LA CASA DE DIOS ES MI CASA
Historia de la Sacrosanta Basílica Menor
San Antonio de Padua de Manzanarez
FABIO RAMÍREZ RAMÍREZ: EL NEHEMÍAS
CONTEMPORÁNEO DE MANZANARES
Por Angel
María Ocampo Cardona
Cuenta la Historia Sagrada, que
entre los años 445 y 433 antes de Cristo, gobernó a Judea un personaje que
marcó la historia del judaísmo por su obra de restauración de las murallas de
Jerusalén: Nehemías. Mientras se desempeñaba como copero en Susa, con el rey Artajerjes,
se enteró de un informe alarmante sobre la desolación que reinaba en Jerusalén.
El duelo que embargó a Nehemías resultó tan evidente, que el rey se interesó
por sus problemas, y le permitió, visitar Jerusalén, en calidad de « virrey»
de la provincia de Yehoud, la cual estaba bajo el dominio de los persas.
Nehemías, llegó en el vigésimo
año del reinado de Artajerjes, provisto de un poder para hacerse proveer de
madera para la reconstrucción de las murallas. Su llegada a Jerusalén en el año
445 antes de Cristo, contrarió grandemente a Sanballat el horonita, quien
gobernaba a Samaria, así como también a Tobías el amonita, quien gobernaba a
Amón, y a Guechem, quien fungía como gobernador del país de los árabes. Esta
oposición, fue aumentando cuando se enteraron de los proyectos de restauración
que traía Nehemías.
La reconstrucción de la muralla
de Jerusalén había sido emprendida varias veces, antes de Nehemías, pero los
intentos habían fracasado. Después de haber inspeccionado Jerusalén por la
noche, para obrar con la máxima discreción, instruyó a la familia sacerdotal, y
a cuarenta y dos familias de diversas localidades judías para reconstruir las
diversas puertas y torres, así como los tramos de muralla entre las puertas y
edificios. Sin embargo, los ánimos de los enemigos de los judíos se
encendieron, y emprendieron varias tentativas de intimidación; algunos judíos,
incluso, aliados con los enemigos de Nehemías, les disuadieron de proseguir los
trabajos. Nehemías hizo armarse a los albañiles, instalando atalayas. A pesar
de la magnitud de la tarea, ésta se culminó, según el relato bíblico en
cincuenta y dos días. El relato de la construcción, así como el de las
ceremonias de inauguración, parecen haber sido consignados varios años después
de los acontecimientos descritos.
Tan pronto como se terminó la
construcción, Nehemías se dedicó a las reformas políticas.
La primera fue restituir sus
tierras a aquéllos que habían tenido que desprenderse de ellas para pagar sus
deudas. Esta medida, que anulaba toda consideración hacia las propiedades
legalmente adquiridas, se aplicó con relativa facilidad. Sin embargo, poco
después, Nehemías hubo de hacer frente a varias tentativas de asesinato y de
descrédito alentadas por sus enemigos, entre los cuales destacaban el falso
profeta Shemaya y la falsa profetisa Noadiya.
Nehemías inició a continuación
una encuesta sobre la genealogía de los residentes en Jerusalén, a fin de
separar a los extranjeros. A este efecto, se hizo remitir una copia del rollo
de las familias retornadas a Sión con el gobernador Zorobabel. El resto de sus reformas,
parecen ser de naturaleza religiosa, secundando al sacerdote Esdras en su
reinstauración de la ley mosaica, en particular, respecto al Sabbat. También
instituyó un sistema de impuestos para el mantenimiento del Templo y su culto,
a pesar de la oposición que suscitaron sus decretos.
Después de su regreso a
Jerusalén, en el curso del cual completó su encuesta genealógica, Nehemías se
lamentó de la decadencia en la que había caído Jerusalén, durante su ausencia
de dos años. No se conoce nada de esa historia más allá de este punto. Probablemente
Nehemías murió en Jerusalén a edad avanzada. Sólo se sabe que fue el último
gobernador nombrado por la corte de Persia: la provincia de Yehoud será, en
efecto, anexionada a la satrapía de Celesiria, y gobernada por un sumo
sacerdote nombrado por los sirios.
Pues sucede que hoy, en pleno
siglo XXI, Manzanares la bella población del oriente caldense cuenta con un
nuevo Nehemías: el educador y amante de la historia regional, Fabio Ramírez
Ramírez. Este ilustre manzanareño repite casi literalmente en estos días que
corren, en su pueblo natal del oriente caldense, la historia de Nehemías
acontecida medio siglo antes de Cristo en la tierra de Israel.
Basta para demostrarlo, leer la
detallada descripción que hace en este libro, del difícil proceso de convertir
el Templo Parroquial de Manzanares, en toda una Catedral Basílica Menor. Y al
hacerlo, vemos cómo esa idea, nacida de un sueño que él ha tenido en una noche
de desasosiego, se va cumpliendo paso a paso, gracias a su propio liderazgo y a
su capacidad de comprometer las voluntades no sólo de los manzanareños y de sus
autoridades civiles y religiosas, sino también de instituciones y personas con
gran poder en el ámbito regional y del país.
Así como la muralla de Jerusalén
había sido construida y destruida en repetidas ocasiones generando en los
inquietos judíos de diferentes épocas, la conciencia de la necesidad de su
reconstrucción, así también la construcción del Templo de Manzanares desde sus
inicios, bajo la égida del sacerdote alemán
Antonio Hartman Hartman, fue concebida para constituirse en una inmensa
catedral que fuese sede de altas jerarquías religiosas. Pero la culminación de
esa enorme empresa no había contado con la voluntad de líderes esforzados como Don Fabio Ramírez Ramírez y mucho menos
con los presupuestos financieros requeridos.
De la misma manera como la
reconstrucción de la muralla de Jerusalén encontró enemigos gratuitos como
Sanballat, Tobías y Guechem, la erección de la Catedral Basílica Menor de
Manzanares a partir de su majestuoso templo parroquial, soñada, liderada y
llevada a cabo por el Nehemías manzanareño Fabio Ramírez Ramírez, se ha
enfrentado contra múltiples adversarios: los incrédulos que nunca imaginaron la
posibilidad de hacer realidad este anhelo; los jerarcas indiferentes de la
iglesia católica que prefirieron esperar a que un líder laico emprendiese tan
espinosa tarea; los dirigentes civiles a quienes poco les representa un tipo de
gestión como ésta; en fin, la escasez de recursos materiales y financieros que
campea hoy en un mundo multivariado de necesidades sociales, frente a las
cuales no hay dinero que alcance.
Como el Nehemías de Israel, Fabio
Ramírez Ramírez se hace rodear de un párroco dinámico de Manzanares, de un
alcalde que como Sancho Panza le cree a Don Quijote sus alocadas ilusiones, de
un grupo de prestantes familias y líderes cívicos de la población, y crea así
una Fundación Pro-Basílica Menor para darle trámite a esa ingente aspiración del
pueblo católico manzanareño. Recorre acompañado de ellos, cada tramo del
templo, cada rincón escondido de la impresionante sinagoga, inspeccionan cada
elemento de las instalaciones y detectan los deterioros que es necesario entrar
a reparar sin ninguna tardanza, para que la augusta construcción religiosa
pueda llegar alcanzar la dignidad de Gran Casa de Dios.
Y no contento con lograr tan
difícil empresa, procede a dejar plasmada para la historia, la memoria de esta
impresionante gesta. Y así escribe este libro que hoy le entrega a los
asombrados lectores, como una minuciosa crónica de lo que fue ese difícil
trámite de erigir la moderna Catedral Basílica Menor, condimentada con la
descripción de iconos religiosos juiciosamente conservados en la Parroquia, así
como con la reseña biográfica de los jerarcas que han dirigido la iglesia
católica y el relato de las fiestas y costumbres que en torno al tema sacro han
constituido la identidad de un pueblo.
Estoy seguro que quienes lean con
atención las líneas trazadas en esta obra, consagrarán en sus corazones el
recuerdo imperecedero de un líder, un educador, un dirigente educativo, un
adalid cívico que ha hecho la doble tarea: engrandecer materialmente el Templo
Parroquial de Manzanares y escribir contra el olvido la grata memoria del
cumplimiento de su misión.