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PRESENTACIÓN DE LIBRO


 

 

 PRÓLOGO

 Javier Sánchez Carmona

Cuando la historia del pueblo se cuenta con lenguaje sencillo y,  en lugar de figuras complicadas se perciben múltiples expresiones de admiración y cariño para nuestros ancestros, seguramente con su lectura nuestros jóvenes se motivan, no sólo para conocer del pretérito, sino también para comprometerse con el rescate de la historia de muchos otros sucesos de gran influencia en la estructura misma del terruño.

Qué bueno ufanarse por pertenecer a un pueblo con pasado escrito, pues, un pueblo sin historia, es pueblo triste, y cercana está su desaparición.

La lectura de la obra “Estampas de la Villa de El Edén” nos brinda muchos renglones para solazarnos. Escrita por el académico manzanareño Fabio Ramírez Ramírez; él declara su obra autobiográfica; cuenta  “lo que viví en mi niñez y en mi juventud. . . sin entrar en la vida privada de nadie”.

Los ancestros del autor de esta obra llevaban los mismos genes, la misma sangre de los mismos colonizadores llegados a casi todos los 'edenes' en donde se levantaron los pueblos nuestros del gran Caldas, razón suficiente para recrearnos con los relatos del autor, pues, en realidad sorprende el paralelismo existente entre las leyendas conocidas por los lugareños de los pueblos de “La Mariposa Verde” y lo consignado en la obra de nuestro gran manzanareño.

Podemos estar seguros de que los manzanareños aman su patria chica. Pero ¿sí será posible que el grado de amor se compare con el de Fabio Ramírez Ramírez? El amor no se mide por grados, pero aquí haremos una excepción; porque hablamos de un manzanareño dispuesto a cualquier sacrificio por el amor a su tierra. La Iglesia de San Antonio de Padua en Manzanares ya es “Basílica Menor”. ¿Porque Dios quiso? Y si no hubiera existido Fabio Ramírez Ramírez, ¿Dios hubiera querido la erección de este templo en Basílica Menor? ¿Dejaremos este interrogante para los filósofos deterministas?

Fabio Ramírez Ramírez vive en Manizales, es un hecho real, pero su corazón vive anclado en Manzanares; y lo que de este pueblo escribe, está lleno de amor; sí es autobiográfico porque, quien escribe, expresa lo que siente; no es necesario preguntárselo a los poetas, porque su respuesta seguramente es perogrullesca: “piensan de lo que pasa frente a sus ojos; sienten de lo que ven y escriben de lo que han percibido”.

“Estampas de la Villa de El Edén” no es poesía, pero aquí está escrito por el autor de acuerdo con los recuerdos de su niñez; de lo que piensa acerca de lo que pasó frente a sus ojos; escribe de lo que ha percibido desde su época de biberón.

Por lo anotado algunos renglones atrás, no necesitamos ser manzanareños para disfrutar esta obra; a medida que vamos pasando renglones, también se refrescan los recuerdos de los personajes, de las escenas, de los mitos y hasta de las mentiras de los otros pueblos nuestros:

En Manzanares saben de “El Indio Alejandrino”; le entregó su alma al demonio y así podía escapar de la autoridad, pues, cuando ya lo iban cazando, se convertía en algún animal, o en el tronco de un árbol. En el norte de nuestro Gran Caldas hubo un personaje en las mismas condiciones; cuando las autoridades ya estaban dándole alcance, se convertía en un racimo de plátanos o de bananos.  En el mes de noviembre, un personaje andaba las calles a la media noche pidiendo un Padrenuestro para las Ánimas; en nuestro norte caldense no faltó el “Pedro” vagando por las noches del mes de noviembre, tocando una campanilla y pidiendo el Padrenuestro para las almas del Purgatorio; por las calles de algunos de nuestros pueblos, a altas horas de la noche pasaba un equino de tres patas y arrastraba cadenas. En Manzanares tampoco faltó el caballo; en fin, mientras leemos la obra de don Fabio Ramírez, seguramente pasará por la pantalla de nuestros recuerdos el desfile de muchos otros personajes mitológicos.

Pero, la conclusión más importante a la que he llegado, así la resumo: hace algunos días venimos escuchando con frecuencia una sentencia que va haciéndose popular: “Cuando uno lee un libro no vuelve a ser el mismo”. Pues, bien; al leer esta obra, no volvemos a ser los mismos, pues, quedamos llenos de deseos de visitar a Manzanares, disfrutar el tomarnos una foto en el atrio de la Basílica Menor; apreciar las obras de arte allí custodiadas; asistir allí a un acto litúrgico; salir y recorrer un poco los caminos de Monserrate; además de recorrer las calles y disfrutar los paisajes lindos que enmarcan el poblado, recordar la gastronomía de nuestros abuelos y finalmente. . . hasta pedir visa de residentes en tan bello pueblo.

PRESENTACIÓN

En reunión de un grupo de paisanos donde compartíamos sobre anécdotas y experiencias vividas en Manzanares, me pidieron que publicara una segunda parte de mi obra “EL MANZANARES QUE YO CONOCÍ”, como me lo solicitaron, cuando escribí la primera parte, para que quedara escrita toda la información que yo tenía para el recuerdo de las actuales generaciones y el conocimiento de las futuras.
La edición de la primera parte de la obra se agotó rápidamente, porque la entregué, a mis paisanos, gratuitamente y como a caballo regalado, no se le mira diente, todas las personas se acercaron a recibir el libro. A esta segunda parte le he puesto por título “ESTAMPAS DE LA VILLA DE EL EDÉN”, porque según la tradición, este fue el primer nombre que tuvo Manzanares; pero no tengo documento alguno que me permita dar por sentado que este fue el primer nombre que los fundadores le asignaron al naciente pueblo, que hoy se llama Manzanares.
Esta segunda parte es muy autobiográfica, ya que al escribir estos apuntes históricos, no pude privarme de contar lo que viví en mi niñez y en mi juventud y no quedarme sólo con lo que los viejos me contaron.
Con este pequeño trabajo histórico, de género costumbrista, escrito con un lenguaje sencillo, no quiero presumir de estar produciendo una obra de valioso contenido literario, ni que pueda compararse con otras de reconocimiento intelectual. No pretendo entrar en la vida privada de nadie. Me abstengo, al contar algunas anécdotas, de dar los nombres.
Los lectores no encontrarán nomenclatura, porque en ese tiempo no se utilizaba en mi pueblo. Las direcciones consistían en dar los nombres de los vecinos; ejemplo: enseguida de la casa de misiá Luisa Marín o al frente de la casa de don Enrique Marín, a un lado de la casa de misiá Pastora Bernal, al lado del teatro, por la calle de las Gómez, etc.
Tampoco busco hacer un estudio monográfico de Manzanares; solamente quiero plasmar mis vivencias y conocimientos que he recogido de conversaciones con personas mayores, como El Sabio José Joaquín Montes, don Luis Emilio Aristizábal, don Álvaro Gómez Villegas, anécdotas de don Roberto Ramírez Llano, que acostumbraba sentarse en un taburete en el almacén de don Arnoldo Jiménez, y yo, muchacho metido, me paraba a escucharlo. Además, lo que me narraban mis padres, sobre la sociedad del ayer. Para mí, son más valiosas estas fuentes que las que se obtienen en archivos, ya que en lo escrito puede haber mucha conveniencia personal, política o religiosa, que distorsionan la historia.
Mi pretensión, al escribir mis vivencias y consignar datos de gran valor histórico de Manzanares, ceñidos todos sus textos a la más fiel verdad, es para que sirvan de información y hasta de recreación, a las actuales generaciones y como libros de consulta para quienes en un futuro pretendan escribir sobre la historia del pueblo, que cuenta con tradición intelectual, industrial y comercial. He decidido decir de mi pueblo que es la: “PUERTA DE ENTRADA AL ORIENTE DEL DEPARTAMENTO”
Contiene datos de acontecimientos Nacionales, que tuvieron su directa influencia en la vida manzanareña.
La Guerra de Los Mil Días, El Conflicto con El Perú, El Nueve de Abril, El gobierno conservador del Dr. Laureano Gómez, El ascenso al poder y la caída del General Gustavo Rojas Pinilla, “GURROPIN” y sobre el gobierno del Frente Nacional; la alternación de los partidos  Liberal y Conservador en el poder. Además, tantos momentos locales que se encuentran grabados en el subconsciente, que nunca se olvidan y se recuerdan con enorme nostalgia.

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