintas ediciones de los años anteriores, entre los que se destacan: Octavio Escobar Giraldo, Hernán Altuzarra del Campo, Eduardo Ruiz Martínez, Carlos Ramiro Vallecilla, Julio César Londoño y Christian Arias Flórez.
Este concurso permitió la posibilidad a numerosos narradores de presentar sus textos y llegar a tomar un nombre en la literatura al erigirse como ganadores del mismo, de ahí su importancia.
Centro de Escritores de Manizales
“Roberto Vélez Correa”
En 1993 se creó el Centro de Escritores de Manizales, una entidad que buscaba cohesionar y confrontar a los escritores del Departamento, sus obras y el público lector. Durante 19 años ha celebrado anualmente los Nuevos Juegos Florales, evento literario que ha contado con mantenedores de la talla de Belisario Betancur, Juan Luis Mejía, Otto Morales Benítez, María Mercedes Carranza, Humberto de la Calle Lombana, Gloria Luz Gutiérrez, Ramón Cote Baraibar y Juan Gustavo Cobo Borda.
La poesía, la dramaturgia y la narrativa más contemporánea, han hecho parte del evento literario más antiguo de la reciente historia literaria en Manizales. Los nombres de los más altos escritores del país y del departamento han dado a conocer sus ideas, opiniones y sus obras en auditorios, teatros, bibliotecas, colegios y universidades de Caldas contribuyendo a la consolidación de nuestros escritores en el plano nacional.
En su aniversario número 13 da un giro como acto de gratitud con un hombre que como ningún otro le apostó a las nuevas letras de Caldas, ese hombre es Roberto Vélez Correa, tras su temprana desaparición en febrero de 2005, la Asamblea General Ordinaria decidió adicionar su nombre al del Centro.
Desde 1993 el Centro de Escritores de Manizales “Roberto Vélez Correa” ha fortalecido e impulsado el trabajo intelectual de los escritores de Caldas. Para ello ha realizado las siguientes actividades:
Talleres de escritura creativa, Conferencias, Seminarios de narrativa, Mesas redondas, Encuentros con la Historia Regional, Lectura a viva voz de poesía, cuento, crónica y novela, Talleres de promoción y animación a la lectura, Conversatorios, Concursos de cuento, novela, poesía, ensayo y dramaturgia, y Ciclos de cine y literatura.
Cabe destacar, que a lo largo de 20 años han sido numerosas las figuras del mundo literario que han pasado por los eventos del Centro de Escritores, entre otras están: Jairo Aníbal Niño, Juan G. Cobo Borda, Laura Restrepo, Samuel Jaramillo y los poetas: Alexis Gómez, República Dominicana; Hassan Ali Teleb, Egipto; Peter Christian Loidl, Austria; Jacques Roman, Suiza; Norma Wanless, México; Otoniel Guevara, Salvador; Ana Luis Amaral, Portugal; Mario Rivero, Rogelio Echavarría, José Manuel Arango, Julián Malatesta, Henry Luque Muñoz, Fernando Denis, Hugo Jamioy Juagibioy, Alejandro García, Santiago Mutis, Omar Ortiz, Gabriel Jaime Franco, Flobert Zapata, Ángela García, Rafael Urrea, Rómulo Bustos, César Herrera, Edgar González y Orlando Sierra.
Por último, podemos concluir que el Centro de Escritores de Manizales “Roberto Vélez Correa” ha tenido 20 años de actividades en pro del desarrollo literario de Caldas y de Manizales.
VII Nuevos Juegos Florales y I Festival Nacional de Poesía: Carlos Arboleda G., José Manuel Arango, Fabio Vélez C., Rogelio Echavarría, Jorge Eliécer Zapata B. Y Flóbert Zapata A., durante un homenaje realizado a los poetas Arango y Echavarría, organizado por el Centro de Escritores de Manizales (1999)
De Periódicos y Revistas
Aleph (1966), revista literaria de circulación nacional e internacional, tenida hoy por hoy, como la primera en su género en el país. La fundó y es su director el Doctor Carlos Enrique Ruíz Restrepo. En ella han publicado sus ensayos los escritores más connotados, muchos de ellos docentes de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Caldas, y articulistas nacionales e internacionales. Se han publicado 163 números (diciembre de 2012)
En la parte inicial de una entrevista que se le hizo y que aparece en la página de internet de Aleph, se dice:
“(…) Carlos-Enrique Ruiz quien un día cualquiera en el lejano 1966 le dio por hacer una revista, muy seguramente por hacerle un homenaje a Borges o a las tantas Beatrices que se pasean por el mundo y desde ese entonces no se le ha evaporado el empeño por mantenerse allí, recopilando versos, hablando con los amigos, diseñando las páginas y yendo a la imprenta para darle nuevamente luz a su publicación que periódicamente recibimos con enorme alegría y leemos, una y otra vez, a veces con paciente impaciencia porque nos acosan los horarios, los trancones, las facturas y los atardeces.” (Revista Aleph, en internet)
Caldas Cultural (1980), revista literaria, emitida en la Imprenta del Departamento. Fue su directora inicial doña Isabel Mejía de Vélez, y su publicación no pasó de dos o tres números con información que tocaba con el desarrollo literario de la región. Planes y Palabras (1984), publicación que sale a cargo del Taller de Literatura y Extensión Cultural de la seccional de Universidad Nacional en Manizales.
Hipsipila (1985) Revista de la Universidad de Caldas. Su primer número apareció en 1985, fue dirigido por Alfredo Bernal y el número 2, por Carlos Alberto Ospina. Desde el número 3 hasta el 10, aparecido en diciembre de 1998, fue orientada por Roberto Vélez Correa. Hipsipila marcó un hito en el desarrollo de las publicaciones culturales de la región, por ser un medio que permitió la publicación de poemas, cuentos, textos artísticos y reseñas de libros, tanto de la comunidad universitaria como de escritores ajenos a ella.
Correo de los Carrapas. Wadis Echeverri Correa, el llamado Comandante de “Los alzados en almas”, nombre que le fuera endilgado por Mercedes Carranza, la gran poeta colombiana, edita una revista, casi de su propio peculio, llamada Correo de los Carrapas, en honor a los aborígenes de su región, dispuesto a perpetuar los valores autóctonos y menospreciando de paso, las veleidades citadinas. Lleva unos cien números editados.
De Wadis escribió Roberto Vélez Correa:
“Wadis es, sin remedio, un adalid de causas, presumiblemente perdidas. Años atrás quiso hacer política sin ser político, lo cual es un imposible categórico. Aún así, llegó al concejo de La Dorada y lo intentó en su pueblo natal en las últimas elecciones para esta corporación. Por ahí anda impertérrito, como un Quijote, porque tiene figura de hidalgo cervantino, con sus flores y guayabas criollas que regala a sus amigos en la esquina menos pensada de la ciudad. Desborda de energía y de locura, aunque sus malquerientes quisieran que sus delirios fueran producto del desquicio mental y no de la efervescencia creadora.
(…) Wadis, el Comandante Carrapa, líder de los Alzados en almas, mantiene enhiesta su adarga de poesía contra los molinos de la racionalidad. Muy pocos le creen, en cambio muchos sí nos admiramos de su solitaria cruzada que entre más busca la solidaridad, más suspicacia e insolidaridad genera. Vale por Wadis.” (Vélez Correa, “Los alzados en almas”, 2004)
La característica de su revista es que publica en ella poemas y pequeños textos literarios de escritores de la región, y aún de talla nacional, en forma manuscrita y editados en un sistema elemental de offset. Su material publicado es un rico legado de los autores publicados, porque permite reconocer su letra de primera mano y la forma en que se estampa en sus textos.
Papel Salmón. Surgió en el diario La Patria hace unos 20 años, como suplemento literario para la edición dominical, continuando la labor realizada en años anteriores por la Revista Dominical, Dominicales y Fabularia. Su nombre lo tomó del color del papel inicial empleado para su edición. En un principio era de formato universal y luego pasó a tamaño tabloide.
Wilson Escobar, Ramón Pineda, Laura Victoria Gómez, Carlos Augusto Jaramillo, Gloria Luz Ángel y Fernando Alonso Ramírez, quien fuera su editor, son algunos de quienes han estado al frente de este medio cultural, el cual está lleno de retos para los cambios que enfrentan no solo las empresas culturales, sino el periodismo.
Sobre la temática publicada en papel Salmón, diversa y creativa, escribe Fernando Alonso Ramírez, quien fuera su editor:
“Cada uno de quienes pasamos por Papel Salmón le aportamos un sello, según las propias afinidades. Esto le dio un vuelo más alto porque no se estancó en un espacio para mirar solo lo que pasaba en el campo de las bellas artes, sino que se abrió a la crónica y otras formas narrativas, al gasto en la cultura, al medio ambiente, a la ciencia, al derecho, a la política, a la historia y, aunque siguen marcando la batuta las expresiones culturales, nada más universal que los temas que puedan tocarse en Papel Salmón, y ese es tal vez su fuerte en una época en que los límites desaparecen, en que la taxidermia es considerada arte, en que el concepto es más importante que la muestra como tal, en que la palabra va mucho más allá de como todos conocemos su significado”. (Ramírez, “Ventana del Periodismo Cultural”)
Según Carlos Augusto Jaramillo, Papel Salmón:
“Ha sido el espacio para dar a conocer durante los últimos años la producción literaria de la región. Allí fueron publicados por primera vez muchos de los que hoy se consideran escritores, además ha sido una ventana para la crítica, la reseña de libros y el debate, este último mermado en general por una idea extendida de que quien práctica la crítica caerá inevitablemente en desgracia. De ahí que la mayoría de las críticas se usen para palmear la espalda de los amigos o para reseñar libros con eufemismos que ocultan que esencialmente no hay nada bueno que decir sobre ellos. Los autores tampoco parecen darse cuenta y hasta agradecen.” (Jaramillo Parra, “Por una literatura parricida”, 2011)
Y para concluir esta nota breve sobre Papel Salmón y su papel en el desarrollo y difusión de la literatura caldense, que mejor que incluir una nota apreciativa del poeta y novelista Adrián Pino Varón: “A Papel Salmón mi generación le debe poco más que un tributo, pues en sus páginas crecimos y seguimos creciendo, conocimos un poco de más allá cuando la provincia parecía absorbernos, y aprendimos que la inmortalidad sí es posible con la palabra.”
Caldas (1986), es una revista de aparición irregular; apareció en tres épocas, la última de las cuales se inició en diciembre de 1986, numerada con el 17 y dirigida por Bonel Patiño Noreña. Siendo publi¬cación de Manizales, en su tercera etapa apareció en la capital del país. Se le tuvo para publicación de hechos administrativos y luego se convirtió en revista de tipo cultural.
La Ensalada, Bernardo Cano “Berceo” inventó, por decirlo así, en agosto de 1986, La Ensalada, periódico de tamaño mínimo, editado por el sistema de mimeógrafo, con un cabezote en donde se leía “periódico clandestino pero bueno... circula sin pedirle permiso a nadie”. Practicaba en forma especial el sarcasmo.
Universidad de Caldas, llama una revista que aparece como “Órgano de Divulgación de Investigaciones realizadas en la Universidad de Caldas”. Su aparición es irregular; tuvo publicación de su más reciente salida bajo el número 3, en el último trimestre de 1986, bajo la dirección del profesor Luis Enrique García Restrepo.
Erga-Omnes, revista de periodicidad trimestral, órgano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Caldas, hizo su primera apa¬rición en marzo de 1987. No tiene director, pues únicamente figura Co¬mité de Redacción, integrado por Rigoberto Rivera Ocampo, Ariel Tobón Montoya y Enrique Quintero Valencia.
En la presentación de su índole dice: “Ideas que puedan contribuir en forma positiva al despertar de la ciencia jurídicas”. Publicaba temas culturales y sobre el movimiento de la actividad universitaria.
Quehacer Cultural, es un tabloide de aparición mensual, lanzado en 1987, dirigido por Virginia Santander Arias y que se presentó como el “Órgano del Comité Inter-institucional Cultural”. Sus artículos y comentarios giran en torno a la actividad cultural, sobre todo de Manizales, logrando una labor que los demás medios poco más implementan. Luego de 28 años de publicación continua, ya va en el Nº 301 (marzo de 2013)
Sobre Quehacer Cultural escribió Roberto Vélez Correa:
“Es un medio especializado con un público propio que lo aguarda con verdadera expectativa para tomarlo gratuitamente de las bibliotecas y oficinas culturales de la ciudad. Allí se cumple una función trascendental para el tejido comunitario, como lo es informar acerca de la programación cultural de Manizales y de paso ofrecer notas críticas sobre música, plástica, teatro y literatura.” (Vélez Correa, “Los Cien números de Quehacer Cultural”, 1995)
Sinismos. Era una separata de Quehacer Cultural que empezó a publicarse en julio de 1992, bajo la dirección del escritor Octavio Escobar Giraldo y coordinada por María Virginia Santander M. En diciembre de 1996 empezó a ser dirigido por el poeta Uriel Giraldo Álvarez, quien la sostuvo hasta el número 29 de noviembre de 1998.
Fue una publicación de carácter literario y que utilizó sus páginas para publicar poesías, cuentos breves, pequeños ensayos y documentos relacionados con la vida cultural y literaria, no sólo de la región sino del mundo. Marcó una época por la posibilidad que brindó a los poetas noveles para difundir sus creaciones líricas.
Juegos Florales, es una Revista plegable de Literatura publicada por el Centro de Escritores de Manizales “Roberto Vélez Correa”, dirigida por el poeta Juan Carlos Acevedo Ramos, con la coordinación de María Virginia Santander M., y que circula con Quehacer Cultural. Publica poesía, cuento, ensayo y crónica.
Su finalidad, esbozada en su presentación de la edición Nº 001, de mayo de 2002, planteaba: “(…) abrir una nueva ventana para la difusión y consolidación de los escritores que habitan nuestra ciudad, nuestro departamento y nuestro país; los mismos que edifican con sus poemas, cuentos, ensayos y novelas la nueva Babel literaria de Manizales y Caldas”.
S
obre Juegos Florales anota Carlos Augusto Jaramillo que “este es un espacio que ha dado más de una oportunidad a aquellos con talento y sin lugar para publicar. Sin embargo, siguen brillando por su ausencia el debate, la crítica y comentarios certeros sobre las publicaciones en la región o de escritores de la misma”.
Hasta la actualidad se han publicado 119 números (marzo de 2013)
Musa levis. Plegable con énfasis en poesía, publicado a partir de junio del 2004, cuando se publicó el Nº 01. Con una Dirección Colegiada, tiene como su mayor promotor al poeta Flóbert Zapata Arias y fue editado inicialmente en Editorial Manigraf. Hoy en día se edita en la nueva editorial y ha contado con la Coordinación Editorial de Rubén Darío Galeano Martínez. Se han publicado 36 números.
Julio César Correa Díaz, Orlando Sierra Hernández y Juan Alberto Rivera Gallego
LA APOTEOSIS DE LA POESÍA
Sin lugar a dudas, el género literario que más ha surgido y se ha desarrollado en los últimos años, es la Poesía (con mayúsculas), gracias a que es un género que permite su difusión en medios sencillos como revistas, periódicos o folletos, de bajo costo para sus autores. De ahí la gran cantidad de libros de poesía (que no exceden las setenta páginas), folletos y demás que circulan en el medio. ¿Su calidad?, es otro cuento.
Casa de Poesía Fernando Mejía Mejía
La Casa de Poesía Fernando Mejía Mejía fue fundada hacia 1990 en Manizales, gracias a la gestión de doña Gloria Marulanda de Mejía, viuda del poeta, como homenaje al salamineño Fernando Mejía Mejía (1929-1987), el poeta más representativo y reconocido de Caldas a nivel nacional. Fue dirigida con dedicación por María Inés Gallego y contó con la coordinación de talleres y programación del poeta Flóbert Zapata Arias.
Dentro de su proceso formativo y difusor de la poesía, la Casa de Poesía inició una línea editorial con poemas de poetas representativos y ganadores de sus concursos anuales y ensayos de escritores comprometidos con la crítica literaria regional. Entre 1992 y 1998 logró editar los siguientes libros:
Celebración de la nube, de Orlando Sierra Hernández (1992), Copia del insecto, de Flobert Zapata Arias (1992); Caballo de sombras, por Álvaro Marín Arias (1992), El Jardín de la sonámbula, de Carlos Vásquez Tamayo (1994); Balizadores del desierto, de Arturo Uscátegui Maldonado (1994); Rumbos, de Nelson Romero Guzmán (1994); Poemas de amor y desamor, de Carlos Héctor Trejos Reyes (1994); Del Lado cinco de mi corazón, de Dominga Palacios (1995); Esta Belleza inexplicable, de Edgardo Escobar Gómez (1995); Un bosque flotando entre ciudades, de Fernando Mejía Mejía (1995); Insistencia en la tierra, de Uriel Giraldo Álvarez (1998); La nueva poesía de Caldas –De cara a la posmodernidad– (Ediciones Vellón de Nube 2); y Diez Escritores. Dos Generaciones, de Hernando Salazar Patiño (Ediciones Vellón de Nube 3)
Para hablar del impacto social y cultural que durante una década dejó la Casa sobre el tejido comunitario de Manizales, comenta Roberto Vélez Correa, “basta con mencionar que de sus talleres de literatura salieron las nuevas generaciones de escritores que a su vez alimentan el proceso formativo en las Casas de la Cultura del municipio. Quienes participamos de la actividad cultural en Caldas, llámese narrativa, crítica, historia, arte plástico o música siempre acudimos a su espacio acogedor y por eso reconocemos su protagonismo en la animación de la actividad estética de esta capital de provincia.” (Vélez Correa, “La Casa tomada definitivamente”, 2001)
De los Talleres de Poesía y Antologías
Otro factor que ha permitido el surgimiento de numerosos poetas y “facedores” de versos, ha sido la realización de talleres de poesía dictados por poetas reconocidos en el plano departamental, como Juan Carlos Acevedo Ramos y Conrado Alzate Valencia, en algunos municipios del departamento y que han publicado, al final de los mismos, antologías sustentadas sobre las nuevas voces de la lírica regional. Veamos los más importantes:
– Las voces de la aldea. Poetas de Palestina
Son doce los nombres que vuelven a cantar desde Palestina, "La Colina Iluminada de Colombia", a favor de Caldas en el coro de la literatura nacional, y muchos los colores que vamos a descubrir en estas páginas.
La poesía que plantean los autores, según Juan Carlos Acevedo, “bien podemos abordarla desde el rigor de la poesía finisecular, donde la métrica o la rima hacen presencia con poemas que están construidos con conocimiento de causa y no por algo tan técnico sin poesía”.
Poetas: J.J. Arboleda, James Gómez Murillo, William Ocampo, Antonio María Osorio, Gloria Inés Sánchez, Leidy Paola Cardona, Karen Sulay Toro, Carlos Uriel Bueno, Julián Andrés Rodríguez, Luis Fernando Ramírez, Carlos Alberto López y Luis Ernesto Holguín.
Sandra Romero Obando, Diana Patricia Toro Ángel y Mariela Mahecha Buriticá
– Bitácora del ángel. Poetas de Riosucio Es un proyecto que contó con el apoyo de Ociel Gärtner Restrepo (Alcalde de Riosucio) y los poetas de ese municipio, entre ellos Conrado Alzate Valencia.
Según Juan Carlos Acevedo, “en los poemas que conforman esta antología, existe la polifonía propia de cualquier conjunto de escritores que ven su trabajo silente sumarse al de otros para edificar esa Babel literaria que tanto hace falta en nuestras letras.” Los temas que descubrirá el lector son sencillos como los oficios del hombre, el milagro del amor y sus pesadillas totales y el asombro propio del hombre (en este caso artista) ante el indescriptible universo que no acaba de habitar.
Poetas participantes: Alberto Salazar Hoyos, Conrado Alzate V., Jaime Diego Cataño Trejos, Ociel Gärtner Restrepo, Roberto Hernán Calvo Ladino, Oliverio Tapasco, Yebrail Trejos, Edgar Trejos Velásquez, Magdalena Calvo de Valencia, Miguel Vargas García, Jorge Palomino Agudelo, Armando Morales Benítez, Arcesio Zapata Vinasco, Carlos Héctor Trejos Reyes, Aníbal Alzate Chica, Beatriz Morales E., José Hermides Guevara Hernández, Alberto Ospina Ángel, Humberto Suárez Obando Luisa Marina Olaya Parra, Guiomar Cuesta Escobar, Jesús Alejandro Gärtner Trejos, y Jairo Alberto González.
– La Poesía en manos de los jóvenes. Poetas de Chinchiná
Producto del Seminario taller “El Barco Velero de la poesía”, programado por Liliana García Ramírez, Directora de la Biblioteca Pública Municipal, y realizado por Carlos Arturo Valencia Montoya, un grupo de jóvenes “plasman en sus escritos sus vivencias más íntimas y personales y las convierten en canto, en queja, en reclamo. Unas vivencias fruto de la época que les ha tocado vivir y que les ha marcado los senderos del comportamiento afectivo y amoroso, el cual interpretan como entrega sin límite, que los hace vivir con un ansia desbordada y así lo cuentan y así describen sus emociones: Con sinceridad, con valor y sobre todo con sentimiento”, según el tallerista.
Es una obra que va a confrontar a estos poetas del pueblo de Chinchiná con sus lectores y que les permitirá, de acuerdo con sus intereses, seguir en el mundo de la poesía o diluirse en el olvido si no persisten en el mismo.
Los Poetas del Seminario taller: Diego Alejandro Sánchez Galvis, Alejandra Durán Gómez, Wilmar Henao Pérez, Catherin Buitrago García, Deicy Milena Castro Rubiano, Jazmín Alejandra Henao Villegas, Cristian David Becerra, Leidy Yuliana Gómez Noreña, Lizeth, Oscar Iván Acosta, Maribel Montoya Buitrago y Jenny Alejandra Vargas.
Generaciones o movimientos poéticos
Aunque no existe una generación visible que agrupe a los poetas de los Setenta en adelante, algunos críticos literarios y antologistas han dado en dar algunos nombres a los mismos, en ocasiones con base en su realidad vital y creativa, o en posibles estilos que los asimilen y hermanen. Veamos algunas de ellas, surgidas de publicaciones que andan vigentes.
– Poetas Tóxicos
Surgen en el plegable Sinismos, Año 4, Nº 15, de 1995, dirigido por Octavio Escobar, quien los presenta en sociedad con sus primeras toxinas líricas, unos poemas con manifiesto incluido, el número dos (no sabemos del uno, a menos que lo hayan saltado adrede), donde consignan su credo nihilista de nuevo cuño.
Su idea básica era mirar en forma irreverente la poesía clásica y la de los poetas de la comarca, intentando ser irreverentes, contestatarios, y un tanto bohemios. Para Roberto Vélez Correa “son el producto de una sociedad desarticulada, escindida, desorientada, hastiada de escándalos, eufemismos y buenas maneras.”
En su Edicto-Manifiesto hay cosas de este calibre: “Nuestra poesía... envenena la grandeza del hombre”, pues según su estética “la poesía puede verter su elíxir en todas las cloacas donde quiera habitar, sirviendo de ducto que ayude a excretar lejos del mundo lo que es del mundo, pues la poesía es cosa de demonios o ángeles degollados”.
Así es la cosa con los poetas Carolina Urbano Guzmán, Marco Elías Ospina M., Hernán Mauricio Trujillo H. y Carlos Andrés Quintero, un cuarteto de cuidado que intentó “infectar cada débil de espíritu”.
– La Generación Invisible
Flóbert Zapata llamó La generación invisible a la antología que recoge a poetas que escriben en su época y que son de la región, pues todos ellos estuvieron, la mayoría sigue estando, por fuera de los grandes círculos de escritores en Colombia. La invisibilidad de sus nombres no se compadece con sus trabajos poéticos, anota Carlos Augusto Jaramillo.
En cuanto a los narradores, Orlando Mejía Rivera fue más lejos y los denominó, no solo a los del Departamento, sino a los del país, la generación mutante, que representaban una “estética de ruptura con respecto a la narrativa colombiana tradicional”. Sin embargo, aquellos a quienes nombró en su libro que eran de Caldas, siguen padeciendo de una extraña inmaterialidad, aun cuando han publicado por fuera del país y tienen prestigio en el ambiente literario (Jaramillo Parra, 2011).
En este grupo de escritores que están después de los 40, hay algunos narradores con reconocimiento, como Octavio Escobar Giraldo, Orlando Mejía Rivera, Adalberto Agudelo Duque, Eduardo García Aguilar, Darío Ángel, El flaco Jiménez, Gustavo López, Mercedes Valencia, Uriel Giraldo, Antonio Leyva, Carlos Héctor Trejos y Orlando Sierra Hernández.
Según el juicio de Roberto Vélez Correa:
“Es evidente que La generación invisible adopta un tono expresivo más calmado, de una serenidad debidamente razonada y en la cual se involucran los grandes misterios del ser. No sé hasta qué punto se pueda hablar de una autoconsciencia lírica, sin embargo, cuando se repasan los poemas de los siete, es fácil advertir que la emoción ha sido dominada en buena parte, si bien las temáticas no puedan diferenciarse en unos y otros, donde claro está, no podría faltar, el amor. Ninguno lo evita y por el contrario insiste en escudriñar sus posibilidades metafóricas y existenciales, al igual que lo hacen con el tiempo, la esperanza, la soledad, la angustia o el desengaño.” (Vélez Correa, “La Generación Invisible. Siete poetas por cada generación”, s.f.)
– Los Novísimos
Otra antología de Flóbert Zapata, Novísima poesía, recogió hace unos años algunos escritores, todavía en ciernes, y de menos de 40 años, más de 200 nombres aparecen en aquella recopilación, pero sólo continúan escribiendo, de manera más o menos continua, Adrián Pino, Juan Carlos Acevedo Ramos, Víctor Hugo Fajardo, Juan Carlos Salazar y Juana María Echeverri.
Esta generación se hizo, sobre todo, en la Casa de Poesía Fernando Mejía Mejía, que fue un hito en la ciudad en cuanto a talleres de formación literaria; su biblioteca, que hoy reposa en la Universidad Autónoma, sirvió de referente a cientos de jóvenes que buscaban la Casa de Poesía para ver películas, prestar libros, conversar sobre lo divino y lo humano o simplemente tomarse un trago en un bar que por sus historias se sigue recordando: Ojo de agua, que estaba ubicado en el primer piso.
Esta es una generación que se deshizo rápidamente, de las grandes antologías, fueron muy pocos los que siguieron escribiendo y muchos más los que se dedicaron a la docencia o a otros oficios, casi todos miran con nostalgia aquellos días de los Poetas Tóxicos, un grupo que se dedicó a realizar manifiestos literarios y a burlarse de las buenas maneras poéticas, con excepción de Carolina Urbano, hoy ninguno de ellos escribe (Jaramillo Parra, 2011).
Encuentro Regional de Poetas
Evento realizado bajo la coordinación de Jorge Eliécer Zapata Bonilla, en Supía, Caldas. El primero se llevó a cabo en 2010 y ya va en la Tercera versión. Su importancia radica en la posibilidad que permite a los vates, de confrontar su obra lírica ante el público regional y difundir algunos de sus poemas en los libros Memorias, de los cuales se han publicado 2:
Voces de la Poesía Regional, con poemas de Juan Carlos Acevedo Ramos, Germán Ocampo Correa, Ovidio Restrepo Álvarez, Ricardo Zapata Bonilla, Alba Lucía Hernández Carvajal, Leandro Loaiza Largo, Aracelly González Calvo, Guillermo Ramírez Pérez, César Durán Vanegas, Josefa Duque Montoya, Emilio Santacoloma Gärtner, Sergio Giraldo Ramírez, Conrado Alzate Valencia, Víctor Hugo Fajardo Garcés, María Soledad Cardona Toro, John Jairo Cañaveral e Idelfonso Buitrago Arango.
Y Poetas en el Paisaje Cultural Cafetero, con textos poéticos de Dorian Hoyos Parra, Juan Alberto Rivera Gallego, Uriel Giraldo Álvarez, Jorge Andrés Calvo Izquierdo, Diana Toro Ángel, Luis Aníbal Grajales, Alcy Doney Calle, María Ligia Acevedo, Gustavo Loaiza Loaiza, Julián Chica Cardona, Diego Gutiérrez Mejía, Luis Ernesto Henao Buitrago, José Fernando Arias Ávila, Guillermo Iván Saldarriaga, Ibán de Jesús Alarcón y Felipe Agudelo Hernández.
Carlos Héctor Trejos Reyes, Leandro Loaiza Largo y Felipe Agudelo Hernández
Los Ciberpoetas
Es la nueva generación de poetas que han utilizado la red como medio para difundir su obra poética. Y ello, porque las posibilidades económicas no les permiten acceder al papel. Lo hacen a través de blogs personales, las redes sociales o de páginas especiales como:
kadaberexquizito, coordinada por Leandro Loaiza, que publica todo tipo de contribuciones de jóvenes escritores; lapipademagritte, musalevis, santosoficios y el blog escritorescaldenses, entre otros, donde también se dan cita no solo los jóvenes sino todos aquellos que escriben y hacen parte de esta comarca.
En el 2010 y editado por la Corporación Cultural Sísifo, apareció El Vacío como llenura. 20 poetas contemporáneos, obra donde algunos ciberpoetas colombianos, en amplia camaradería y complicidad literaria, fijaron en el papel y con tinta sus creaciones. Por Caldas hicieron parte de este libro: Ricardo Gabelo Lara, Andrés Mauricio Gómez González “Shocko”, Lukas Gutiérrez Montoya, David Ignacio Jaramillo, Leandro Loaiza Largo, Juan Felipe López Giraldo, Lorena Madrid y María Camila Narváez.
En 2012, la Universidad de Caldas publicó Poca Tinta. Antología de Ciberpoesía, hecha por el poeta Leandro Loaiza, hace posible tejer una red virtual para atrapar los nombres y los poemas que se incluyen en este libro. En esta nueva antología de Ciberpoesía colombiana los autores solo pueden apostar por un poema que muestre al lector sus múltiples rostros.
Según Juan Carlos Acevedo, este libro “hace coincidir estética y cronológicamente a un puñado de nuevos nombres, de nuevas tendencias. Muchos de los poetas que conforman este libro ya empiezan a tener un nombre sólido y reconocido en los ámbitos literarios nacionales. Ya gozan de nombradía en lo local y lo regional y claro, el factor que los reúne en este libro, es decir el ciberespacio, los hace poco a poco habitantes de la aldea global.”
Los ciberpoetas: Felipe Agudelo Hernández, Lucas Gutiérrez Montoya, Sergio Blandón Quintero, Mónica Andrea Valencia Echeverri, Ibán de Jesús Alarcón Marín, Diana Toro Ángel, Mary Luz Montoya Sáenz, Juan Felipe López Giraldo, Carlos Andrés Colorado Franco, Juanita Hincapié Mejía, Alexander Aguirre Arcila, Lorena Madrid García, Leandro Loaiza Largo, María Camila Narváez, Mariela Mahecha Buriticá, Carolina Fernanda Gärtner Restrepo, Sandra Viviana Romero Obando, Carolina Villa Londoño, Camilo Ramírez Meza, Alexander Ramírez Loaiza, y Sandra Marcela Gómez Chica.
Y hasta aquí llegamos con este ensayo breve sobre la realidad literaria de nuestra comarca... Falta mucho por decirse o poco, es cuestión de criterio. Mejor, dejémoslo así.
A MANERA DE CONCLUSIONES
Luego del anterior recorrido por las generaciones, grupos y movimientos de la literatura caldense, queda un aire de optimismo hacia adelante, porque así se hable de crisis en la lectura, no hay crisis en la escritura… Sigue habiendo mentes libres, creadoras y ansiosas de compartir sus escritos.
Al contrario de lo que se pensaba y aún se escribía en los años 60, por parte de algunos críticos anclados en el pasado, que veían a la nueva literatura como inexistente o de poco valor artístico, los años y las publicaciones demostraron lo contrario… La nueva literatura era vanguardista, marchaba al ritmo de los movimientos nacionales y de las ideologías contemporáneas, dejando de lado el ancestro costumbrista, rural, y parroquiano de antes de los 50.
Hoy en día esa literatura, esos libros, ese pensamiento y ese entusiasmo son los que tienen a Caldas en un sitial adecuado dentro del panorama literario nacional, y a sus escritores rodando con sus libros por Europa y los países latinoamericanos. Ya tenemos una literatura que empieza a contar entre la crítica especializada, poca es cierto, pero ahí está.
Y desde estas páginas de Impronta queremos hacerle un reconocimiento, difundiéndola, destacándola y presentándola ante los lectores con sus valores y sus falencias, con sus autores y sus obras y, lo más importante, con su historial añejo de pequeñas y grandes realizaciones.
VII Nuevos Juegos Florales: Poetas del Mundo: Alexis Gómez Rosas (República Dominicana), Jorge Eliécer Zapata B., Fabio Vélez C., Carlos Eduardo Marín O., Flóbert Zapata A., Peter Christian Loidl (Austria) y Asan Ali Teleb (Egipto), Fondo Cultural del Café (1999)
Bibliografía
- ACEVEDO RAMOS, Juan Carlos (2012) “Poca tinta, antología de ciberpoesía”. En La Patria, Papel Salmón, Edición 1.019, mayo 20 de 2012
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