La Peste Negra o Peste Bubónica
se inició en Asia y luego se extendió a Occidente siguiendo las rutas
comerciales; azotó a Europa durante los años 1346 a 1353 y se dice que en este continente
produjo más de 25 millones de muertes. Las transmisoras fueron las ratas y las pulgas; la peste produjo estragos en
los núcleos urbanos y en los lugares donde hombres y mujeres vivían hacinados
como en conventos y monasterios, que fueron diezmados sin misericordia.
Giovanni Boccaccio, en Decamerón, hizo una minuciosa descripción sobre esta
terrible muerte negra, dibuja la situación de Florencia donde la calamitosa
peste fue tomando la ciudad y las villas vecinas, los campesinos morían
abandonados en los caminos o encerrados en sus casas. “Al principio de la
enfermedad nacían en las ingles y axilas ciertas hinchazones que crecían hasta
el tamaño de una manzana o un huevo; el vulgo las llamaba bubones, y en poco
tiempo se extendían por todo el cuerpo. Poco después aparecían unas manchas
negras o lívidas en brazos y piernas y aún en otras partes del cuerpo […] los
bubones eran indicio de muerte”.
Frente a la tragedia muchos se aislaron
para huir de una muerte segura. Al respecto escribió Boccaccio en la Primera
Jornada del Decamerón que se reunieron siete doncellas relacionadas entre sí
por lazos de amistad o parentesco y convencieron a tres mancebos para que se
alejaran de Florencia y buscaran refugio en alguna finca aislada. Recordemos
que para esa época Europa se había convertido en el centro de la pandemia; la
mejor solución era apartarse de la vida social, aislarse, para evitar el
contagio.
Enfermedades invisibles en
el Nuevo Mundo
El conquistador Jorge Robledo y
su ejército invadieron el territorio de la actual región caldense en el año
1539, y de un momento a otro las comunidades de los ansermas, quimbayas y
carrapas empezaron a morir en grandes cantidades. El chamán, u hombre medicina,
intermediario entre su pueblo y la naturaleza, no encuentra cura para estos
males. Los caciques hicieron cuentas y comprobaron aterrados que después del
primer contacto con el extranjero invasor había muerto la mitad de la población.
Las causas hay que buscarlas en las enfermedades que trajeron los europeos: las
bacterias y los virus. La viruela fue la primera en aparecer y los aborígenes “morían
como moscas”; sus organismos no tenían defensas para estas enfermedades. Por
supuesto que pasaba lo mismo en todo el territorio el Nuevo Reino de Granada; casi
todos los cronistas se refieren a estas pestes.
Hay una crónica muy ilustrativa
de Fray Pedro Simón quien describe las viruelas de 1588. Escribió que “Comenzó
en la ciudad de Mariquita, por una negra que entró infestada de esta
enfermedad; la trajo de Guinea, pero no se dieron cuenta de que estaba enferma
y la dejaron entrar. Se infectó todo el Nuevo Reino y siguió por la costa al
Perú y a Chile y por el norte hasta Caracas. Y se acabaron hasta la tercera
parte de la gente. Fue tan grande la mortandad de este contagio pestilente que
no eran suficientes los sacerdotes, clérigos y de todas las órdenes religiosas;
en una sola fosa metían 100 y hasta 200 cuerpos y los infieles pedían el santo
bautismo, buscando la vida eterna. No eran suficientes los médicos, ni la
medicina humana y ante el desespero la ciudad de Tunja decidió llevar a su
iglesia aquella Santísima Imagen de Nuestra Señora de Chiquinquirá, que es
famosísima en milagros”.
Fray Pedro Simón señala también
otra peste que hubo en 1617, era el sarampión, que mató a más de la quinta
parte de los aborígenes del Nuevo Reino, además de muchos españoles y criollos.
En 1801 se desató una terrible
epidemia de viruela, pero en esa época
ya se aplicaban medidas generales de higiene pública y, sobre todo, se
promovió la inoculación de la viruela, desde 1783, y luego la vacuna (varioloe
vaccinae), que se conoció en el Nuevo Reino, en 1803. Sobre este asunto jugó
importante papel José Celestino Mutis; este científico es autor del Método
General para curar las viruelas, escrito con ocasión de la epidemia de 1782.
El virrey Pedro Mendinueta envió
al Rey un detallado informe sobre la epidemia de 1801, cuando murieron más de
7.000 personas, solo en Santafé, y le cuenta que las tres últimas epidemias se
produjeron cada 20 años y “arrebatan una parte de los individuos útiles a la
sociedad. La edad de la infancia es la mejor para pasar este mal con menos
riesgo. Hoy se cree que el preservativo eficaz es el de la vacuna o viruela de
la vaca; parece que ya contamos con este descubrimiento […] En el año 1801
recibí el aviso de que la viruela estaba en Popayán. Inmediatamente mandé
controlar los caminos para que la epidemia no se expandiera”.
Mendinueta no quería que la
epidemia infectara otras provincias y especialmente deseaba salvar la capital,
Santafé, que tenía aproximadamente 30 mil habitantes. Pero la peste llegó en
1802 y el Virrey organizó el lazareto y hospitales provisionales en los barrios
y “envió órdenes para que no se aumentaran los precios de los artículos de consumo,
con el fin de que no se abusara de la calamidad para tiranizar el pueblo; hizo
cuidar de la limpieza de las calles y purificar el aire. Prohibió que
enterraran los cadáveres de los virulentos en las iglesias y organizó
cementerios para este fin. De este modo logró que la epidemia fuera una de las
más benignas de los últimos años”.
El Coronavirus
la pandemia del Coronavirus, o
Covid-19, hizo tambalear las economías de todo el mundo, empezando por las
bolsas de los países más poderosos; la infección se extiende debido a las
relaciones que crea la economía de mercado y contagia a políticos, deportistas,
empresarios y artistas, por sus frecuentes viajes internacionales.
La expansión del virus parece una
película de terror porque la pandemia se extiende, sin pausa, por todo el
mundo; los países se están encerrando en sus fronteras y se está frenando la
generación de riqueza. Mientras China ha superado la etapa más difícil, en
Europa y Estados Unidos apenas están tomando medidas drásticas. Están cambiando
los hábitos en el mundo porque los expertos recomiendan nada de besos, ni
abrazos, ni saludos de mano ¿Este comportamiento será temporal o definitivo?
Debemos prepararnos para
enfrentar el gran reto, pero las epidemias se pueden derrotar por medio del
esfuerzo colectivo. Afortunadamente el país está en cuarentena. Ahora a esperar
que las medidas que está tomando el Gobierno Nacional contribuyan a evitar el
colapso hospitalario y social. Mientras tanto es obligatorio el aislamiento.
ALBEIRO VALENCIA LLANO