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ALBANIA DE EMBERAS… DE VIENTO Y DE CAÑA

Por Juliana Rojas Londoño*
Licenciada en Ciencias Sociales


RESUMEN

El artículo enfoca la historia del resguardo La Albania, lugar donde habita, desde 1922, un grupo de la comunidad Embera Chamí, en jurisdicción de los municipios de Risaralda y San José.

Se analiza la legalización del Resguardo en 1997, reivindicando ante el Estado Colombiano su derecho a la tierra.

Se hace un análisis de la figura de los Jaibanás, las autoridades espirituales y tradicionales,  quienes desarrollan gran poder y sabiduría con los cuales curan y armoniza.

Y se estudia la alimentación de la comunidad (colada de plátano, el masato de maíz, las arepas de mote…), lo mismo que los alimentos sagrados y medicinales y la elaboración de bebidas tradicionales.

Palabras clave: Embera Chami, Risaralda (Caldas), Resguardo La Albania, Jaibaná, tradiciones.

* Juliana Rojas Londoño es docente de la Institución Educativa Gabriel García Márquez, en Risaralda, y la invitamos a publicar su estudio sobre el Resguardo La Albania, presencia aborigen en el territorio del Municipio, en sus 100 Años de historia municipal (F.V.C.).



HISTORIA ESCRITA DEL RESGUARDO LA ALBANIA

PREFACIO

“En 1492, los nativos descubrieron que eran indios, descubrieron que vivían en América, descubrieron que estaban desnudos, descubrieron que existía el pecado, descubrieron que debían obediencia a un rey y a una reina de otro mundo y a un dios de otro cielo, y que ese dios había inventado la culpa y el vestido y había mandado que fuera quemado vivo quien adorara al sol y a la luna y a la tierra y a la lluvia que la moja. 12 de octubre de 1492, día rojo, sangre fluye por las venas de América latina”.

Eduardo Galeano (Las Venas Abiertas de América Latina).

Los indígenas habitan el territorio colombiano desde antes de la llegada de los españoles, y desde aquellos remotos tiempos han recorrido amplias zonas y han forjado allí su cultura, han delimitado su territorio y han establecido una relación entre ellos y su tierra, esa tierra que es tan valiosa desde los tiempos antiguos y de la cual han logrado organizar su fuerza productiva, aunque después de la Conquista Española, estos indígenas forjaron su propio carácter a costa de la esclavitud y del servilismo al cual fueron sometidos. Los indígenas que sobrevivieron al “holocausto” español, barbarie de esa sociedad esclavista, presentaron otras características producto del ya mencionado sometimiento y tuvieron que adaptarse a otras condiciones de vida y a convivir con la violencia y desarraigo. Esa fue la herencia cultural de la Conquista para el indígena.

Colombia es uno de los pocos países de América que aún conserva en su territorio una gran diversidad de grupos indígenas, cada uno con diferencias culturales, con su propia identidad, con su dialecto, con su territorio marcado. La Constitución Política de Colombia en su artículo afirma que Colombia es un país “Pluriétnico y Multicultural” y con esto el gobierno sugiere dentro del territorio nacional un aire de respeto por la diferencia, de tolerancia y de reconocimiento del otro.



Niños Embera de La Abania

El indígena ha dejado huella en la sociedad a la cual pertenece, aunque no comparta sus costumbres y sus tradiciones, sabe generalizar su aprendizaje y hacer de él algo solo suyo. Así es como la sociedad colombiana ha ido aprendiendo con el paso del tiempo a convivir con los indígenas, a respetar sus diferencias, a aceptar y a reconocer que ellos son unos profundos respetuosos de nuestro territorio y de la naturaleza. Esa es la mayor enseñanza que ellos dejan en esta sociedad.

Hay quienes afirman que los indígenas son discriminados y relegados, pero también hay quienes saben que son muchas las miradas que se les dan a estas personas, desde el respeto y con la convicción de que son parte importante de este territorio. La identidad y el reconocimiento de las diferentes etnias en el país han hecho que las personas en la actualidad cambien la visión que de ellos se tiene. Es por eso que en la actualidad son muchos los programas que se adelantan para dar legitimidad y reconocimiento a cada uno de ellos.

Las comunidades indígenas en el territorio están organizadas por regiones. En la región Centro Occidente se encuentra una de las más tradicionales etnias indígenas de Colombia: la comunidad Embera. De esta etnia existen dos grupos grandes que son los embera katios y embera chamí.

Cuando se habla de un resguardo, o mejor de una comunidad indígena, se puede fácilmente imaginar a un grupo humano con una vestimenta extraña, con unas costumbres raras, tal vez en una vivienda rustica. El término Resguardo viene desde tiempos de la Colonia y hace referencia a las tierras entregadas a las comunidades indígenas para su beneficio sin que fuesen de su propiedad y que se otorgaban con el fin de concentrar mano de obra indígena y así entonces se lograron organizar en forma de Cabildos.

Las anteriores apreciaciones crean una sinergia entre la razón de ser del hombre y el espíritu de la tierra representada en la esencia y la autodeterminación de las comunidades indígenas y de cuyos conceptos se hará referencia en el proceso.

INTRODUCCIÓN

He querido con orgullo elaborar la historia escrita del resguardo La Albania, lugar donde habita, desde 1922, la comunidad embera chamí proveniente de San Antonio de Chamí (Risaralda). Hasta el momento no se conoce de ellos una historia escrita organizada, publicada, tal vez por el hecho de que ellos han sido celosos y cautelosos con su cultura y con sus costumbres.

En el Manual de Convivencia de la Institución se destaca la presencia y el valor ancestral que representa para nosotros el hecho de tener dentro de nuestra fusión dos escuelas ubicadas dentro del Resguardo. En la explicación de los símbolos de la institución se destaca: “En la parte inferior de fondo amarillo, que significa la riqueza cultural e intelectual de la comunidad educativa; contiene un bastón de mando y una vasija de barro en honor al Resguardo Indígena Embera Chamí, anclado dentro de nuestra jurisdicción”. Representa lo anterior la única forma en la cual la Institución ha dado a conocer a la comunidad educativa la presencia de tan significativo baluarte cultural como lo es el Resguardo.

Colombia es un país diverso y es por eso que, dispersos por todo el territorio nacional, se encuentran 84 etnias o pueblos indígenas, cada uno con sus costumbres, sus normas y su contexto, motivo por el cual se afirma que “Colombia es un país Pluriétnico y multicultural”; así se menciona en la Constitución Política de Colombia.



Debido a la diversidad de culturas que por años han habitado nuestro país, se hizo posible que a través de la proclamación de la nueva Constitución de 1991, se pudiese declarar a Colombia como un país Pluriétnico y multicultural, reconociendo la identidad de una serie de pueblos indígenas que mantienen su lengua propia y que están distribuidas en 68 idiomas que convierten a Colombia en un país con múltiples lenguas.

Con este proyecto en historia se ha hecho posible el rescate de la cultura local, convirtiendo la experiencia investigativa en una oportunidad para aprender de nuestras raíces, para compartir con los educandos el hecho de que, a partir de la historia, se puede también hacer ciencia. Con la investigación se aproxima el aula a un laboratorio de hechos y de acontecimientos que demarcan un entorno local, dándole sentido pedagógico al quehacer del docente en la medida en que se haga del aula de clase un espacio de reflexión, de interculturalidad, en términos de confluencia de culturas que hagan posible fortalecer la identidad cultural y el sentido de pertenencia por la región, todo en un marco del respeto por la diferencia.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS DE LA ETNIA EMBERA CHAMÍ

La colonización del territorio embera comenzó con la fundación de la ciudad más antigua de América, Santa María la Antigua del Darién, en 1511, hoy Urabá antioqueño y con la fundación de poblados como: Toro, Cáceres, Anserma, entre otros. Con la fundación de las nuevas poblaciones en inmediaciones del Alto San Juan, territorio selvático de gran riqueza fluvial y aurífera y de poblados en el Río Atrato, se abrió paso a la colonización española y a la huida de los nativos hacia zonas selváticas apartadas[1]*, así la comunidad embera de la selva chocoana expandió su territorio hacia el Bajo Atrato y hacia la costa pacífica.

Hacia el siglo XIX se fundaron nuevas poblaciones en esta zona del país, conocidas como: Pueblo Rico, Dabeiba, Tierra Alta, Monte Líbano y otras más, con las cuales se desintegraron los resguardos embera y su población tuvo que dispersarse; algunos de ellos se desplazaron hacia los municipios del centro occidente del país como Caldas y Risaralda.


Ceramista de La Albania.

A comienzos del siglo XX llegan a Colombia las misiones civilizadoras de indígenas, una de gran renombre fue la de las Misiones Lauras y con ella se desintegra aún más la unidad embera. Posteriormente llegan al territorio nacional los colegios religiosos, los cuales trazaban la meta de “educar” al indígena. A este fenómeno se unen otros factores como: proyectos institucionales (construcción de vías, canales, bases militares, entre otros), explotación minera, pesquera y maderera y la instalación de redes hidroeléctricas, los cuales influyeron en la desintegración de estos núcleos culturales, hoy dispersos por el territorio colombiano, sin dejar de mencionar los innumerables episodios de violencia que fueron la causa del desplazamiento forzado de ayer y de hoy en Colombia.

La etnia embera se ha asentado en las siguientes zonas del país: ríos Baudó, Atrato, Bojayá, Quibdó, Andágueda, Capá, San Juan, entre otros; en el Valle (Restrepo, Darién, Águila, Roldanillo, Obando, Zarzal, Bolívar y Dobio); Antioquia (Jardín, Bolívar, Dabeiba, Frontino, Murindó y la zona del Urabá); Risaralda (Mistrató, Pueblo Rico, Quinchía, Marsella, Irra y Guática); Quindío (Montenegro); Caldas (La Betulia); Cauca (Timbiquí); Córdoba (Altos ríos Sinú y San Jorge); Putumayo (Orito); Caquetá (Florencia); Nariño y algunas zonas de Panamá y Ecuador.

A estos nativos del Litoral Pacífico se les ha denominado, desde tiempos de la conquista con el nombre de núcleo cultural Chocó, al cual pertenece la etnia embera y cuya palabra en su dialecto significa Gente. Por su carácter disperso en la conformación de sus asentamientos, los embera tienen un modo de vida diferenciado, que varía además en virtud de sus características culturales y lingüísticas y según el lugar que ocupan, se le otorgan diversas denominaciones tales como: cholos en la Costa Pacífica; chamí o meme en Risaralda; katío en Antioquia, y por último, en Nariño y Cauca se autodenominan eperas.

El grupo lingüístico al cual pertenece el idioma embera propio de dicha comunidad es el grupo independiente Chocó, el cual posee ocho dialectos: andágueda, baudó, citará, chamí, cholo, katío, kimbaya y noanamá. Este a su vez está relacionado con las familias lingüísticas chibcha, caribe y arawak (núcleos culturales colombianos en términos lingüísticos), mas no pertenecen a ninguna de ellas. El embera está emparentado con el idioma waunana, propio de los indígenas del mismo nombre, habitantes de las riveras del Alto San Juan. En el idioma embera no existen diferencias en la manera de hablar entre hombres y mujeres. Su alfabeto consiste en vocales orales, nasales y consonantes con una pronunciación diferente al idioma español, con ausencia de sonidos de algunas consonantes como LL, F y W.

En la actualidad la gran mayoría de los indígenas hablan el castellano. La lengua materna dentro de las comunidades por lo general la conservan los ancianos. El castellano lo hablan mejor los hombres que las mujeres, debido a las relaciones laborales y comerciales y al constante trato con la población mayoritaria. La  práctica de su idioma por parte de algunos miembros de estas comunidades, le ha asegurado a esta etnia milenaria su permanencia en el tiempo y el sostenimiento de sus saberes ancestrales insertos en su memoria histórica y su cultura, así como la medicina tradicional representada en el Jaibanismo.



ORÍGENES E HISTORIA DE LA COMUNIDAD EMBERA CHAMÍ
DEL RESGUARDO LA ALBANIA

 “Las manifestaciones culturales indígenas son una forma de recordarle a los presentes el pasado, el presente y el futuro de sus raíces porque con su cultura ellos generalizan su aprendizaje y lo hacen a la vez Solo Suyo, así son los indígenas, grandes reverentes de su tierra, de su naturaleza; serena su mirada, curan con el aliento, se sirven de la naturaleza y viven en armonía con ella pues saben que ésta les ha servido por miles de años. El indígena es memoria, es historia, es significado…es pluralidad”
  Juliana Rojas Londoño                                                                                                                                            



Panorámica del Resguardo La Albania.

Inserta en las montañas risaraldenses y rodeada de la más bella y variada vegetación, se encuentra la etnia embera chamí. Son un grupo humano ancestral, descendiente de la etnia del mismo nombre pero ubicados en el corregimiento de San Antonio de Chamí (Risaralda). A simple vista parece una comunidad como cualquiera otra, pero guarda en su interior los más representativos rasgos de su etnia, y entre sus habitantes las más variadas y sacras tradiciones ancestrales.

El Resguardo La Albania está ubicado en el sur occidente del departamento de Caldas, en el flanco oriental del Río Risaralda. Posee un piso térmico cálido y una temperatura de aproximadamente 25° C. Su territorio está dividido en dos jurisdicciones: la parte baja denominada La Albania, en jurisdicción del municipio de Risaralda y la parte alta denominada La Morelia en jurisdicción del municipio de San José. Su extenso territorio se encuentra en inmediaciones del Ingenio Risaralda; es una zona de difícil acceso y la carretera es destapada. Se ingresa al territorio por la Troncal de Occidente y por la vereda Changuí. En el territorio se encuentran varias quebradas o fuentes de agua: Quebrada La Albania y Quebrada La Guajira en la parte alta del Resguardo y Quebradas El Girasol, La Armenia y La Hondita en la parte baja.

Sus habitantes son la etnia embera chamí descendientes de los habitantes de San Antonio del Chamí de Risaralda en el Departamento de Caldas quienes emigraron a dicho territorio en 1922 provenientes del Alto San Juan.

Sus Orígenes

“La historia de nosotros: estamos fundando aquí desde 1922, nosotros somos etnia de chamí, la raza de nosotros es embera chamí, (…) y en esa época llegaron por aquel territorio de San José, por Morro Azul,(…), y desde eso fuimos conviviendo como embera, con usos y costumbres y con una cultura que tenemos nosotros de hablar”.           

(Darío Arcila Tascon, gobernador del Resguardo)

Durante el siglo XIX ocurrió la disolución de algunos resguardos coloniales en el país con la conformación del Estado del Cauca; uno de ellos fue el resguardo de San Antonio del Chamí en Risaralda. Si bien a los indígenas se les había conferido tierras a través de la figura del Resguardo, estos se vieron afectados por la sed de oro de los colonos antioqueños, que aunque aceleraron el crecimiento y desarrollo del país, a su vez desarraigaron de sus terruños a muchos indígenas en esta zona del país. El desplazamiento de numerosas familias indígenas en busca de mejores condiciones de vida aceleró la migración de los indígenas a otras partes del país. Este fenómeno sumado a la violencia derivada de la Guerra de los Mil Días y los proyectos de obras de ingeniería vial en Colombia, forzaron un cambio de vida entre dichas comunidades.

Este fue el caso de los embera, quienes habitaban en las laderas del Río San Juan, quienes se desplazaron hacia el Departamento de Caldas, en municipio de Risaralda. Desde Citabará, en la cuenca alta del Río San Juan, llegan a territorio risaraldense la pareja conformada por Lucas Jaurí y su esposa Gauchaque (quienes después se cambiaron el nombre por Jesús María Arcila y Cristina Ramírez). Inicialmente llegaron a Mistrató y allí bautizaron a su primer hijo a la manera católica con el nombre de Ismael Arcila Ramírez. En 1917, Jesús Arcila emigra hacia Risaralda, y llegó primero a Belén de Umbría, luego pasó a una zona montañosa llamada Morro Azul (San José), allí construye un tambo y derriba montaña asegurando para sí el terreno. Tiempo después Jesús Arcila cambia este terreno por una finca llamada La Siberia; en este tiempo se dedica a cultivar y a vender los productos de la tierra, especialmente de la venta del maíz.

Dice don Gregorio Arcila (Jaibaná de la comunidad, mayor de 80 años):

“Mis abuelos llegaron de Mistrató y de San Antonio del Chamí, llegaron en parejas, y decían que esto solo era montaña, habían culebras, gurres, guatines y cusumbos. Los abuelos de ellos se llamaban Jesús María Arcila y Cristina Ramírez, ellos fueron los indígenas originales de La Albania, ellos poblaron las tierras, hicieron la primera casita, a la cual llamaron La Morelia (…), vivían del murrapo y de la pesca”… “de otras partes trajeron el plátano, el colino de yuca y café, se fueron tumbando todo el monte, pedazo a pedazo y fueron sembrando maíz y yuca”.

Según el testimonio de don Gregorio, jaibaná actual de la comunidad, la familia de su abuelo Jesús adecuó el territorio a sus necesidades y una vez asentados, bautizaron su parcela con el nombre de La Albania. “Cuando Jesús dejó la parcela, los hijos y nietos: Ismael, Gerardo, Cantalicio, Jorge Luis, Isabelina y Albertina heredaron estas tierras”. Don Gregorio afirma que sus “Mayores” huyeron de la Cuenca del Río San Juan en busca de tierras más productivas y un mejor ambiente de comunidad, ya que la tenencia de la tierra hacía que se pelearan entre los mismos indígenas.

Luego de muchos años de trabajar la tierra y echar raíces en este territorio, don Jesús Arcila obtuvo en el municipio de Anserma (Caldas) un documento público que lo certificaba a él y a su familia como propietarios de estas tierras.

La base de la alimentación para esta naciente comunidad fue el maíz, al igual que las culturas ancestrales latinoamericanas, más aún teniendo en cuenta que el indígena de territorio colombiano es heredad de los Chibchas. “Los Chibchas se sirvieron del maíz en toda su integridad, lo cocinaban y así preparaban potajes, lo molían sobre piedras planas y con la harina resultante amasaban una especie de pan (…), igualmente hallamos un tipo primario de cerveza, la chicha” (Posada, Francisco, Rosso, José y Santis, Ensayos Marxistas sobre la Sociedad Chibcha, pág. 68).

Así el maíz se convirtió en la base fundamental de la comunidad, por ser el producto más consumido y de vital importancia por sus connotaciones religiosas y su carácter cosmogónico. Con el maíz se prepara la chicha, como bebida que no puede faltar en las fiestas, las actividades cotidianas, los actos comunitarios y los rituales. Adicional al maíz, los habitantes del resguardo vivieron por generaciones de la recolección, el cultivo de la tierra y la caza de animales nativos. Las anteriores actividades estaban enmarcadas dentro del uso adecuado de su territorio.

Con el tiempo la comunidad fue creciendo y con ella los problemas, puesto que las personas superaban cada vez más la capacidad de la tierra y escaseaban las formas de cultivo. Como era de esperarse don Jesús María heredó sus tierras a su hija Ubaldina Arcila y ella a su vez la heredó a su hija de nombre Ubaldina Aguirre. Con las continuas sucesiones, la tierra llegó a pertenecer a varias familias hasta fraccionarse en pequeños lotes familiares.

En aquel entonces las familias se organizaban en torno a una Maloca, que es una vivienda circular al igual que sus ancestros. En estas viviendas vivían hasta su muerte y luego eran llevados a una Casa-Tambo donde eran enterrados. También acostumbraban a enterrar a sus muertos en un monte. Con el tiempo, según Gregorio Arcila (Jaibaná): “Cuando alguien se moría, lo enterraban en un monte, ya con el tiempo siguieron la rutina de los españoles, así que por mandato de los mayores, los muertos se entierran en Viterbo”. Así los antiguos pobladores de La Albania se fueron adaptando, poco a poco, a las costumbres de los “españoles”, como se les llama a las personas que no pertenecen a la etnia.

Don Gregorio Arcila comenta que aun la lengua embera se fue permeando con palabras del español hasta convertirse en la segunda lengua de la comunidad. Luz Mary Arcila, ex gobernadora del Resguardo, menciona en el Plan de Vida de la comunidad que cuando los embera fueron aprendiendo a hablar el castellano, les empezó a dar pena hablar en su propia lengua delante de los “blancos” quienes se burlaban de los indígenas al escucharlos hablar en su dialecto.

Tradicionalmente los embera se vestían con Guayuco (tapa rabo) y las mujeres con Paruma (falda de iraca); celebraban rituales de iniciación como el Rito Especial de la Paruma y el Kidafu que son rituales femeninos de paso de niña a mujer. En sus celebraciones especiales realizaban danzas y bailes para entretener a las personas.

La figura del Jaibaná ha estado presente en la comunidad desde siempre. Es el nombre que tradicionalmente se le ha dado a los sabios del pueblo embera, quienes desarrollaban gran poder y sabiduría con los cuales curan y armoniza.

El embera ha sido artesano desde la antigüedad, pues desde siempre se dedicó a la elaboración de cestas, artesanías en iraca y la cerámica representada en vasijas, cayanas y alambiques para destilar la chicha. Entre ellos existen mitos ancestrales como el Mito del Mohán, el Mito del Hombre Alto, entre otros, los cuales han pasado de generación en generación.

La dispendiosa construcción del territorio de La Albania se consolida en 1980, cuando sus habitantes se organizan como comunidad indígena con la colaboración del Consejo Regional Indígena de Caldas (CRIDEC) y líderes del Resguardo San Lorenzo de Riosucio Caldas. Ya en 1982 se organizan como Cabildo, tomando la figura del gobernador. Para este tiempo el gobernador del Resguardo fue el señor Darío Arcila, siendo gobernador de la parcialidad busca que el Estado colombiano les reconozca su derecho a la tenencia de la tierra. Posteriormente el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria INCORA, inicia el proceso de compra de tierras y se le logran asignar a La Albania 61 hectáreas de tierra distribuidas en 40 familias. Actualmente este territorio es llamado La Morelia. En el año 1997 se le da legalidad al resguardo.

Albeiro Arcila, docente hablante del Resguardo y ex gobernador comenta que cuando ellos se organizaron como resguardo lo hicieron a través de un señor llamado Francisco, proveniente de Riosucio. Llegó hasta La Albania y convocó a los trabajadores del lugar, les vendió la idea de una organización al estilo de los demás resguardos de la región, ellos aceptaron la propuesta. Posteriormente el señor Gregorio Arcila, Jaibaná de la comunidad, se reunió con un representante del INCORA (Instituto Colombiano de la Reforma Agraria), llamado Uriel Patiño, quien les solicitó a los Mayores de La Albania que buscaran quién vendiera tierras cercanas al lugar para él comprarlas y posteriormente repartirlas a los indígenas. Esto se convirtió en una lucha para poder tener la tierra; los dueños del sector La Morelia estaban aburridos con la tierra y solo tenían una hija para heredársela, así que decidieron vender su tierra al INCORA para que ellos la repartieran.

En aquella época La Morelia contaba con 48 hectáreas y comprendían cuatro predios llamados: La Cortez, La Morelia, El Encanto y La Albania (propiedad del colono Jesús), así que se inicia un largo proceso de tenencia de la tierra y después de muchos años de lucha, el INCODER (antes INCORA) nombra un gobernador para la comunidad, Albeiro Arcila, da un orden al territorio como Comunidad Indígena y compra el sector de La Morelia, y con dicha adquisición es reconocida La Albania como Resguardo a nivel nacional. Lo anterior fue la base para que se organizara luego el “Cabildo Indígena” en el año 1982, con el señor Darío Arcila Tascón como gobernador. Ya en el año 1997 se legaliza el Resguardo, se da a conocer la parcialidad y reivindican ante el Estado Colombiano su derecho a la tierra.

La comunidad embera de La Albania ha sido el producto, o más bien, la herencia de una larga estirpe de indígenas de apellido Arcila, como se verá a continuación. Entre los líderes y sabios más reconocidos de la comunidad están: Cristina Ramírez y Jesús María Arcila (fundadores), Ismael Arcila Ramírez, Cantalicio Arcila, Pilar Arcila, Jorge Luis Arcila, Amelina Arcila, Agualtina Arcila, Isabelina Arcila, Gregorio Arcila (actual Jaibaná de la comunidad), Evelio Arcila, Paulino Tamaniza, Gerardo Arcila, Elvia Certiga, Rosa Elvira Ramos, Darío Arcila Tascón (actual gobernador del resguardo), Delio Aguirre, Arnoldo Arcila y Albeiro Arcila, entre los más destacados.

De los anteriores sabios mencionados, los más vigentes son la pareja conformada por Gregorio Arcila y Rosa Elvira Ramos, quienes tienen ocho hijos, dos de ellos docentes hablantes de la comunidad en la actualidad, Albeiro Arcila Ramos (ex gobernador Resguardo y fundador de la Escuela Tamaniza) y James Arcila (Jefe de la Guardia Indígena y Aprendiz de Sabio con 12 años de experiencia).


Escudo del Resguardo Indígena La Albania

Actualmente el Resguardo La Albania cuenta con 398 habitantes (según los datos del Censo Interno 2014), quienes guardan en su rostro y en su lenguaje los más profundos arraigos de sus ancestros los embera. Su misión y su visión coinciden en valorar sus orígenes y en permanecer en su territorio, así lo expresan: “El pueblo embera asentado en el Resguardo La Albania tendrá como misión mantener y permanecer en su territorio, asegurar la cultura a través del uso del idioma propio, conservar la medicina tradicional fortaleciendo al jaibanismo (…)" (Plan de Vida, Misión de la comunidad embera).

En todo momento ellos reflejan ese profundo amor y respeto por sus tradiciones, por su territorio, por sus prácticas ancestrales y por la naturaleza. Los sabios de la comunidad se preocupan por mantener vigentes las costumbres de sus Mayores, esto se ve reflejado en los constantes talleres orientados en las escuelas Tamaniza Alta y Tamaniza Baja, en cabeza de la sabia Rosa Elvira Ramos, quien elabora con los niños cestas de iraca y alambiques de barro cocido para destilar chicha. Se debe tener en cuenta que la Chicha es para el indígena un elemento dinamizador de la mística, por lo cual se tiene como tradición elaborarla en la comunidad para atender reuniones y eventos especiales; la anciana Rosa lo explica con sapiencia de la siguiente manera:

“Los mayores que sabían hacer la chicha, a mí me enseñaron; la base del maíz se pone a fermentar quince días, luego se saca y se hacen alambiques artesanales en barro cocido para destilar, se pone a hervir y el vapor va subiendo y va subiendo, lo que queda en la olla es lo fuerte para tomar como el aguardiente que se le llama Tapetusa, que nosotros lo tomamos”. Como puede observarse es una magia que ellos aún conserven su tradición y la chicha hace parte de su vida diaria y de sus arraigos.

El territorio actual de La Albania comprende 17 cuadras de tierras para aproximadamente 60 familias. Antes de 1991 las tierras adquiridas por el INCORA eran escazas para los habitantes del resguardo que comprendían casi 50 familias, teniendo en cuenta que anualmente la población aumenta. En el Resguardo se realiza un Censo Interno cada año, estos datos son manejados y archivados por el gobernador del Resguardo; el DANE realiza un censo cada cuatro años y se articula éste a las estadísticas nacionales.
En La Albania existen alrededor de 70 viviendas habitadas, separadas considerablemente unas de otras. El Resguardo posee una reserva ecológica llamada La Hondita, la cual es una gran fuente hídrica y ecológica de la región, allí se encuentran búhos y serpientes entre muchas otras especies salvajes. El área está cubierta de mucha vegetación y su extensión es de 120 cuadras de tierra (238 hectáreas aproximadamente). La mayoría de las viviendas de la comunidad son en ladrillo y concreto con tejas de zinc, al interior de ellas se encuentran los servicios básicos y están en buenas condiciones.

Dentro de las otras tradiciones que se mantienen vigentes es la de la Danza. Se cuenta con un grupo musical conformado por el docente Albeiro Arcila y estudiantes de la escuela, quienes se presentan con sus montajes en eventos comunitarios y cantan en su lengua materna dando así una interpretación propia de la historia de la comunidad con danza y cántico.

Es además tradición para el embera la elaboración de manillas con chaquiras, como forma de sustento y canal para mantener viva la tradición artesanal. Las manillas son elaboradas por las mujeres de la comunidad y son ellas mismas quienes dictan talleres en las escuelas del Resguardo con el fin de que los jóvenes sientan apego por su cultura e identidad.

Es relevante mencionar que  algunos de los indígenas de esta etnia conservan y practican dentro y fuera del territorio el idioma embera. En la actualidad hay tres docentes hablantes de la lengua materna, pertenecientes a la Institución Educativa El Cairo con las sedes Tamaniza Alta y Tamaniza Baja.

El saber ancestral de la comunidad también se ve reflejado en la alimentación de la comunidad, conservando los alimentos sagrados y medicinales y en la elaboración de bebidas tradicionales. Entre los alimentos tradicionales se encuentra la colada de plátano, el masato de maíz, las arepas de mote y los envueltos, el tamal o chiquichoque, y el cogollo de pringamoso. Como bebidas tienen: El guarapo, la chicha de maíz y la chicha de yuca.

Los embera de antes no son los embera de hoy, la globalización y la evolución de la sociedad, han hecho que ellos cambien muchas de sus costumbres y usanzas. Pero en sus rasgos y en su dialecto aún reposan las huellas de sus ancestros embera chamí que luchan por sobrevivir a la modernidad y permanecer en su territorio, manteniendo la práctica de su lengua materna y de su medicina ancestral a través del Jaibanismo, como forma de hacer la diferencia en un mundo de intolerancia y desprecio por la herencia cultural. El embera es cauto, silencioso, tímido y amable, pero sobre todo pacífico y con mirada serena.



NORMAS DE LA COMUNIDAD

“Delincuentes fuesen castigados, según la cualidad de los delitos, ordenan muchas leyes, estampadas solas en las memorias de los hombres”            .

                                                                       (Ensayos Marxistas sobre la Sociedad Chibcha)

Para hablar de normas en una comunidad indígena, debe referenciarse de antemano la “Norma de Normas” como es llamada la Constitución Política de Colombia, en cuyas páginas reposan las letras que legitiman a las 84 etnias indígenas que mantienen viva la cultura ancestral del territorio, que en otrora trasegaran descendientes de las familias lingüísticas chibcha, caribe y arawak. En 1991 el gobierno nacional hace un reconocimiento a la diversidad cultural, declarando que “Colombia es un país Pluriétnico y Multicultural” y es quizás en este ejercicio democrático y pluralista donde nacen las normas de la comunidad embera chamí, en el reconocimiento de las diferencias sustanciales que están inmersas en las comunidades indígenas. Cada una de estas comunidades ha sabido construir su propio universo de símbolos y su propio legado cultural a través del reconocimiento de su esencia, de su valor cultural y de sus esquemas organizativos dentro de un contexto nacional.



El Resguardo La Albania posee una estructura organizativa basada en el libro privado de los líderes comunitarios, denominado Resguardo Indígena La Albania, en Minga construyendo el Plan de Vida. A propósito, del término Minga que evoca la forma de organización de las culturas indígenas precolombinas, se tiene que:

“Se puede hallar el vestigio del trabajo colectivo en los llamados Convites o Mingas, los cuales se organizaban de la siguiente manera: el mestizo o indígena invita en el tiempo de recolección a sus vecinos, quienes por el trabajo no reciben un salario en moneda, sino una buena comida, algunas bebidas alcohólicas (entre ellas la chicha) y una parte ínfima del producto recolectado” (Francisco Posada, José Rosso y Santis, Ensayos Marxistas…).

Es la forma como dichas comunidades construyen territorio desde sus raíces. El Resguardo La Albania, legitimado en 1997, cuenta con el Plan de Vida elaborado en 2008 como una forma privada de hacer su auto reconocimiento y su proyección como pueblo con gobierno propio.

La Albania se constituyó legalmente como Resguardo bajo resolución Nº 0035 de 1997, compartiendo su jurisdicción entre los municipios de Risaralda y San José y a través del plan de vida y la elección del gobernador organizaron su gobierno propio en la búsqueda de su autonomía y de la armonía entre los miembros de la comunidad. Cuando hay un desequilibrio de la armonía social, las autoridades ejercen control social según las leyes establecidas en la Ley de Origen y el Derecho Mayor: “La concepción de derecho en la comunidad indígena de La Albania, se basa en una profunda relación ética entre el ser chamí y la naturaleza y en el conocimiento de lo tradicional acerca del espíritu y de lo sagrado” (Plan de Vida, Comunidad embera chamí).

El gobierno de La Albania está conformada por:

La Asamblea Comunitaria, como máximo ente del gobierno indígena y es integrada por comuneros mayores de 15 años quienes se reúnen cada dos meses, en donde se socializan las labores programadas para el año, las cuales serán evaluadas el día 31 de diciembre. Allí se delega el nuevo gobernador para el año que sigue.

El Consejo de Ex Gobernadores, son delegados como conocedores de los orígenes y la cosmovisión de la etnia embera y como depositarios de la memoria histórica del Resguardo, el guardia del territorio y el bienestar del pueblo. Este consejo de mayores asesora en las decisiones que se adopten en la búsqueda de solución de conflictos y en las sanciones a los comuneros infractores. Su vigencia es de carácter vitalicio.

La Junta Directiva, es un ente administrativo cuyo representante legal es el gobernador del Resguardo. La junta directiva tiene vigencia de dos años. El registro de la Junta Directiva se hace mediante la radicación de Acta de Posesión en las Alcaldías municipales de los municipios de Risaralda y San José de Caldas.

Los Jaibanás: son las autoridades espirituales y tradicionales que canalizan las energías dentro de la comunidad. Por tal motivo son consultados con anterioridad a cualquier acto público comunitario. Su autoridad se expresa a través de la palabra y con su conocimiento ancestral. Para resolver cualquier situación acuden a consultar la memoria de la historia propia.

Órgano de Control: el control social es ejercido por el Alguacil o Jefe de la Guardia Indígena. Es el encargado de comunicar las decisiones del gobernador en su jurisdicción; además prepara las audiencias y convoca a las personas implicadas a la asamblea comunitaria, con el fin de lograr un acuerdo entre las partes. Su designación está a cargo del gobernador y su periodo de funciones es de dos años. Entre sus funciones están: realizar recorridos por todo el resguardo, asistir a las asambleas comunitarias y vigilar y controlar el ingreso al territorio de personas ajenas al resguardo.

Si es su deseo, el alguacil puede formar parte de la Guardia Indígena Regional (Chiraka Matata), que es un estamento regional con reglamento propio. La guardia indígena está conformada por 12 personas miembros de la comunidad. El entrenamiento de la guardia se hace en Riosucio (Caldas) pues allá está la guardia mayor de todos los resguardos indígenas de esta zona y a nivel nacional se encuentra la sede central de la ONIC (Organización Nacional Indígena de Colombia) en Popayán.

Jhon James Arcila, Jefe de la Guardia Indígena, hace sus apreciaciones sobre la misma: “La guardia indígena es una cultura para los indígenas, son asunto de la ‘mayoría’ o de los mayores, aquellos que solo tomaban chicha organizaron la guardia indígena”. Esta frase profunda refleja el compromiso y la seriedad de las normas internas de la comunidad en palabras de un líder embera. Los “Mayores” para ellos son su autoridad, no por títulos, ni por dinero, ni por posesiones ni por decisiones, sino por el profundo respeto y el sentido de lo propio que los sabios de la comunidad han profesado desde tiempo atrás con respecto a su territorio.

Las normas que han regido la comunidad por generaciones, han ido cambiando poco a poco de acuerdo con la modernidad y los cambios de la época, por tal motivo son muchas las normas que han desaparecido debido a que pueden atentar contra la dignidad y los derechos de las personas, como es el caso de una forma de castigo ancestral conocido como El Cepo. Este rudimentario sistema de castigo fue utilizado por los ancestros en casos graves que ponían en riesgo a la comunidad, consistía en una estructura simple de dos palos sobre tierra firme con un techo de zinc y un par de cadenas que colgaban del techo, es decir, una caseta de castigo. La persona que fuese castigada en el cepo, era encadenada de las manos por dos días sin recibir alimento alguno; quien se atreviera a llevarle alimento sería también castigado con el mismo sistema. En la actualidad el cepo es solo un recuerdo que está en la memoria histórica de una “mayoría” que aprende con la sapiencia del paso del tiempo.

La Albania es una comunidad, en la cual, a simple vista se respira un entorno de paz, es un territorio grato y la sencillez de sus habitantes se ve reflejada en sus rostros. El profundo conocimiento y el aire de respeto por su madre naturaleza los hacen personas serenas y pausadas al hablar, respetuosos de unas normas y comprometidos con la comunidad que los vio nacer. Muchos conocen las normas de la comunidad, las respetan y las transmiten a sus generaciones.


Niñez Embera.

En el resguardo se presentan, al igual que entre la población mayoritaria, casos de promiscuidad entre personas indígenas y españoles (palabra con la que se refieren a las personas no indígenas). Resulta que para estas faltas no existe una sanción comunitaria, es decir, cuando un hombre indígena tiene un hogar constituido y con hijos y éste a su vez tiene una relación con otra mujer no indígena, en este caso no tendría ninguna penalización siempre y cuando el hombre sea responsable con sus dos hogares. Algo extraño para la población mayoritaria pero muy común para algunas personas de la comunidad, pues es frecuente ver muchos hombres de la comunidad que tienen varios hogares con mujeres de la población mayoritaria. Si una mujer quiere entablar una demanda a su esposo por cualquier causa que tenga que ver con estos hechos, deberá hacerla ante la población mayoritaria, no en su comunidad. La ley apoya a la mujer indígena dentro de su comunidad.

Se establece para la comunidad del Reguardo que el hombre indígena debe ser responsable con los hogares que tenga. Si un indígena está censado en otra comunidad, la ley ordinaria no lo castiga por infidelidad, dado el respeto que se le debe otorgar al hecho de reconocer que los indígenas tienen las propias leyes que los rigen. Se conoce la costumbre de que en un hogar ambos, hombre y mujer, tienen igualdad de derechos; la mujer trabaja, elaborando artesanías, realizando labores del campo y en la recolección de maíz, en la siembra y en la limpieza del hogar.

Las nuevas normas que rigen el país les otorgan el reconocimiento, la legitimidad y la autonomía a las comunidades indígenas y hacen que cada comunidad sea idónea en el control de su territorio y de sus gentes, en la manera como llevan su vida en comunidad y en cómo se solucionan los problemas y se cubren las necesidades básicas de la misma; pero existen programas del gobierno nacional y demás instituciones, cuya finalidad es velar por el bien de todos los colombianos en todos los rincones del país y ellas hacen presencia también en las comunidades indígenas. Es así como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, la Defensoría del Pueblo, Comisaría de Familia y otras entidades a nivel municipal, llegan hasta el Resguardo con el fin de ofrecer protección y prevención en salud, educación, derechos humanos y cobertura de los servicios básicos.

REFERENTE HISTÓRICO Y NORMAS EN LA INSTITUCIÓN EDUCATIVA

La escuela Tamaniza es una sede que pertenece a la Institución Educativa El Cairo de Risaralda Caldas y está ubicada en el Resguardo La Albania del mismo municipio; en el Resguardo existen dos sedes denominadas Tamaniza Alta y Tamaniza Baja, ambos con el mismo DANE, están aproximadamente a dos kilómetros de distancia la una de la otra. La sede Tamaniza Alta, está ubicada en territorio o jurisdicción del municipio de San José y por lo tanto, se está buscando construir una sede nueva para trasladarla. El hecho de que esta sede se encuentre en otra jurisdicción distinta a Risaralda, hace que allí no se pueda hacer inversión pues ésta es una casa prestada, que antes era sitio de paso de viajeros y visitantes, fue entregada en préstamo para instalar allí la sede en 1992, se pensó en este sitio porque a los habitantes de los sectores aledaños les quedaba muy difícil llegar a la otra sede, llamada Tamaniza Baja, por las enormes distancias.

La sede se encuentra en muy mal estado y se están esperando recursos de la nación para construir otra nueva en el sector donde se ubica una maloca de la comunidad. La gratuidad llega a la institución pero solo se puede destinar e invertir en equipos solo para la escuela Tamaniza Baja y todo se debe invertir solo allí.

La sede de Tamaniza Baja sí pertenece a Risaralda y su denominación exacta es: “Escuela Indígena Tamaniza Piloto”, su nombre se debe a que tanto los profesores del resguardo como la comunidad embera son docentes hablantes y manejan su cultura desde etno educación. En esta medida el gobierno nacional reconoce la pluralidad, la diferencia y el respeto por las comunidades indígenas, por su cultura endógena, por sus tradiciones y por sus costumbres así: “el estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la nación colombiana” (Constitución Política de Colombia, Título1, Articulo7).

La escuela Tamaniza Baja, que es la población objeto de estudio, cuenta con tres docentes hablantes de la lengua materna y sus clases se orientan en español y en embera; los docentes son: Jhon James Arcila, Marco Tulio Ramos y Albeiro Arcila, éste último fue gobernador del resguardo en 1990. Los tres docentes son bachilleres y son de la comunidad, como sus normas lo exigen. La escuela cuenta con 80 estudiantes, la mayoría son indígenas, aunque se debe tener en cuenta que también hay estudiantes de población mayoritaria.

En la escuela se orientan los grados de Preescolar a Quinto grado y se orientan las áreas básicas a excepción de inglés, ya que ellos deben aprender su lengua materna que es la embera. El docente Albeiro Arcila se encuentra en la sede Tamaniza Baja, la cual cuenta con 31 estudiantes y en la sede Tamaniza Alta se encuentran los docentes Jhon James Arcila y Marco Tulio Ramos.

El nombre de la escuela (Tamaniza) se debe, al parecer, al apellido de un antiguo poblador de la comunidad. De su fundación se sabe que existe hace 22 años, su fundador fue el docente Carlos Albeiro Arcila, quien inició labores el 5 de Abril de 1992. Su formación comenzó en el Colegio Purimbará Indígena en el municipio de San José de Caldas cuando éste era un corregimiento; el supervisor de los docentes en formación era un señor Guillermo. Así después, siguió su preparación como docente en San Antonio del Chamí en el año 1997 con el apoyo de la Dirección de Asuntos Indígenas. Luego de culminar sus estudios, regresó a La Albania a organizar una caseta donde se pudiera enseñar, esto lo logró en 1992 a través de un contrato con el municipio de Risaralda.

La sede Tamaniza Baja se construyó en 1998. La escuela comenzó a funcionar con el profesor Albeiro como docente hablante de la lengua embera para orientar la educación bilingüe, como su comunidad lo requería; él aprendió de sus padres la lengua materna y éste es su testimonio:

“No, (…) yo vengo de tradición; sí, porque mis padres, desde que uno nace del vientre de la madre ya uno viene con esa enseñanza que ellos tienen, con esa cultura que ellos vienen, uno nace ya con eso. La educación mía, pues, para yo aprender la lengua materna, a mí nadie me la enseñó; para mí no había profesores (…), los profesores míos fueron los dos cuchos que hay ahí, mis padres”.

Fue el señor Secretario de Núcleo del municipio de San José de Caldas, don Javier Botero quien designó a Albeiro Arcila como gobernador del Resguardo en 1991, cargo que entregó para ser nombrado como docente hablante de la comunidad. En la actualidad Albeiro aún es docente de la escuela Tamaniza Baja y adicional a esto, es quien enseña música en su comunidad, da clases de guitarra y tiene una agrupación musical indígena con la cual interpreta canciones en la lengua materna.

Para que la escuela empezara a funcionar, se requería de cartillas de apoyo, así que los docentes de la comunidad en cooperación con el Médico Tradicional (Jaibaná) y los sabios vigentes en esa época, se dieron a la tarea de elaborar este instrumento pedagógico que es con el cual los niños del resguardo aprenden su idioma, sus fonemas, su vocalización y su nasalización.


Cartilla de prelectura del Ebera bedea.

 “El estado reconoce y protege la diversidad étnica y cultural de la Nación Colombiana”, dice la norma de normas en virtud del reconocimiento de las distintas culturas y lenguas de los diferentes grupos étnicos en Colombia. A propósito de la diversidad, el idioma de su comunidad recibe el nombre de ebera bedea de origen chamí y es el idioma que en la comunidad reemplaza al inglés. En las escuelas del Resguardo se maneja la cultura desde la Etnoeducacion, “Las lenguas y dialectos de los grupos étnicos son también oficiales en sus territorios. La enseñanza que se imparta en las comunidades con tradiciones lingüísticas propias, será bilingüe” (Dirección de Asuntos Indígenas, Rom y Minorías. Su función es promover el reconocimiento a la diversidad étnica de los pueblos indígenas).

Con la anterior cita se amplía el concepto de Pluralidad en el contexto educativo en el cual el docente es el eje dinamizador de la cultura embera orientando la enseñanza en el idioma nativo con el fin de que los jóvenes crezcan en la cultura propia y conserven su memoria histórica para no perder la tradición, ya que muchos de los indígenas adultos, en la actualidad, sienten vergüenza de hablar en su idioma por temor a las burlas de la población mayoritaria.

Albeiro Arcila, fundador de la Escuela Tamaniza, expresa en su lengua: “Daina berrs ebera bedea”, para explicar en su charla que la escuela del Resguardo maneja la educación acorde con su cultura, pues se orientan las clases y las áreas desde los Etno Educadores Hablantes, quienes conservan la tradición ancestral de enseñar el idioma embera; así las cosas, la escuela de la comunidad recibe el nombre de Escuela Tamaniza Piloto, y esto se debe a que, tanto los docentes como la comunidad, son hablantes del dialecto. Albeiro afirma que en la región Centro Occidente existen cinco comunidades indígenas grandes, pero que solo una es Hablante y es La Albania, por eso se sienten orgullosos de su cultura y de su territorio. Las otras cuatro comunidades son: Totumal (Belalcázar), La Plata (Palestina), Ambacheque (Filadelfia) y Dachi Joma (Anserma).

Con respecto a las normas que rigen a las escuelas, es pertinente mencionar que las dos escuelas de la comunidad pertenecen y acogen las normas estipuladas en el Manual de Convivencia de la Institución Educativa Gabriel García Márquez (actualizado el 30 de Enero de 2014), en virtud de los Deberes, Derechos y Obligaciones. Sin embargo también la institución educativa debe respetar la Autodeterminación de La Albania como comunidad con idoneidad en la imposición de las normas.

Por tal motivo, la forma en que se disciplina a los estudiantes dentro del aula de clase, es diferente a la forma como lo hacen las demás escuelas que pertenecen a la fusión El Cairo, donde la herramienta del docente para hacer un seguimiento disciplinario a sus estudiantes, es el Observador del Alumno, mientras que en el Resguardo se disciplina al estudiante con actividades pedagógicas que consisten en realizar una serie de actividades secuenciales, con el fin de que el estudiante revalúe su conducta. Así lo explica el docente de la Escuela Tamaniza Baja Jhon James Arcila:

“Las costumbres aquí son ponerlos a dar vueltas aquí, váyame y recoja 20 piedras allí, venga cuénteme acá, éstas piedra póngamelas allá; en tal posición me las pone, en triángulos y en esa forma le castigo al niño pedagógicamente”, “¿usted sabe cómo brinca el sapo? Necesito que me haga 15 sapos. A los 20 saltos está cansado (…), uno les llama la atención y le pregunta que si está cansado y responde que sí, entonces ahí el niño empieza a respetar, a respetar a su compañero, a poner más atención a lo que le están explicando”.

De esta forma se evidencia el buen control que tienen los docentes de la escuela Tamaniza con respecto a sus estudiantes, además se hace latente el respeto que cada miembro de la comunidad le otorga a sus líderes, a sus “Mayores”.

Los tres docentes de la institución, manifiestan que los jóvenes son respetuosos porque desde siempre se les ha inculcado el respeto por los sabios y mayores como guías espirituales y conocedores de sus orígenes y, es precisamente por este motivo, que cuando un estudiante comete una falta grave que afecte la armonía del grupo, se convoca a la comunidad para que deliberen sobre su castigo, allí intervienen los sabios, el gobernador y los docentes, todo con el fin de ejercer el control académico y social, para no dejar que los muchachos se les salgan de las manos. Ellos afirman que el Gobierno Nacional con las leyes que aprueban para proteger al menor, les están dando alas a ellos para que hagan su voluntad.

Los niños y las niñas de La Albania deben todos mostrar respeto por sus mayores y por la comunidad a la cual pertenecen. En tiempos anteriores, los niños infractores eran llevados al Cepo desde temprana edad y según los sabios de la comunidad, con este método se les templaba el espíritu para que fueran siempre respetuosos de sus raíces y de la “mayoría”.

Hoy en día son otros los métodos utilizados por ellos para corregir a los estudiantes, quienes a simple vista manifiestan total respeto por sus docentes y estos, con su trayectoria y ejemplo, se convierten en los más reconocidos líderes de su comunidad, por la labor pedagógica que realizan, por los amplios conocimientos que tienen de su comunidad, de sus orígenes, porque hacen de la escuela un escenario de confluencia de saberes y de permanencia y vigencia de la memoria histórica y la tradición cultural, construyendo significado en torno a su comunidad.

NUEVOS CAMBIOS EN LA ESTRUCTURA INSTITUCIONAL

El 9 de diciembre de 2014, la Institución Educativa El Cairo recibe, mediante Resolución Nº 8600-6, la ampliación de los servicios para orientar los grados Decimo y Once. Con dicha resolución se pretendía legalizar la escuela Tamaniza Alta para así legalizar su status, ya que como se mencionó anteriormente, esta era una sede fantasma o “piloto”, ya que físicamente existía pero jurídicamente no. Jurídicamente en el Resguardo solo existía una sede que era Tamaniza Baja, y la escuela Tamaniza Alta funcionaba solo de hecho, para que los niños de la parte alta del resguardo tuvieran acceso a la educación, privilegio que nunca les otorgó el municipio de San José al cual pertenece la planta física de la escuela, en términos de territorio y a la cual tampoco le hicieron mejoras.

Se pretendía, con la anterior resolución, darla a conocer a la Secretaría de Educación para solicitar allí que se le otorgará a la sede mencionada el Código Dane y así obtener para ellos el beneficio de la gratuidad, como se planteó en la mencionada resolución: “(…) la sede Tamaniza Alta requiere el código DANE, para iniciar la construcción de la planta física aprovechando la donación del lote por la comunidad”.

Ya en el año 2015 la Alcaldía de San José se dirigió a la Secretaría de Educación de Caldas, alegando lo siguiente: “Si la Sede escolar Tamaniza Alta se encuentra en jurisdicción del municipio de San José, lo más lógico sería que dicha sede quedara bajo jurisdicción del municipio y se anexara a la Institución Educativa La Libertad de San José”. El alcalde logró su objetivo y fue así como obtuvieron el traslado de la sede mencionada con sus dos docentes: Marco Tulio Arcila y Albeiro Arcila y con sus 38 estudiantes, mediante resolución Nº 3498-6 del 28 de abril de 2015 “por medio de la cual se crea y agrega una sede educativa a la Institución Educativa La Libertad del municipio de San José, departamento de Caldas”.

La Directora Rural de la Institución Educativa El Cairo (hoy I.E. Gabriel García Márquez, nombre que se cambió a finales del 2014 mediante resolución Nº 8600-6), Sandra Milena Quintero Gómez, asume con tristeza el hecho de que la sede haya sido trasladada puesto que en sus casi cinco años de labor educativa y administrativa, no percibió ayuda de ninguna índole para la sede Tamaniza Alta y justo cuando le amplían los servicios y se puede aspirar al servicio de gratuidad y legitimidad para la sede, ésta se traslada de institución.

En la actualidad solo se cuenta con la sede Tamaniza Baja, y 15 de sus estudiantes pertenecientes a los grados 5º, 6º, 7º y 8º ingresaron a estudiar a la sede principal, lo cual representa una experiencia significativa para los estudiantes en cuanto al intercambio cultural entre comunidad mayoritaria y etnia embera chamí y un gran aporte cultural a la institución.



MEDICINA ANCESTRAL



“A las plantas se les debe pedir permiso para su uso y se les debe decir para que se van a utilizar; se pide permiso en lengua materna”.

Gregorio Arcila (Jaibaná actual de la Comunidad)

“Me arrodillo luego de darle dos vueltas a la planta, le pido permiso para arrancarla y le cuento para qué la necesito y luego le agradezco… Esto me lo enseñó un sabio mayor de 60 años”.

Jhon James Arcila (Docente y Sabio de la Comunidad)

“El espíritu viene como en una nube hasta el enfermo y mira a ver que tiene la persona y habla con el Jaibaná, lo hablan en embera y lo soplan en la mano y le dicen que es”.

Gregorio Arcila (Jaibaná de la Comunidad)


Hablar con un embera, es tener una mágica experiencia con la naturaleza a través de la manera en que ellos la definen. En la mirada serena del indígena se esconde la reverencia, el respeto y la fascinación por la madre tierra. Son grandes conocedores de especies de plantas y de sus propiedades. Saben tratar a la naturaleza, le hablan en su lengua materna, la recorren, la cuidan y la veneran como parte de su memoria histórica, de sus orígenes y de su mística. Así ejercen ellos la práctica de la Medicina Ancestral, con ayuda de la naturaleza contextualizada en su territorio y con la figura milenaria del Jaibaná. El médico tradicional tiene diferentes denominaciones según el sitio, así en el Amazonas se llama Chamán; en el Cauca, Cacique Mayor; en la Guajira, Palabrero y en La Albania, Jaibaná.

El vocablo Jaibaná es el nombre dado por la comunidad indígena embera chamí, a la persona que posee los espíritus. Así han sido llamados los sabios del pueblo embera del Chocó, núcleo cultural de la etnia embera chamí. Es el Jaibaná una figura que aún se conserva entre estos pueblos, quienes lo definen como “reunión de Jais o espíritus”, reunión de las almas de los animales, de los hombres, de la naturaleza y de todos los fenómenos que ésta encierra. Según la sabiduría de los embera, “toda cosa tiene Jai”. Los morfemas Jai y Bbana significan “espíritu, enfermedad” y “posesión” respectivamente. La función del Jaibaná consiste en mantener el equilibrio entre el hombre, el entorno y el agua de manera sabia.

Ostentar el título de Jaibaná es un símbolo de respeto, de sabiduría y de poder, se requiere de muchos años de experiencia para llegar a serlo. En sus rituales, el Jaibaná habla en embera, en su lengua materna. Los sabios de la comunidad afirman que el espíritu del cual ellos aprendieron lo puso Dios, que nada hay escrito, ellos aprendieron de la naturaleza que Dios puso a su alrededor. Los ancestros, quienes transmitieron sus conocimientos de generación en generación, aprendieron sus saberes de las plantas medicinales, pues para ellos “todas las plantas tienen espíritu” y es a ellas a quienes deben acudir para tratar las enfermedades. Para ellos el espíritu es el “guardián de su comunidad”.

Don Gregorio Arcila, Jaibaná de la comunidad, sabio y mayor de 80 años, saca una planta del bolsillo y comenta con voz serena: “Es Anamú, ¿Quién dejó esta planta?, la dejó el Señor que está arriba. Yo la sembré y si usted sufre una enfermedad, entonces usa la planta, nadie sabe para que dejó Dios la planta; también la enfermedad la dejó Dios”… En sus apreciaciones se refleja todo ese conocimiento acumulado en sus arrugas y en sus sienes doradas por el sol.

Es don Gregorio un sabio prestigioso entre su comunidad. En sus charlas se muestra ameno, dispuesto y diligente en compartir con los visitantes y los entrevistadores, su sabiduría y su cosmovisión con respecto a su querida Albania. Él habla sin tapujos y sin prevenciones sobre sus conocimientos, y deja ver la experiencia en el manejo de las plantas y en el tratamiento de las enfermedades frecuentes de su comunidad. Entre las historias que cuenta, hace referencia a sus mayores, de quienes heredó sus conocimientos y se expresa con respeto del señor Benigno Arcila, primer Jaibaná de la Comunidad de La Albania, como uno de los impulsores del Jaibanismo.

El sabio Gregorio afirma que lleva años tratando con los espíritus, que ellos no tienen nombres, que pueden ser perros, bestias o ganado. Cree que hay algunos Jaibanás que son malos porque han obtenido la sabiduría pero la utilizan para mal, que van a otras comunidades a dejar males y enfermedades. Con su testimonio se evidencia que los embera manejan los conceptos del Bien y del Mal.

La comunidad en general no acude al “Médico Occidental”, como llaman al médico del puesto de salud del municipio. Según Jhon James Arcila (Docente y Jefe de la Guardia Indígena), quien además lleva doce años de preparación para ser sabio, los indígenas casi no sufren de enfermedades; él tiene sus propias apreciaciones al respecto: “En un manicomio no hay locos indígenas, ¿por qué no se ven?, porque eso no se cura con el médico tradicional”.

Locura en embera se dice “Kina duo mia”. Para el embera “solo la naturaleza los cura, por eso no hay locos, no hay inválidos, ni en sillas de ruedas que sean indígenas”. Con la seguridad de sus comentarios y los vastos conocimientos, Jhon James explica que toda enfermedad puede ser curada a partir de la naturaleza y dice que aunque en el momento tiene una fuerte gripe y tiene carné de salud para acudir al médico occidental, no lo hace, pues él puede curarse con sus conocimientos, haciendo uso de las plantas que sabe le harán bien. Eso demuestra su arraigo cultural.

Jhon James relata que lleva casi doce años estudiando y aprendiendo de la sabiduría de don Gregorio, su padre quien es el Jaibaná de la comunidad y de quien ha aprendido los saberes heredados de sus “Mayores”; cuenta que ha conocido y analizado muchas de las enfermedades que sufren las personas de la población mayoritaria y dice que muchos de los males que ellos sufren, son por el desconocimiento de la verdadera sabiduría que encierra en su esencia el indígena como conocedor de la medicina ancestral.

Da el ejemplo de la “parálisis”, afirmando que es una piedra inmensa que se posa sobre las extremidades de la persona y agrega: “nosotros tenemos sombra y si el golpe lo recibe la sombra, esto causa una parálisis que solo la cura el Jaibaná. Todos tenemos espíritus y a todos nos afecta la sombra; la sombra también es atacada por los animales”. Con seguridad afirma que el indígena sabe manejar las enfermedades en la medida que se sirva de la naturaleza para sanarlas. La comunidad confía plenamente en sus sabios y en sus aprendices.

Durante los rituales de sanación y cura que realiza el Jaibaná se hace reverencia a Dios, a quien ellos llaman Garaví, en su lengua materna. Ellos mismos se autodenominan católicos y respetuosos de la religión que ostentan los “españoles”. Afirman que su Dios es el mismo Dios de ellos y que a él le piden permiso para realizar todos sus rituales que son para el bien de la comunidad. Aseguran que Garaví es el Dios mayoritario, pues la naturaleza de la cual se sirven y gozan fue creada por él. Así puede afirmarse que los embera del Resguardo La Albania son monoteístas y, a su vez, combinan esta práctica con sus prácticas rituales, con sus espíritus, con sus tradiciones.

Lo anterior da cuenta del poder de convocatoria y de la vocación de servicio del Jaibaná dentro de su comunidad, del lugar tan importante que ocupa en la misma, en virtud de sus poderes especiales para penetrar la esencia de los seres y sus dotes de sanación. Pero también el Jaibaná es una especie de “guardián” de su comunidad, pues entre sus múltiples oficios se encuentran el resolver conflictos, sanar por medio de las plantas medicinales y proteger a su comunidad de los malos espíritus que deambulan por el mundo, aquellos a los cuales enfrenta con su Bastón de Mando.


El Bastón de Mando.

SIGNIFICADO DEL BASTÓN DE MANDO

El Bastón de Mando es símbolo de la comunidad, es el legado de los mayores para la población joven. Es más que un símbolo de poder, es el elemento dinamizador de la comunidad embera; es el apoyo en las decisiones que se toman en conjunto, es la mística de los rituales en los cuales está presente. Al igual que la chicha, el bastón de mando es autoridad reflejada en sus líderes. Tiene varias figuras, de niño, de niña, o de adulto, según el caso. El Bastón de Mando es elaborado con palma de chonta.

El Bastón de Mando es un símbolo lingüístico que deja una enseñanza para la vida a los miembros de su comunidad. El Bastón de Mando de los Alguaciles o guardias de la comunidad y su autonomía como territorio indígena. Un elemento como el Bastón de Mando es un símbolo lingüístico del cual se desprende la experiencia significativa y se transforma en una enseñanza para la vida.

El Jaibaná no solo es conocedor de las plantas de las cuales se sirve, sino también de los animales. Entre los animales que más referencian y le otorgan propiedades están: El perro, el gato, la culebra y la rana. Por lo general, le otorgan el hecho de ser portadores de energías malignas a la rana y a la culebra. Afirma la señora Rosa Elvira Ramos (Anciana sabia de la comunidad), que cuando una persona tiene una enfermedad grave es debido a que el espíritu de esa persona fue atacado por el espíritu de una culebra y que este ataque puede causar desde vómito y calambres hasta la muerte de la persona.

Otra de las creencias con respecto a los animales, consiste en afirmar que la rana es un animal que sirve para bien y para mal, pero que a su vez es un animal ritual. Dicen que con la leche de la rana se le puede dar la “dulce toma” a una persona, lo cual consiste en hacer que la persona a la que se desea enamorar, tome la leche de la rana para recibir sus favores.

Cuando se refieren a los animales lo hacen con respeto, sin importar la energía que de ellos provenga. Jhon James Arcila, mencionado anteriormente y quien es gran conocedor de las fuerzas y las energías que mueven a los animales comenta:

“No es bueno que un animal se muera en el sitio de trabajo, puede haber una mala energía, una mala comunicación. El animal capta lo malo, esto son Creencias Sagradas Positivas. Ejemplo: un pájaro avisa lo que va a pasar, entonces baja en espiral, llega al piso y escarba, da vueltas y se va (esto es malo). Puede ser algo malo en la casa o con uno mismo. Para esto es bueno tener agua bendita en la casa y ruda”.

En este relato se aprecian las creencias tradicionales del embera y su deseo por vivir en calma y buscar la armonía, canalizando las energías para que la comunidad esté sana y feliz.

 Los sabios, los Jaibanás, son los depositarios de la sabiduría y de la memoria histórica de la mágica comunidad llamada La Albania. Ellos, los “mayoritarios”, los ancianos, dignifican el saber del indígena y les dan a las comunidades indígenas una visión esperanzadora en el camino de su reconocimiento.



IMAGINARIO POPULAR EMBERA

El indígena embera perteneciente al núcleo cultural Chocó, posee al igual que muchas otras etnias del territorio colombiano, su propio imaginario cultural, su cosmovisión, su propia capacidad de asombro frente a los elementos que los rodean. Uno de los más bellos mitos de los embera de la costa pacífica, en la población de Utria, narra la historia de una niña que desobedeció a sus padres y el océano se la llevó, convirtiéndola en ballena. Se cree que la niña regresa cada año a las costas del pacífico para visitar a los suyos y también para aparearse: de aquí surge la explicación de por qué cada año migran al pacífico las Ballenas Jorobadas en busca de aguas cálidas para procrear. Es una narración popular que nace en el imaginario de los embera originarios de la costa pacífica colombiana.


Niños de La Albania.*

Al igual que ellos, sus descendientes los embera chamí también dan cuenta de sus creencias, de sus costumbres, a través de sus narraciones populares que mezclan realidad con fantasía, que expresa sus necesidades más profundas y su temor a la muerte.

En su imaginario popular creen en los espíritus, quienes están inmersos, según ellos, en todas las cosas. Para ellos los animales, las cosas, las personas y las plantas tienen su propio espíritu y su propia sombra. Canalizan sus energías a través de los consejos y las prácticas ancestrales que les enseñan los sabios de la comunidad. A los Jaibanás y a los sabios los consideran los guardianes de su comunidad.

Acuden con frecuencia y no solo en caso de necesidades, enfermedad o problemas, a su dios Garaví, lo invocan en su lengua materna. Garaví es para ellos el dios embera, el Mayor, el Cacique, el Mayoritario y el Fundador de su comunidad, revelador de sus más profundos secretos y conocedor de todas las cosas.

La figura del Jaibaná encarna todos sus conocimientos rituales y se hace visible en el contacto permanente entre este sabio y su comunidad. Cuando algo extraño le sucede a un miembro de la comunidad, ellos acuden al Jaibaná para que él, con ayuda de sus espíritus, le brinde la solución a sus necesidades espirituales; el Jaibaná no solo cura el cuerpo, también cura el alma, lo consultan cuando creen que una persona que se ha apoderado de la nobleza de una planta desea hacerles mal, así que buscan en el sabio protección y guía.

En sus más importantes celebraciones rituales, se puede observar la magia de su referente mítico y espiritual. Todas las celebraciones en las cuales se involucra a la comunidad tienen su sede en la escuela de la comunidad, la cual se convierte en el centro de operaciones de los líderes políticos, académicos y espirituales del Resguardo. Rituales, fiestas y celebraciones, todas son acompañadas con chicha. La chicha es quizá la palabra más común y con mayor significado dentro de la comunidad. Forma parte de la tradición ritual de la misma.

La Chicha, que proviene del maíz, hace de este elemento el agente canalizador de las energías  que circundan a la comunidad. Se tiene como referente histórico el hecho de que a las culturas precolombinas de América la llamaron coloquialmente las “Culturas del Maíz”. El maíz ha sido milenariamente la base de la alimentación de las culturas precolombinas de América y entre los Chibchas se le otorgó gran importancia como elemento ritual.

EL MAÍZ COMO EXPERIENCIA SIGNIFICATIVA Y MÍSTICA DE LA COMUNIDAD

Los indígenas desde la antigüedad se servían del maíz, lo cocinaban y se preparaban potajes, lo molían sobre piedras planas y con la harina resultante amasaban pan (arepa). También con él preparaban una especie de cerveza que conocemos como chicha. Con las hojas envolvían los bollos, hechos del mismo maíz. El maíz para los indígenas encierra una mística, un secreto, es como una experiencia religiosa propia de la comunidad.


Proceso de destilación de chicha. Foto de Rubiela Villada C.

La elaboración de la chicha ha constituido un elemento ritual ya que no solo con ella se embriagaban sino que se utilizaba para labores rituales, para ceremonias y actos públicos de la comunidad. Los indígenas latinoamericanos son llamados en conjunto, La Cultura del Maíz.

Son diversos los factores que por siglos han conformado el imaginario popular de la comunidad y también se conocen entre los embera del Resguardo La Albania. Es común escuchar entre ellos, mitos como el del Mohán que es de tradición indígena; ellos afirman que el Mohán es una bestia, que se vuelve perro y que éste nunca muere, sino que se convierte en Mohán de nuevo cuando al salir del cuerpo del perro, puja y grita. El embera describe al Mohán como una bestia a la cual le faltan tres dedos en la mano y tres dedos en el pie, que carece de tabique y cuya boca es demasiado abierta, con una nariz llena de pelos y con las uñas muy largas. Estas bestias se robaban a las personas y se las comían.

Otro de los cuentos populares o mitos entre la comunidad es aquel que, según la Anciana y Sabia Rosa Elvira Ramos, era relatado por sus abuelos y de generación en generación. Ella cuenta con firmeza en su voz el mito que, según ella, ha sido el más escuchado dentro de su comunidad:

“Murió un yerno, el marido y el suegro. La mamá y la hija se quedaron solas y lloraban mucho; solo tenían un hijo. Entonces un gallinazo volaba sobre su casa. A las tres de la tarde llegó una persona muy elegante con ropa fina, entró a la casa de ellas y les preguntó porque lloraban. Ellas le contestaron que estaban solas; el señor les respondió que sus esposos no estaban muertos, que si los querían ver y ellas respondieron afirmativamente. Entonces se las llevó para un filo y las dejó allí esperando un buen rato. Después les pidió que ambas se subieran en sus hombros una por una hasta formar una sola persona. Les pidió que no abrieran sus ojos hasta que él les indicara. Pasó un rato y él les pidió que abrieran los ojos y ellas se vieron como en otro lugar; algo parecido a un cielo; las envió luego a una casa en un alto y allí hallaron al esposo. Las dejó allí por un día y que a la mañana siguiente las esperaba en el mismo lugar. Ellas ingresaron a la casa y los esposos que las vieron llegar le preguntaron ¿A qué vinieron? si ustedes están vivas y nosotros estamos muertos… La señora tenía un niño en la mano, luego llegaron unas almas en forma de señoras; les ofrecieron comida y ellas guardaron silencio. Al día siguiente las señoras se fueron hacia el sitio acordado, se encontraron con el señor, se subieron en los hombros y éste los llevó de nuevo a la tierra. Al día siguiente ellas comentaron que vieron allí muchas flores amarillas”.

El anterior mito forma parte de la cultura ancestral del pueblo embera chamí y de su tradición oral que se ha mantenido gracias a la constancia e insistencia de los ancianos y sabios de la comunidad, quienes les trasmitieron sus conocimientos a las nuevas generaciones y gracias a esta práctica es que en estos días se pueden escuchar tan mágicos relatos y mejor aún, se pueden referenciar en la Historia Escrita del Resguardo que hoy se empieza a plasmar en el papel y, se espera que también, en la memoria de quienes la lean.



INDÍGENA Y DESPLAZAMIENTO FORZADO: HOLOCAUSTO CULTURAL

En la época de la Colonia, que comprende desde el Descubrimiento de América (1492) hasta la Independencia de Colombia (1819), transcurrió un periodo que fue la génesis del proceso de dominio del español, en términos políticos, sobre lo que hoy en día comprende el territorio colombiano. Fue así como en América se formó un tipo de sociedad en la cual se dio la sinergia entre la lengua, la religión y las costumbres de los españoles con la cultura indígena americana y más adelante con las tradiciones africanas para dar paso al mestizaje y el hibrido cultural llamado Hispanoamérica.

Los indígenas habitan el territorio colombiano desde antes de la llegada de los españoles, y desde aquellos remotos tiempos han recorrido amplias zonas y han forjado allí su cultura, han delimitado su territorio y han establecido una relación entre ellos y su tierra, esa tierra que es tan valiosa desde los tiempos antiguos y de la cual han logrado organizar su fuerza productiva. Aunque después de la Conquista Española, estos indígenas forjaron su propio carácter a costa de la esclavitud y del servilismo al cual fueron sometidos. Los indígenas que sobrevivieron al “holocausto” español, barbarie de esa sociedad esclavista, presentaron otras características producto del ya mencionado sometimiento y tuvieron que adaptarse a otras condiciones de vida y a convivir con la violencia y desarraigo. Esa fue la herencia cultural de la Conquista para el indígena.

Colombia es uno de los pocos países de América que aún conserva en su territorio una gran diversidad de grupos indígenas, cada uno con diferencias culturales, con su propia identidad, con su dialecto, con su territorio marcado. La Constitución Política de Colombia en su artículo afirma que Colombia es un país “Pluriétnico y Multicultural” y con esto el gobierno sugiere dentro del territorio nacional un aire de respeto por la diferencia, de tolerancia y de reconocimiento del otro.

El indígena ha dejado huella en la sociedad a la cual pertenece, aunque no comparta sus costumbres y sus tradiciones, sabe generalizar su aprendizaje y hacer de él algo solo suyo.  Así es como la sociedad colombiana ha ido aprendiendo con el paso del tiempo a convivir con los indígenas, a respetar sus diferencias, a aceptar y a reconocer que ellos son unos profundos respetuosos de nuestro territorio y de la naturaleza. Esa es la mayor enseñanza que ellos dejan en esta sociedad.

Hay quienes afirman que los indígenas son discriminados y relegados, pero también hay quienes saben que son muchas las miradas que se les dan a estas personas, desde el respeto y con la convicción de que son parte importante de este territorio. La identidad y el reconocimiento de las diferentes etnias en el país han hecho que las personas en la actualidad cambien la visión que de ellos se tiene. Es por eso que en la actualidad son muchos los programas que se adelantan para dar legitimidad y reconocimiento a cada uno de ellos.

Las comunidades indígenas en el territorio están organizadas por regiones. En la región Centro Occidente se encuentra una de las más tradicionales etnias indígenas de Colombia: la comunidad embera. De esta etnia existen dos grupos grandes que son los embera katios y embera chamí.

Cuando se habla de un resguardo, o mejor de una comunidad indígena, se puede fácilmente imaginar a un grupo humano con una vestimenta extraña, con unas costumbres raras,  tal vez en una vivienda rustica. El término Resguardo viene desde tiempos de la Colonia y hace referencia a las tierras entregadas a las comunidades indígenas para su beneficio sin que fuesen de su propiedad y que se otorgaban con el fin de concentrar mano de obra indígena y así entonces se lograron organizar en forma de Cabildos. Las anteriores apreciaciones crean una sinergia entre la razón de ser del hombre y el espíritu de la tierra representada en la esencia y la autodeterminación de las comunidades indígenas y de cuyos conceptos se hará referencia en el proceso.

La colonización del territorio embera comenzó con la fundación de la ciudad más antigua de América, Santa María la Antigua del Darién, en 1511, hoy Urabá antioqueño y con la fundación de poblados como: Toro, Cáceres, Anserma, entre otros. Con la fundación de las nuevas poblaciones en inmediaciones del Alto San Juan, territorio selvático de gran riqueza fluvial y aurífera y de poblados en el Río Atrato, se abrió paso a la colonización española y a la huida de los nativos hacia zonas selváticas apartadas, así la comunidad embera de la selva chocoana expandió su territorio hacia el Bajo Atrato y hacia la costa pacífica.

Hacia el siglo XIX se fundaron nuevas poblaciones en esta zona del país, conocidas como: Pueblo Rico, Dabeiba, Tierra Alta, Monte Líbano y otras más, con las cuales se desintegraron los resguardos embera y su población tuvo que dispersarse; algunos de ellos se desplazaron hacia los municipios del centro occidente del país como Caldas y Risaralda.
A comienzos del siglo XX llegan a Colombia las misiones civilizadoras de indígenas, una de gran renombre fue la de las Misiones Lauras y con ella se desintegra aún más la unidad embera. Posteriormente llegan al territorio nacional los colegios religiosos, los cuales trazaban la meta de “educar” al indígena.

A este fenómeno se unen otros factores como: proyectos institucionales (construcción de vías, canales, bases militares, entre otros), explotación minera, pesquera y maderera y la instalación de redes hidroeléctricas, los cuales influyeron en la desintegración de estos núcleos culturales, hoy dispersos por el territorio colombiano, sin dejar de mencionar los innumerables episodios de violencia que fueron la causa del desplazamiento forzado de ayer y de hoy en Colombia.

En el caso de los indígenas de Caldas, ellos parecen inmersos en la historia del país a través de las luchas sociales, cabe recordar el hecho ocurrido en el actual resguardo de Nuestra Señora de la Candelaria de la Montaña en el actual municipio de Riosucio el cual fue reconocido por la Corona Española en el año 1637 y desde entonces sus habitantes, la etnia embera chamí, comunidad hoy inserta en el occidente colombiano, ha sufrido las consecuencias de tener que convivir con los occidentales no pertenecientes a su etnia en la gesta por dar vida y trascendencia a la herencia dejada por sus ancestros.

El indígena es autónomo en el establecimiento de sus leyes; la forma de gobernar del indígena está ligada a su capacidad de actuar en sociedad. Así, el cumplimiento de esta función define el grado de legitimidad y autoridad que tenga el Gobierno, así como el funcionamiento y carácter de la gobernanza y lo público (Fonseca, Gutiérrez y Rudqvist, 2005, págs. 107-108). En este orden de ideas, la autoridad de los gobernantes tiene un carácter universal y es en esencia un servicio a la comunidad y de este tema sí que sabe el indígena pues en su mente, o mejor en su imaginario cultural, la idea de gobernar ha sido su constante, pero no como la idea de adicción al poder sino como sentido de pertenencia como arraigo por su gente, por su espacio, por su etnia, por su territorio.

En este punto surge la pregunta ¿es el desplazamiento forzado solo un esquema territorial o existe otro tipo de desplazamiento?; el guardia, el jaibaná, el gobernador, esas figuras trascendentales dentro del contexto étnico, sufren su propio desplazamiento, son relegados, sometidos, acallados, discriminados, incluso son obligados a pensar diferente, a guardar silencio, a acostumbrarse a unos esquemas mentales diferentes a los suyos, a seguir los pasos de una “mayoría” a veces indolente y despectiva, a abandonar sus raíces. En ese contexto existe entonces otro tipo de desplazamiento, un desplazamiento significativo, mental, esencial, cultural, raizal y es complicado tratarlo de solucionar.

El gobierno nacional busca un control efectivo del medio ambiente, debe regular en todo el territorio colombiano el uso del suelo, adicional a esto el gobierno a través de sus instancias judiciales y del orden público debe velar por que todos los habitantes del territorio, pero en la búsqueda del orden y la convivencia se encuentra con aquellos que no se someten a la norma, entonces surgen otras dificultades de tipo social, así que entonces se deben buscar nuevas estrategias para mantener el tan anhelado orden. Surge la resistencia del pueblo y los grupos al margen de la ley y para ellos también nace la persecución, pues la historia de la humanidad tiene sus bases en la guerra. Así entonces todo en el territorio es guerra, por el sustento, por el poder, por el territorio, por el reconocimiento.

 En el trasegar de esta guerra se ha victimizado al indígena, en un cruce de balas perdidas el indígena ha sobrevivido a la barbarie y a su desarraigo cultural. Cuando el indígena canta a su tierra lo hace con la voz de la soledad, del desprendimiento de su cuna, de su madre. El indígena tiene en su imaginario los hijos que le entregaron a la guerra, al conflicto. Incluso cuando el indígena se prepara, se educa en otra lengua, en otras costumbres, en la universidad, aun allí está siendo “desplazado”, arrebatado de su natural vivir. Porque antes, en tiempos precolombinos, el indio, el nativo, no necesitaba de una educación, en los términos del viejo mundo, no, el conocía solo una cultura y esa era su educación: recorrer el territorio, demarcarlo con las fuerzas de la naturaleza, conocer su entorno, apropiarse de él; establecer un vínculo hombre-tierra, rendirle tributo a sus raíces, servirse de la tierra y servirle a ella. Esa era la educación que con que contaba y la cual necesitaba el indígena, el respeto de su identidad, no la educación heredada del viejo mundo, que más que educación, fue la deshumanización de las etnias habitantes de la amerindia.

Me pregunto si el desarraigo indígena ha hecho que ellos renieguen de sus raíces, que deseen no haber nacido en su tierra ni bajo los rasgos de su etnia para no tener que padecer el desdén de la población mayoritaria. Ese desprendimiento es un sentir general entre las comunidades indígenas, pues son muy pocas las que pueden decir que han permanecido en su territorio sin alteraciones. La modernidad marca la pauta e impone las normas para que el mundo avance, y no puede detenerse en las pequeñas cosas, grandes para el indígena, como son el respeto a su tierra y la veneración; no, el mundo no puede detenerse en lo que para muchos pueden ser nimiedades, porque, tristemente, la población mayoritaria no tiene ese sentimiento por la tierra, solo la ve como la fuente de utilidad, como la forma de buscar un beneficio económico, el sustento. Para el indígena la tierra es, distinto a la concepción de los demás, más que su sustento, su madre, su esencia. El indígena trabaja la tierra, pero a la vez la cuida, se sirve de ella pero desde el respeto; le habla, le llora, le pide…le agradece.
Si todas las personas sintiéramos el mismo amor y respeto que el indígena siente, tal vez serian otras las condiciones de tenencia de la tierra.

Decía anteriormente que el desarraigo del indígena por su tierra es un “sentir general” y lo decía para hacer referencia al hecho de que en todos los espacios geográficos del mundo donde se hallan poblaciones indígenas, se oye la voz del desplazamiento. Haciendo referencia a un texto llamado: “Los pueblos indígenas en sus propias voces”, se encuentran apartes con denuncias hechas por indígenas que reclaman el derecho sobre sus tierras y al respecto anota: “un pueblo indígena en Borneo, Malasia prendió fuego a un campamento de leñadores en abril de esta año, destacando su preocupación por el hecho de que las industrias maderera y del aceite de palma están invadiendo los territorios indígenas”.

El anterior texto supone una preocupación de dichos nativos por su territorio en vista de que puede ser vulnerado por la explotación y subutilización de los suelos que a ellos les pertenece. Por eso la tierra y su tenencia es la preocupación general de los pueblos indígenas, tal como lo evidencia el siguiente fragmento del texto citado: “cientos de personas pertenecientes a pueblos indígenas en la India nororiental se están reclamando las tierras de las que fueron expulsados hace varios decenios para la construcción de una represa hidroeléctrica”.

Lo anterior hace pensar que si se promoviera, en estos países que albergan territorios indígenas, un desarrollo económico que estuviera acorde a las necesidades y requerimientos de las comunidades y los grupos étnicos existentes, entonces este tipo de reclamaciones no serían necesarios, solo se daría la prioridad al indígena de ser autónomo en su territorio, y es pretencioso decir esto siempre que la Constitución Política de los países contenga decretos que reconozcan la autonomía de los pueblos indígenas pero solo en el papel mas no en la práctica. Los pueblos indígenas requieren que se les reivindique su derecho conculcado por generaciones a poseer, a trabajar y a administrar sus tierras y sus recursos en búsqueda de su tranquilidad y la seguridad de que no tendrán que padecer más desplazamiento.

Alrededor del mundo se siguen desplazando en la actualidad muchos pueblos indígenas bajo la premisa de la concepción de zonas protegidas, de territorios y zonas económicas exclusivas. La pregunta es ¿hasta cuándo seguirá la romería de indígenas caminantes, errantes por el territorio de nuestra amada tierra? El caso colombiano es aún más preocupante: cientos de nuestros indígenas adornan las calles, los andenes y semáforos buscando una forma de sustento.

Esta es una problemática muy actual en Colombia y se ha llegado hasta el punto de ver al indígena como un mendigo, se ha tipificado al indígena dentro del estereotipo del don nadie, del andariego. La actualidad del país supone un indígena lejano de su tierra, de su esencia, vagando en las calles, extrañado de sus raíces, por el mismo sistema, por las reformas, por las políticas gubernamentales de derecho sobre la tierra, de la tenencia de la misma. Se le están vulnerando los derechos al indígena desde todo punto de vista.

Es bueno recordar que el desplazamiento forzado en Colombia es considerado como una violación a los derechos humanos consignados en la constitución política y está enmarcado dentro de los derechos fundamentales. Este desplazamiento considerado delito, es a su vez el camino para la vulneración de otros derechos fundamentales como el derecho a una vivienda digna, a la salud, al desarrollo de su personalidad, a la sana convivencia, entre otros, también el fenómeno del desplazamiento de los indígenas de su territorio atenta contra el derecho internacional humanitario (D.H.I.), puesto que este derecho en su legislación prohíbe el desarraigo forzado de la población en su artículo sobre desplazamiento, numeral 2):

“No se podrá forzar a las personas civiles a abandonar su propio territorio por razones relacionadas con el conflicto” ya que este se aplica a los conflictos armados y todos los colombianos, no solo los indígenas, somos “victimas” del conflicto armado. Puede este fenómeno también ser considerado como un crimen de lesa humanidad, en virtud de las víctimas que ha cobrado y por el desarraigo que ha generado otro tipo de conflictos y de problemas sociales. el desplazamiento atenta contra nuestra Constitución Nacional.

El fenómeno del desplazamiento forzado ha sido reconocido como delito a nivel nacional e internacional puesto que es una obligación de los estados, velar por el bienestar de todos los ciudadanos en cualquier contexto y además toda víctima de desplazamiento tiene unos derechos dentro del territorio que habita y unos mecanismos jurídicos para que le sean garantizados esos derechos. Es por eso que cuando se habla de desplazamiento, se habla de unas víctimas, de unos derechos conculcados, de una normatividad. Al respecto, Meier, 2007 afirma:

“El desplazamiento forzado ha sido reconocido como delito a nivel nacional e internacional y catalogado como crimen de guerra y delito de lesa humanidad. Por sus características, es un delito que se produce porque el Estado no pudo garantizar la protección de estas personas y prevenir su desplazamiento; es de carácter masivo por la cantidad de personas víctimas; es sistemático porque su ejecución ha sido sostenida en el tiempo; es compleja por la vulneración múltiple tanto de derechos civiles y políticos como de derechos económicos, sociales y culturales; y continuo, dado que la vulneración de los mimos persiste en el tiempo hasta que se logre su restablecimiento”

Así las cosas, es conveniente advertir que el desplazamiento no es un delito cualquiera, lleva consigo una serie de implicación que deben ser tenidas en cuenta desde la legislación, desde la diversidad cultural y étnica de nuestro país, desde la geografía y la dinámica social. El estado es el gran responsable de que nuestros campesinos y nuestros indígenas hayan tenido que abandonar los campos. Se le ha cedido terreno a los grupos al margen de la ley y ellos minaron nuestros campos, sellaron un pacto con el narcotráfico y le pusieron precio a la tierra, precio en sangre que nuestros indígenas y campesinos no pueden pagar, se les volvieron víctimas de un conflicto histórico que en vez de acabarse crece; ya la tierra no es su tierra, su vivienda y su patrimonio han pasado a otras manos y hay total impunidad frente al desplazamiento pues es un delito no reconocido como tal. Han tenido que abandonar sus actividades económicas, han cambiado su vida y se han visto amenazados en su integridad física así como su integridad y el derecho de gozar de la libertad que se goza al habitar la tierra que los vio nacer.

En la actualidad se habla de “restitución de tierras”, de “proceso de paz”, de “reparación de victimas” como una forma de dar solución a un problema viral que no se soluciona con paños de agua tibia. Los indígenas no entienden estos términos puesto que son premisas mediáticas que distraen el verdadero problema y es que para el indígena perder la tierra es “perderlo todo”; así esta diversidad étnica colombiana que es la más rica del mundo está en vía de extinción, amenazada y en peligro constante pues según la Corte Constitucional colombiana, un tercio de la población indígena de nuestro país se encuentra en peligro de extinción y esto constituye una de las más graves situaciones de desplazamiento y desarraigo a nivel mundial y sus efectos en los núcleos familiares y culturales constituyen un grave problema social.

Se debe tener en cuenta que la población indígena cuenta con sistemas culturales, sociales y económicos complejos y todos ellos giran en torno a la tierra. El desplazamiento forzado destruye los modos ancestrales de vida, la lengua materna y la diversidad tanto como la identidad cultural. Un indígena siona, obligado a dejar su tierra comentaba en un reportaje: “perder nuestra tierra es perdernos nosotros”, argumentando que era un paso hacia la muerte el hecho de tener que salir de su territorio. No es pretencioso afirmar que es al indígena a quien más le duele abandonar su terruño, por el significado mágico que este le da a la misma.

Luego de más de 500 años de colonización, en Colombia las comunidades indígenas han venido pensando en la manera de transformar su realidad, desde el reconocimiento de su identidad cultural, retomando su cultura y su tradición por medio de procesos de reflexión, representados en una lucha política para sobrevivir. Por este motivo ha surgido la iniciativa en los últimos años de activar las organizaciones indígenas a nivel nacional y regional con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de los pueblos indígenas, replanteando la interacción indígena dominante con respecto a la sociedad hegemónica dominante, para que ésta responda claramente a las necesidades y los intereses de las comunidades indígenas desde el reconocimiento de la diversidad cultural y de unas relaciones respetuosas entre la población mayoritaria y los grupos étnicos.

El estado colombiano, en la gesta por integrar, por sumergir al indígena en la vida nacional, ha ignorado las características de los pueblos indígenas, ha desconocido la diversidad étnica y cultural de las etnias, dejando que las relaciones de dominación sigan primando, en una falsa concepción de superioridad emanada de los dominadores frente a los dominados, considerándolos inferiores. El indígena sometido por largo tiempo bajo unas políticas gubernamentales que solo los ha tratado como los otros, extraños, “indios” y en su defecto, y de la forma más despectiva, “memes”. De esa manera entonces no se busca integrar al indígena a la vida nacional, trata más bien de adaptarlo, pero en detrimento de su vida y de su identidad étnica. ¿Cómo pretender articular a las comunidades indígenas con la sociedad hegemónica nacional, apropiándose de sus recursos naturales y culturales? ¿Arrancándolos de sus tierras?, no es válido para la vida del indígena desde su propia historia, desde sus necesidades e intereses, es solo un desarraigo… una deshumanización.

 
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Todacolombia.com/gruposindigenas/chamí HTML
Observatoriodpi.org/emberach.

INFORMANTES
           Carlos Albeiro Arcila. Docente informante proceso de investigación.
           Dario Arcila Tascon. Ex gobernador Resguardo La Albania.
           Jhon James Arcila. Informante proceso de investigación.
           Marco Tulio Ramos. Docente informante proceso de investigación.





1.  Esta costumbre fue conocida en tiempos posteriores a la conquista española como Cimarronismo, haciendo alusión a los pobladores de los resguardos indígenas.

 Nota: La fotos  son de la autora, Juliana Rojas L.

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