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PRESENTACIÓN DEL LIBRO


TESÓN DE UNA ESTIRPE
Catedral Basílica Metropolitana de Manizales

Escrito por el Presbítero Horacio Gómez Orozco





El Presbítero Horacio Gómez Orozco es Doctor en Derecho Canónico, Postulador para las Causas de los Santos y Abogado Rotal. Realizó sus estudios en Bogotá, en la Pontificia Universidad Javeriana y en Roma en las Pontificias Universidades: Gregoriana, Lateranense y de la Santa Cruz y en el Vaticano: en la Rota Romana y en las Congregaciones para los Sacramentos y para las Causas de los Santos.

Licenciado en Teología y Diplomado en Bioética de la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán (Hospital Agustín Gemelli de Roma), también es diplomado en Roma: En Arqueología, en el Pontificio Instituto de Arqueología Cristiana; en Arte Sacro, en el Instituto Superior de Arte Sacro Beato Angélico; Estudió Liturgia y Edificios para el Culto en el Ateneo Pontificio San Anselmo de Roma. Además es Diplomado en Cultura Latinoamericana en la Universidad del Rosario y en Arte Contemporáneo en la Universidad Santo Tomás.

Presidente Emérito de la Academia Colombiana de Historia Eclesiástica, Miembro Fundador de la Academia Caldense de Historia, condecorado por el Concejo de Marinilla, con el Escudo de Oro de la ciudad en la que nació en el año 1939. Condecorado por la Gobernación de Caldas, con la Orden Escudo de Caldas en la Categoría "Honor al Mérito".

Fue Párroco en Chinchiná, Santa Rosa de Cabal y Manizales donde construyó los templos de Santa María del Monte Carmelo y la Santísima Trinidad. Vicario de Pastoral de la Arquidiócesis de Manizales, director de Planeación Pastoral en el Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano, subsecretario de Servicios Generales en el Comité de Preparación de la Visita del Santo Padre Juan Pablo II a Colombia, fundador del CECAM y cofundador de la Universidad de Manizales, profesor de Derecho Canónico en las Pontificias Universidades Javeriana de Bogotá y Bolivariana de Medellín y en la Universidad de Antioquia. Capellán de las Universidades de La Salle en Bogotá y Lasallista en Medellín, Postulador de la causa de Canonización de la Madre María de Jesús Upegui Moreno, fundadora de las Siervas del Santísimo y de la Caridad, Vicario Judicial en el Tribunal Eclesiástico Regional de Medellín, Capellán del colegio Helvetia de Bogotá, San José de las Vegas ,en Medellín y Sagrado Corazón de Manizales y Párroco de Santa María del Pilar en Manizales.

Actualmente es Vicario Episcopal para la Pastoral de la Cultura, Canónigo Teologal de la Catedral Basílica Metropolitana de Manizales, director de los Museos de Arte Sacro de la Arquidiócesis de Manizales, Postulador de la Causa de Canonización del Siervo de Dios, Padre Luis María Zuluaga y Viceprior de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro de Jerusalén.

Ha publicado las siguientes obras: La Iglesia en Colombia;  Arquidiócesis de Manizales; El Cardenal Alfonso López Trujillo; Monseñor Valerio Antonio Jiménez, primer obispo de Medellín; De los Concilios Provinciales a la Conferencia Episcopal de Colombia; Tesón de una Estirpe... Catedral Basílica Metropolitana de Manizales (primera edición); Por las Trochas del Evangelio... la divina tarea; La Primera Evangelización en el Antiguo Caldas; Historia del Arte (3 Tomos); Iconos; La Pascua; Dios es Nuestro Padre. Catecismo para Niños; Diálogo Sacerdotal; La Iglesia Peregrina; El Olor de la Santidad. Siervo de Dios Padre Luis María Zuluaga, Testigo de la Divina Misericordia.


UNA OBRA CON FERVOR


En este precioso libro, de gran formato, el presbítero Horacio Gómez Orozco confirma su vocación de historiador serio y riguroso.  Es un concienzudo trabajo donde se traza un rápido pero cuidadoso recorrido por la historia de la región y de la ciudad, desde la invasión protagonizada por los conquistadores Sebastián de Belalcázar y Jorge Robledo, con sus ejércitos, hasta la fundación de Manizales en el espinazo de la Cordillera Central y la ciudad de hoy. Es un largo período  y una apretada pero agradable síntesis. Con mucha claridad metodológica el autor va tejiendo un discurso para dibujar la vida cotidiana de las comunidades aborígenes, las formas de la conquista y el control del territorio, así como la imposición de la etapa colonial con la fundación de las ciudades de Anserma, Cartago, Antioquia y Santiago de Arma. Este trayecto historiográfico está acompañado de varios mapas que permiten ubicar los sitios que se mencionan en los textos.

Luego cae sobre la región un silencio de varios siglos hasta que se presenta el arribo de campesinos pobres que salieron de diferentes puntos de Antioquia, buscando un lugar tranquilo, lejos de las pretensiones de los empresarios que controlaban las grandes concesiones de tierra. En este punto se destaca al pionero colonizador Fermín López, quien trazó la ruta desde Salamina a Cartago. En seguida el autor dedica varias páginas a la fundación de Manizales, presenta la ordenanza que crea el Distrito Parroquial, la adjudicación de solares, la vida administrativa y los orígenes del curato. Para enriquecer el texto el lector encuentra varias historias dentro de la historia, como la cruz de la primera misa celebrada en esta aldea, en una capilla pajiza atravesada en la plaza. En forma hilvanada va encadenando los diferentes espacios religiosos y el primer templo. Mientras el relato avanza aparecen dibujos, imágenes y fotografías de capillas y de las vírgenes y símbolos que acompañaron los oficios religiosos.

En la indagación sobre la vida cotidiana de los manizaleños se presenta la visita pastoral de 1870, de Monseñor José Joaquín Isaza, documento que tiene el mérito de mostrar el paisaje, el ambiente económico y social, el desarrollo urbano, la forma de vida y el sentimiento religioso de los habitantes. Se puede afirmar que esta radiografía ayuda a entender por qué  se creó la Diócesis de Manizales, el 11 de abril de 1900. Sobre este asunto el autor, de una manera objetiva y acertada, expone las razones religiosas, económicas y políticas, que se tuvieron en cuenta para convertir a Manizales en capital  diocesana. Para sintetizar lo anterior se presenta una fotografía panorámica de la ciudad donde se destaca la catedral de bahareque y los óleos de los obispos que ilustran estos trascendentales hechos.
La segunda parte del libro se inicia con una descripción del pavoroso incendio del 20 de marzo de 1926, que convirtió en cenizas la hermosa catedral levantada en roble y en nogal y cubierta con cedro perfumado. Otra prueba de fuego para la población de Manizales que todavía no se había recuperado de la tremenda conflagración del 3 de julio de 1925, cuando se consumió el centro histórico. La espectacular descripción de la tragedia, en la pluma del escritor Aquilino Villegas, muestra la cruda realidad de la catástrofe. Las fotografías que acompañan el texto introducen al lector en la angustia colectiva de la época.

Estos episodios son el contexto para explicar la construcción de la nueva Catedral de Nuestra Señora del Rosario. Apoyado en fuentes primarias y sin apartarse del ambiente económico, social, cultural y religioso, el autor le hace seguimiento a la cotidianidad del proceso: elección de la junta para la reconstrucción, concurso en Francia y selección del proyecto ganador de Julián Polty, arquitecto jefe de los Monumentos Históricos de París. Este tema está ilustrado con un hermoso dibujo del proyecto del arquitecto Gustave Umbdenstoch, el “Príncipe de los Arquitectos de Francia”.

A continuación se hace la relación de hechos, circunstancias y anécdotas, que se van sucediendo desde la colocación de la primera piedra, hasta el lento y tortuoso proceso de construcción de esta imponente mole, por la firma italiana “Papio Bonarda & Compañía” y el papel jugado por el párroco de la Catedral, presbítero Adolfo Hoyos Ocampo. La crónica está acompañada de una breve biografía del Padre Luis María Zuluaga, conocido como “Zuluaguita”, quien había sido nombrado Vicario Cooperador de la Catedral. En medio de las dificultades económicas por los gigantescos recursos que exigía la colosal construcción se decía que “el Padre Zuluaguita ponía la oración y el Padre Hoyos conseguía el dinero”. Varias fotografías muestran las diferentes etapas y momentos de la edificación  y el papel de los protagonistas.

En la tercera parte se describe la decoración a cargo del ingeniero norteamericano Harold W. Rambusch, quien diseñó el altar, el ciborio del Altar Mayor, la parte de madera del trono episcopal y algunos vitrales. Una imponente imagen muestra el interior de la Catedral decorada, mientras que en otra fotografía aparecen la silletería con trono, sede para el Obispo, para el Deán y sillas especiales para los demás capitulares, diseñadas por Rambusch y construidas en Italia con finísimas maderas.
Las tres puertas de entrada a la Catedral Basílica, por la Plaza de Bolívar, tienen una historia muy particular. El bronce se trajo de Londres y se fundió en la cripta, la dirección de la obra estuvo a cargo del artista español Leopoldo del Río Pérez quien, apoyado en varios expertos y aprendices, hizo una obra de arte donde está plasmada la vida municipal en sus inicios, las primeras iglesias y pasajes de la evangelización. Las fotografías muestran las puertas con todas las imágenes.

En el último capítulo se destacan los tesoros de la catedral: altar, baldaquino, cátedra del Obispo, ambón, Capilla del Santísimo, custodias, cálices, ornamentos, la umbela, el tintinábulo, el órgano tubular, los libros del Despacho Parroquial, las imágenes preciosas y los vitrales. En esta sección el presbítero Horacio Gómez tuvo especial cuidado en hacer el rescate histórico del proceso de fabricación, para entregar una agradable narración sobre estos temas. El baldaquino fue diseñado por la Casa Rambusch de Nueva York y elaborado en Italia por las firmas Ulderigo Martelli de Florencia y por Stuflesser de Ortisei. La Capilla del Santísimo tiene un precioso mosaico elaborado en Italia en mármoles de colores. Existen dos custodias de oro macizo, una elaborada en Buga, en 1872, y la otra en Francia, de estilo gótico. En cuanto a los ornamentos fueron traídos de Francia y España, bordados con hilos de puro oro y  sedas de colores, con bellas imágenes. Los cuadros más valiosos son los lienzos de la imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá, de mediados del siglo XIX, pero existen otros traídos de París, Barcelona y de varios lugares de Europa. A este tema hay que sumarle las tallas de madera de finales del siglo XIX, de los mejores talleres de Francia y España. Este discurso es acompañado con numerosas páginas con las fotografías de los tesoros descritos.

Y, por último, los valiosos vitrales, parte fundamental del tesoro de la Catedral. Son cerca de 1.000 m2 de preciosas vidrieras diseñadas por reconocidos artistas  como Nicolás Rambusch, de la Casa Harold Rambusch de Nueva York y ejecutados en Florencia,  Italia, por el artista Guido Palloni.
Otras obras son, el Rosetón Frontal diseñado por el artista español Mario Ayala, en Cali, y los espectaculares vitrales elaborados en la Casa Velasco de Cali y diseñados por los artistas Alberto Martorell Portas, barcelonés, compañero de Picasso y de Miró, en la Academia de Artes de París y por Leonardo Velasco, quien ganó el concurso mundial para decorar la Catedral de Washington.
Nuestra Catedral posee también, un antiguo vitral de La Piedad, o Descendimiento de la Cruz, firmado por Ch. Champigneulle, en París. A lo anterior hay que sumarle los vitrales elaborados por la Casa Hy Gerente de París, dirigida por los hermanos Enrique y Alfredo Gerente. Estas obras pertenecieron a la Catedral de Bogotá pero fueron adquiridas por el Arzobispo Arturo Duque Villegas. Para mayor comodidad el párroco Adolfo Hoyos Ocampo organizó en la cripta un taller de vidrieras dirigido por el artista español catalán Ismael Font. Este capítulo va acompañado de las fotografías de todos los vitrales.

De este modo nos encontramos ante un disciplinado trabajo, fruto de una cuidadosa investigación histórica y de un estupendo diseño de Jorge Hernán Arango Vélez, sustentado en numerosas fotografías artísticas de su autoría y en una interesante propuesta gráfica de edición digital, que hacen de este libro una magnífica obra de arte.

Albeiro Valencia Llano, Historiador.

Aspectos de la presentación del libro, realizada en la Gobernación de Caldas el martes 21 de abril de 2015






Intervención del señor Gobernador de Caldas, Ingeniero Julián Gutiérrez Botero


Palabras del  Arzobispo de Manizales, Excelentísimo  Señor Gonzalo Restrepo Restrepo


TESÓN DE UNA ESTIRPE
Catedral Basílica Metropolitana de Manizales
Abril 21 de 2015



Esta obra que nos está presentando su autor el padre Horacio Gómez Orozco, en la cual se tejen infinidad de esfuerzos y se unen férreas voluntades como la del diseño y fotografía del maestro Jorge Hernán Arango Vélez y la del historiador Albeiro Valencia Llano, igualmente que la voluntad unánime de la gobernación de Caldas liderada por el actual gobernador el doctor Julián Gutiérrez Botero, se combina con el deseo de la arquidiócesis de Manizales a través de sus obispos y arzobispos y de las diferentes autoridades que en ella han servido y sirven con amor y dedicación al pueblo de Dios y en nombre de Jesucristo sumo y eterno sacerdote.

En esta obra se hace patente la capacidad histórica, literaria, artística, filosófica, teológica y humanista de nuestro muy querido padre Horacio Gómez Orozco quien, con gallardía y elegancia, con finura y firmeza, con inteligencia y madurez, ha sabido entretejer los datos históricos con el sentido artístico, cultural, teológico, pastoral y humanista de esta majestuosa obra de la Catedral Basílica Metropolitana de Manizales.

Al mirarla se nos hace patente el esfuerzo de nuestros antecesores, los señores obispos y arzobispos  excelentísimos señores Gregorio Nacianceno Hoyos Yarza, primer obispo y fundador de este gran sueño de la catedral, Tiberio de J. Salazar y Herrera, Juan Manuel González Arbeláez, Luis Concha Córdoba, Arturo Duque Villegas, José de Jesús Pimiento Rodríguez y Fabio Betancur Tirado.  Igualmente reconocemos la obra de quienes han estado al frente liderando y animando sus obras como párrocos, comenzando por su primer párroco quien luego fue nombrado primer obispo de Manizales, el padre Gregorio Nacianceno Hoyos, hasta el momento presente con el muy querido, emprendedor y entusiasta padre José Libardo Garcés Monsalve, actual párroco y líder incalculable de la Catedral de Manizales, el símbolo y el tesón de una estirpe, representada por este manojo de personas que hoy estamos aquí presentes en esta ceremonia sagrada de la presentación de esta obra sin precedentes.

Manizales tiene alma, tiene corazón, tiene vida.  Manizales nos hace reír y llorar, nos hace cantar, dialogar y poetizar.  Manizales es la cuna de muchos de nuestros antepasados que, con genialidad, han puesto en alto nuestra raza.  Bástenos recordar la columna de obispos nacidos en esta cuna, algunos de ellos presentes en esta noche.  Ellos son los excelentísimos señores Tulio Botero Salazar, Olavio López Duque, Héctor Jaramillo Duque, Samuel Silverio Buitrago Trujillo, Alberto Giraldo Jaramillo, Rubén Buitrago Trujillo, Hernán Giraldo Jaramillo, Germán García Isaza, Jorge García Isaza y, en la actualidad, los señores obispos José Miguel Gómez Rodríguez y Luis Horacio Gómez González.  Así mismo, la lista innumerable de personajes que han descollado en la vida política, social, cultural y artística.  Imposible enumerarlos a todos.  Pero no podemos negarlo que todos han vibrado, vibramos y vibraremos por nuestra muy querida Manizales del alma y en ella por su centro y foco de fe, de esperanza y de caridad, este tesoro que vemos exteriormente lleno de majestad y grandeza pero que todos llevamos en nuestro corazón y lo llevaremos hasta la tumba, lo que llamamos con orgullo y dignidad: la Catedral Basílica Metropolitana de Manizales, dedicada a la patrona de la ciudad Nuestra Señora del Rosario.

Gracias señor por dejarnos gozar de esta maravilla. Gracias Señora del Rosario, Madre de Dios y Madre Nuestra por acompañarnos siempre.  Llévanos en tu regazo hasta la muerte y colócanos al final, cuando lleguemos al paraíso, a tu lado y al lado de Dios nuestro padre, para celebrar allí, en la catedral de la eternidad, las bodas del cordero que no tienen fin.


PALABRAS DEL CANÓNIGO HORACIO GÓMEZ OROZCO EN EL PALACIO DE LA GOBERNACIÓN DE CALDAS, DURANTE EL LANZAMIENTO DEL LIBRO “TESÓN DE UNA ESTIRPE” – CATEDRAL BASÍLICA METROPOLITANA DE MANIZALES




“QUEM CONHECE O SUO POVO, CONHECE O MUNDO TODO”

                                  Proverbio Portugués
“El que conoce a su pueblo, conoce al mundo entero”

Desde el día en que llegué a Manizales a estudiar en el Seminario Mayor, hace 55 años, me impresionó su Catedral Basílica Metropolitana y en la medida en que la contemplaba con más detenimiento, me fui enamorando de su majestad y belleza. Veía los grandes esfuerzos que hacían el Arzobispo Arturo Duque Villegas y su Párroco el Padre Adolfo Hoyos Ocampo, para embellecerla cada día más. En ella fui ordenado Sacerdote el 15 de agosto de 1963.

La Iglesia Catedral, es la iglesia propia, sede y cátedra del Obispo, que es sucesor de los Apóstoles y desde ella ejerce su triple ministerio de Sumo Sacerdote, Maestro y Pastor de toda su Iglesia particular. En ella él preside las liturgias más solemnes de la Diócesis, como son:

La ordenación de Obispos, Presbíteros y Diáconos, la Consagración de los Santos Óleos; y en ella todos los días el Capítulo de Canónigos, celebra con toda solemnidad la liturgia de las horas y la concelebración eucarística como oración oficial de toda la Iglesia. Pero la Catedral Basílica Metropolitana no es solamente para esto. Es el lugar central, un imán y lugar de encuentro de toda la ciudad. Allí llega el gobierno departamental y el municipal a celebrar sus actos conmemorativos. También llegan la academia, las universidades y los centros de educación y de cultura. La Catedral es de todos y en ella se dan cita todos los cristianos y ciudadanos.

También llegan a sus horas los ateos o sin religión para serenar su espíritu, descansar un poco del ruido de la calle, escuchar una bella melodía o deleitar su espíritu en la contemplación de sus preciosos vitrales y bellas obras de arte. Para todo eso es la Catedral y para mucho más.

La primera Catedral de Manizales construida en maderas perfumadas por el Párroco Gregorio Nacianceno Hoyos y destruida por el incendio del 20 de marzo de 1926, según el decir de los visitantes extranjeros fue la más bella del país; pero "el tesón de una estirpe" levantó sobre sus cenizas una "Catedral nueva" que no destruyeran los incendios y que se irguiera hasta las nubes como signo de la oración de un pueblo creyente.

La Catedral Basílica Metropolitana de Manizales, es uno de los museos vivos más interesantes del mundo.  Sus puertas de bronce con la historia civil y eclesiástica de la ciudad, sus 800 metros cuadrados de vidrieras artísticas, el  baldaquino y el coro de los canónigos tallados en madera, en Florencia - Italia, las preciosas imágenes traídas de Francia y de Italia, las custodias y cálices de oro, los ornamentos litúrgicos bordados en  hilos de oro, sus museos, el Corredor Polaco, las exposiciones periódicas y los conciertos de música clásica y sagrada, son atractivo para nacionales y extranjeros. Difícilmente podemos  encontrar en un solo sitio tanto movimiento y tantos atractivos.

 Pero la Catedral presenta en este momento muy serios problemas. Sus preciosos vitrales se han desprendido y se están cayendo a pedazos, a causa de los últimos sismos. Las puertas de  bronce  con la historia de la ciudad, han sido destrozadas por vándalos ignorantes. El coro de los Canónigos, tallado en madera, en los mejores talleres de Italia, está siendo seriamente atacado por el comején. El cemento vaciado, requiere urgente consolidación e impermeabilización. Se están recogiendo las aguas lluvias y se está cambiando todo el sistema eléctrico, que estaba en pésimo estado. Se acaba de inaugurar un precioso órgano. Estas reparaciones cuestan cerca de diez mil millones de pesos.

 San Agustín decía: “Nadie ama lo que no conoce”.

Con este libro, queremos hacer conocer la Catedral, para que la defendamos y la cuidemos.

Si nuestros abuelos la levantaron como el “Tesón de una Estirpe”,  nosotros no podemos dejarla inconclusa, pues seríamos inferiores a su raza.

El Historiador, Padre Gonzalo Sánchez Zuleta, en julio de 1982, en el banquete organizado para conseguir fondos para la Catedral, terminó su discurso con esta frase:

“No sea Manizales la ciudad de las ruinas, se han superado incendios, se han superado terremotos; no dejaremos arruinar a Manizales por su Catedral. Porque la Catedral es el alma de la ciudad y si el alma muere, no tendremos derecho ni podríamos vivir, moriríamos de remordimiento y de vergüenza".



    Muchas gracias. 

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